Informe de situación FIUV: El ciclo santoral

Publicamos hoy uno más de la serie de informes de situación. A medida que surja la necesidad se irán publicando otros. Si bien no hemos agotado todos los temas posibles, hemos contribuido en medida suficiente a aclarar principios generales importantes. Al concluir esta serie podremos publicarlas reunidas en un volumen.

El presente informe trata del ciclo santoral: los días dedicados a los santos. Hay llamativos contrastes entre el calendario tradicional y el del Novus Ordo en lo que se refiere a los detalles (fechas cambiadas) como a sus principios fundamentales.

Estas diferencias proponen iniciativas para hacer coincidir, en su totalidad o en parte, ambos calendarios, y exponen posibles problemas que podrían darse en su puesta en práctica. Lo que nos proponemos es exponer y defender los criterios lógicos en que se basa el ciclo santoral del Misal Romano tradicional.

Informe de situación nº33: El ciclo santoral del Rito Extraordinario

En la carta a los obispos que acompañaba al motu proprio Summorum Pontificum, S.S. Benedicto XVI señaló que, en principio, se debería incluir a los nuevos santos en el Misal del Rito Extraordinario. Esta afirmación declara que el Misal de 1962 tiene su propio calendario integral, y que a dicho calendario se le pueden y deben añadir nuevos santos, como ha sido habitual en la historia de la liturgia. En el presente trabajo intentaremos sentar las bases lógicas del carácter distintivo del calendario santoral del Rito Extraordinario, que influirán en su desarrollo futuro [1].

A lo largo de los siglos, el calendario ha sido objeto de frecuentes alteraciones, a medida que se iban añadiendo o retirando santos. Con todo, el rito Romano se ha caracterizado desde los primeros tiempos por la celebración de las fiestas –por ejemplo, desde antes de la introducción de la Cuaresma y el Adviento–, incluyéndose algunos de los días festivos que todavía se celebran en el Rito Extraordinario. El ciclo santoral infunde a todo el año litúrgico un espíritu particular, mucho más que el Santoral del Rito Ordinario, que no sólo tiene significativamente menos días dedicados a santos, sino que en general concede menos importancia litúrgica a los que figuran en él [2].

La cuestión de la diversidad de calendarios

La vida de la Iglesia se ha distinguido desde tiempo inmemorial por una variedad de calendarios litúrgicos, incluso dentro de una misma zona geográfica. Diversas iglesias y regiones honran con un día festivo como patronos a santos que tienen una importancia local, o bien son objeto de culto local [3]. A su vez, hay órdenes religiosas que tienen un calendario particular por observar un rito litúrgico propio de larga data, como los dominicos, o, como los benedictinos, tienen fiestas de fundadores, doctores y mártires que se añaden al calendario universal [4].

De hecho, es bastante significativo que los calendarios que distinguen a los ritos orientales se usan paralelamente al Rito Latino en zonas históricamente mixtas, como el sur de Italia. Hoy en día, gracias a la inmigración hacia Occidente procedente de países de tradición oriental, así como a la presencia permanente o transitoria de latinos en Oriente, esta situación se da a nivel mundial [5].

En otros informes de situación hemos estudiado la cuestión del pluralismo litúrgico y la importancia de los ritos orientales [6].

Culto de los santos en el Rito Extraordinario

No es imprescindible considerar ideal la forma en que aparece el calendario en el Misal de 1962 (calendario de 1960): en otras oportunidades se ha argumentado lo lamentable de la supresión de numerosas vigilias y octavas en 1955 [7], e igualmente se podría abogar por el restablecimiento de algunas fiestas suprimidas antes de 1962 [8]. De hecho, algunos de los cambios introducidos en 1955 ó 1960 fueron abrogados en 1969 [9]. A pesar de ello, el ciclo santoral de 1960 presenta una notable continuidad con los calendarios de décadas y siglos previos, así como un señalado contraste con el Misal de 1970. Las reformas de 1969 suscitaron vivas polémicas en su momento [10].

Los calendarios más antiguos se distinguen por la cantidad de fiestas y conmemoraciones, así como por incluir a santos de gran antigüedad y por la conmemoración de milagros.

En cuanto al número de fiestas, el Rito Extraordinario tiene las de santos (entre ellas cuarenta opcionales) [11] para aproximadamente el 70% de los días del año, comparado con el 50% del Rito Ordinario [12]. Los santos acompañan y sostienen a los fieles día tras día: se señalan y distinguen las liturgias de los sucesivos días de la semana, así como en cierta medida lo hace también el leccionario de los feriados en el Rito Ordinario.

Es importante que una determinada proporción de los días del año sean ferias o conmemoraciones: ya sea para la celebración de misas votivas, incluidas las de los difuntos, ya para la celebración de la Misa dominical (rúbricas del domingo anterior), sobre todo si la del domingo tuvo que ceder a una preferente [13]; y en cuaresma para la celebración de las misas de feria propias de dicho tiempo [14]. Ahora bien, no tendría ninguna ventaja en la liturgia de un día de entresemana  dominado por misas votivas o por la reiteración de la dominical.

En cuanto a la antigüedad de los santos que se mantienen en el calendario, el Rito Extraordinario mantiene el culto de los que han desempeñado un papel importante en la vida de la Iglesia durante muchos siglos. Por ejemplo, uno de los incluidos en la popular devoción medieval de los catorce Santos Auxiliares, todos menos uno figuran en el calendario de 1960, aunque en el de 1969 sólo hay cuatro [16]. En el Apéndice se dan otros ejemplos.

Muchos de esos santos antiguos, sobre todo los mártires de las persecuciones romanas, siguen teniendo relevancia. A pesar de que se excluyó a San Valentín del calendario de 1969, el Santo Padre bendice a parejas de prometidos el 14 de febrero, que en los informes oficiales se denomina Día de San Valentín. Santos antiguos aparecen en el folklore europeo [17], en el arte religioso, en la dedicación de iglesias venerables y en las visiones y la inspiración de innumerables santos posteriores [18], que además dejaron establecidos muchos de los nombres más populares hasta la fecha en la cultura católica.

La conmemoración de los milagros se puede observar tanto en relación con las hagiografías referenciadas en los textos litúrgicos [19] como en las fiestas que evocan sucesos sobrenaturales [20]. La irrupción de lo sobrenatural de modo visible en la vida ordinaria, tal como se la celebra en dichas festividades, reviste profunda importancia al ilustrar de modo singular la manera en que Dios dirige la Historia y vela por la Iglesia.

Los tres aspectos mencionados están relacionados con el lugar que en general ocupa el culto de los santos en el Rito Extraordinario, que se puede resumir en la trillada frase de «por sus méritos y oraciones» y otros equivalentes. En el Confíteor, en muchas oraciones y sobre todo en el Canon, las oraciones de la Misa cuentan con el respaldo de los santos, a los que en muchos casos se menciona por su nombre (V. Apéndice). Ante todo, la invocación a los santos en esos contextos no evoca su edificante ejemplo –con frecuencia, sabemos poco de ellos– ni la función representativa que ejercen en el tiempo o el espacio [21]. Lo que se evoca es su jurisdicción espiritual –lo queridos que son para Dios– y el hilo conductor con que nos unen a los cristianos de hoy con los pontífices y mártires de los primeros tiempos, y ciertamente con el Antiguo Testamento, así como con las generaciones de católicos que han recabado su intercesión. Es natural que el calendario del Rito Extraordinario refleje las mismas inquietudes que sus textos litúrgicos.

Nuevos santos y calendario universal

Aunque se argumente que el santoral de 1962 no es necesariamente exhaustivo, no se desprende de ello que se pueda añadir una gran cantidad de santos nuevos sin que se llene en exceso. De añadirse más santos, habría que quitar otros, o bien hacer optativa su conmemoración.

Se puede admitir que el calendario del Rito Extraordinario tiene defectos y anomalías, en parte debidos a los primeros intentos de reforma [22]. Eso sí, hay que tener cuidado para no socavar la sensación de continuidad que experimentan los fieles del Rito Extraordinario, no sólo con un pasado lejano e idealizado, sino con nuestros inmediatos antecesores en la Fe: los católicos de hace cincuenta, cien o doscientos años, que levantaron o reconstruyeron tantas iglesias, crearon buena parte del arte religioso que inspira nuestra devoción y compusieron los textos litúrgicos que todavía cantamos.

Vale la pena señalar que el calendario romano concreto antiguo, que influyó en los calendarios locales (o en algunos casos sentó las bases de éstos), llegó con el tiempo a considerarse sencillamente el calendario universal de la Iglesia latina. En la práctica, cumplió una tercera función como calendario local de Italia, lo cual se observa en la inclusión de numeroso santos de dicho país.

De conformidad con una práctica más antigua, sería preferible que el calendario romano dejara la opción de incluir más santos modernos, salvo los más importantes, en los calendarios locales, o bien que lo dejaran a opción del celebrante [23]. Así, los fieles no se quedarían sin santos de importancia y culto local para ellos, y no por ello se perdería la oportunidad de incluir a santos nuevos de verdadera importancia internacional. La manera más fácil de hacerlo posible sería hacer opcional la conmemoración de algunos de los santos modernos menos importantes que actualmente están catalogados como de 3ª clase.

Conclusión

Podríamos aplicar de modo especial al ciclo santoral las palabras que dijo el papa Benedicto referiéndose al Rito Extraordinario en un sentido general:

«Lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande y no puede ser de improviso totalmente prohibido o incluso perjudicial. Nos hace bien a todos conservar las riquezas que han crecido en la fe y en la oración de la Iglesia y darles el justo puesto» [24].

Fácilmente saldría perjudicada la integridad y valor distintivo del Misal antiguo, así como el sentido de continuidad experimentado por los fieles que lo siguen, con una reforma excesivamente apresurada del ciclo santoral que no tuviese suficientemente en cuenta los siguientes principios:

En primer lugar, no tiene nada de malo que haya varios calendarios en uso dentro de la Iglesia. La variedad de lo que tiene auténtico valor no es motivo de queja sino de alegría.

En segundo lugar, la densidad y antigüedad conjunta de las festividades, así como su relación con lo milagroso, son rasgos de particular valor en el Rito Extraordinario, y más teniendo en cuenta que carece de un ciclo ferial fuera de la Cuaresma.

Tercero, los méritos y la intercesión de los santos constituyen la clave de su función litúrgica en esta forma del rito. Esto no sólo se refleja vivamente en el lenguaje típico de los textos litúrgicos, sino también al contrastarlos con la formulación con que está redactado el Rito Ordinario. De ahí que sería imposible aprovechar en el Rito Extraordinario las oraciones de la colecta, ofertorio o poscomunión de la forma ordinaria, del mismo modo que no se consideró apropiado utilizar versiones sin revisar delas del misal anterior al de 1970. Los textos del Común de los Santos, que en muchos casos datan de muy antiguo, así como muchos otros textos del Misal antiguo, hacen de hecho menos necesario el empleo de oraciones de redacción más reciente.

Por último, el valor de la continuidad, de dar culto como lo dieron nuestros antepasados, es señal de una actitud debidamente conservadora en relación con las alteraciones del ciclo santoral. La experiencia litúrgica y las devociones gratas a nuestros ancestros merecen que las recordemos y honremos. El Rito Extraordinario tiene la misión particular de efectuar esa conmemoración, y no se debe impedir que cumpla esta función.

A la hora de llevar a cabo reformas destinadas a dar lugar a nuevos santos, hay que fijarse en los santos posteriores al calendario de 1960, y en aquellos que entre éstos tengan una relación importante con Roma o sean objeto de una devoción verdaderamente universal. Ahora bien, esto no se debe entender como una supresión de fiestas , sino como la autorización para que se sigan celebrando donde tengan realmente importancia.

Apéndice: Santos del Rito Extraordinario y la espiritualidad tradicional

Como señalábamos más arriba, la importancia del culto a los santos en re Rito Extraordinario se puede observar por el lugar que ocupan en los textos litúrgicos empleados a lo largo del año, de manera especial en el Confíteor (que invoca a la bienaventurada Virgen María, San Miguel Arcángel y cuatro santos más); en el Canon romano (la bienaventurada Virgen María, San José y otros doce más en la oración Comunicantes, así como otros quince en Nobis quoque peccatoribus), junto a tres santos del Antiguo Testamento. Y se vuelve a invocar a los santos de modo sucinto en la oración Libera nos.

Además, la letanía larga, empleada en el rito de recepción en la Iglesia, y en la Vigilia Pascual, así como en otras ocasiones, se enumera a la Bienaventurada Virgen María y a cincuenta y un ángeles y santos, lista que se sobrepone a la del Canon, pero abarca santos de un periodo más extenso de tiempo.

La función de los santos en la liturgia subraya su importancia en el calendario, y desde luego el del Rito Extraordinario da mucho más lugar a dichos santos que el Ordinario. E igual se puede decir de santos que destacan en devociones tradicionales y populares como ya se indicó más arriba en el punto 10, los catorce Santos Auxiliares, y los de fuentes hagiográficas tradicionales, la más importante de las cuales es la Leyenda áurea (1298) [25].

A modo de ilustración, todos los santos de la letanía larga [26] son venerados con una fiesta (o conmemoración) en el calendario de 1960, pero el de 1969 no incluye a los mártires Juan y Pablo ni a las vírgenes Catalina [27] y Anastasia.

Por lo que respecta a los santos del Canon romano, observamos que, aparte los personajes del Antiguo Testamento, cada uno de ellos tiene su fiesta o conmemoración en el Rito Extraordinario, faltando siete de ellos en el Ordinario: los papas Lino, Cleto y Alejandro, y los mártires Crisógono, Juan, Pablo y Anastasia.

La Leyenda áurea puede en bastante medida complementar el santoral de 1960, en el que figuran casi un centenar de los incluidos en la Leyenda, y en el mismo orden que en dicho texto, es decir, casi el doble que en el santoral de 1969.

Reiterando lo que expusimos en el punto 13, es cuestión de integridad y coherencia que el calendario del Rito Extraordinario refleje las mismas inquietudes que los textos litúrgicos.

[1] En otros documentos de esta serie hemos hablado de las vigilias y las octavas (Informe FIUV 20: Septuagésimas, viglias y octavas en el Rito Extraordinario e Informe de situación FIUV 13).

[2] Se ha hablado de este contraste entre el Rito Ordinario y el Extraordinario en el contexto del Leccionario. En la práctica, el ciclo ferial de lecturas tiende a tener precedencia sobre las lecturas especiales relacionadas con el santo del día, incluso cuando se celebra al santo (V. Informe FIUV 15, 11-12).

[3] Por ejemplo, en Inglaterra y Gales había ocho santos en 1962, aparte los mártires de ambos países, con sus respectivas fiestas, junto a otros 146 que cuya festividad se celebraba en una o más diócesis. Son santos ingleses y galeses de todas las épocas, incluidas las persecuciones de los siglos XVI y XVII, así como varias devociones adoptadas por diversas diócesis, como las sagradas reliquias, la Santa Casa de Loreto y Nuestra Señora in Porticu.

[4] Éstas, como las fiestas propias de una diócesis o país, era habitual encontrarlas en un apéndice del Misal, con los textos correspondientes y un suplemento al Gradual Romano para el canto.

[5] Hace poco el papa Francisco nos recordó que había descubierto el Rito Ucraniano gracias a la presencia durante su niñez de un obispo de ese país en Argentina, Stepan Chmil. (Discurso ante el Pontificio Colegio Ucraniano de San Josafat, 9 de noviembre de 2017.)

[6] V. Informe FIUV 6, Liturgical Pluralism and the Extraordinary Form; e Informe FIUV 21, El Rito Extraordinario y las iglesias orientales.

[7] Informe de situación de la FIUV 20: Septuagésima, vigilias y octavas en el Rito Extraordinario, 17. Otra característica del Rito Romano abolida antes de 1962 que sería útil en lo relativo al ciclo santoral sería últimos evangelios «propios»: en caso de incompatibilidad entre dos fiestas, la menos importante se conmemoraría leyendo Evangelio en vez del capítulo 1 de San Juan al final de la Misa. La importancia de restablecer esta costumbre la señalamos en Informe de situación FIUV 15, 21.

[8] Entre lo que se perdió antes de 1962 están las de la Cátedra de San Pedro en Roma y en Antioquía (18 de enero y 22 de febrero; se combinaron en esta última), San Juan Ante Portam Latinam (6 de mayo), la Aparición de San Miguel (8 de mayo), San Pedro ad Vincula (1 de agosto) y la invención de San Esteban (3 de agosto). También se perdieron misas votivas. Por otro lado, el Misal de 1962 es menos restrictivo que los anteriores en lo que se refiere a misas «pro aliquibus locis», indicándose en esta sección del Misal: «Las misas siguientes, conmemorativas de un misterio o un santo mártir, puede rezarse en todas partes a criterio del celebrante y de conformidad con las rúbricas. Del mismo modo, estas misas también se pueden rezar como votivas, a menos que de forma expresa alguna esté excluida.» («Infrascriptæ Missæ de Mysterio vel Sancto elogium in Martyrologio eo die habente, dici possunt ut festive ubicumque, ad libitum sacerdotis, iuxta rubricas. Similiter huiusmodo Missæ dici possunt etiam et votivæ, nisi aliqua expresse excipiatur.») Cf. las Rubricae Generalis del Misal, nº 302. Todas las misas citadas, con excepción de la Cátedra de San Pedro, aparecen en la sección «pro aliquibus locis» del Misal.

[9] Como se indicó en el Informe de situación 20, Septuagésima, 17, la supresión de la vigilia de Epifanía en 1955 se anuló en 1969. En la reforma de 1960 San Ireneo pasó del 28 de junio al 3 de julio, alteración que igualmente se corrigió en 1969. Hubo revocaciones de reformas muy anteriores, como San Hilario de Poitiers, Santa Catalina de Siena y Santa Isabel de Portugal. Los cambios en el santoral, a veces a fechas contiguas, se hicieron con la idea de sacar a algunos santos de las octavas y vigilias, que fueron suprimidas en la reforma de 1969.

[10] El arzobispo Bugnini, artífice de la reforma, señaló: «El calendario suscitó reacciones bastante negativas entre los periodistas laicos y la prensa católica en general (…) Los sacerdotes y fieles que entendían el culto y la religión desde una perspectiva orientada a la devoción quedaron desconcertados» (Annibale Bugnini, The Reform of the Liturgy 1948-1975 (Collegeville MN: The Liturgical Press, 1990), p315). Louis Bouyer se quejó de que la reforma había hecho un revoltijo con los santos. The Memoirs of Louis Bouyer: From youth and conversion to Vatican II, the Liturgical Reform, and after (Kettering OH: Angelico Press, 2015), pp. 222-3.

[11] Si una conmemoración no se celebra como la Misa o devoción del santo del día, se conmemora en las misas rezadas con una colecta, secreta y poscumunión adicionales.

[12] Incluyendo las conmemoraciones y cinco vigilias, pero no las fiestas movibles, el Calendario Universal de 1960 señala 249 días como no de feria de una u otra clase. Doce de dichos feriados son témporas, por lo que no se pueden celebrar en ellos misas dominicas ni la mayoría de las votivas. El Calendario Universal de 1969 señala 181 días como no feriados (incluidos 92 memoriales optativos), y no contiene témporas.

[13] Además de las fiestas importantes con fecha fija, que a veces caen en domingo, y el culto externo en festividades como el Corpus Christi y la Ascensión en domingo, las rúbricas de la Misa dominical se suelen sustituir por la fiesta de Cristo Rey el último domingo de octubre, y el culto externo de Nuestra Señora del Rosario el primer domingo de octubre. Como la fiesta de la Sagrada Familia se celebra siempre el primer domingo después de Epifanía, y la Trinidad el primer domingo después de Pentecostés, los formularios de esos domingos siempre se celebran los días de feria de la semana siguiente.

[14] A diferencia de los feriados que no pertenecen a la Cuaresma, cada día de la semana tiene en Cuaresma su propio formulario. La importancia de estas misas antiguas y su idoneidad para la preparación de la Pascua son puestas de relieve por los intentos históricos de trasladar fiestas sacándolas de Cuaresma, y porque estas ferias son de 3ª clase, y no de 4ª como las del resto del año. En la práctica, esto hace que resulte imposible celebrar misas votivas y santos con conmemoración en esos días sin un motivo especial. (Las témporas, que son ferias mucho más importantes, y son de 2ª clase durante todo el año).

[15] Con excepción de San Acacio.

[16] San Blas, San Dionisio, San Erasmo y San Jorge.

[17] Poniendo un ejemplo extremo, es un verdadero logro cultural para la Iglesia que Cristo y San Pedro aparezcan en algunos de los cuentos populares que recopilaron en Alemania los hermanos Grimm, dentro de un contexto que recuerda a los viajes entre los mortales de Tor y de Loki o de Zeus y Hermes en el antiguo paganismo europeo.

[18] Un ejemplo muy conocido es el de San Miguel Arcángel guiando a Santa Juana de Arco, Santa Catalina de Alejandría y Santa Margarita de Antioquía, muy popular en tiempos de Santa Juana y con frecuencia representado en el arte popular.

[19] El ejemplo más llamativo es la restauración milagrosa de los pechos de Santa Águeda, que le habían cortado sus torturadores, de la cual se habla en la colecta de su fiesta (5 de febrero) y de modo más explícito en su himno de vísperas, Quis es tu venisti. La fiesta de Santa Águeda se celebra en el Rito Ordinario, aunque sin dichos textos. Una vez más, el Evangelio para la fiesta de San Gregorio Taumaturgo (17 de noviembre), Marcos 11, 22-24, es el escogido porque trasladó una montaña. La colecta de San José de Cupertino (18 de septiembre) alude de manera algo lúdica a sus levitaciones. Y la colecta de Santa Escolástica (10 de febrero) habla de la entrada de su alma en el cielo en forma de paloma.

[20] Ejemplos de ello vemos en los estigmas de San Francisco (17 de septiembre), la conversión de San Pablo (25 de enero) y la aparición de Nuestra Señora de Lourdes (11 de febrero). Otros que entran en esta categoría que figuraron en el antiguo calendario universal y en el actual de 1962 son «pro aliquibus locis» son, por ejemplo, San Juan Ante Portam Latinam (6 de mayo), que conmemoraba el conato de martirio del apóstol San Juan, frustrado por un milagro, la Aparición de San Miguel (8 de mayo) y la Invención de San Esteban (3 de agosto).

[21] Aunque representan diversos órdenes en la Iglesia: sacerdotes, obispos, religiosos, seglares, mártires, confesores, vírgenes y viudas.

[22] Antes de 1960 había bastantes fiestas de gran importancia clasificadas como de rito semidoble o rito simple, mientras que las de muchos santos de la época de la Contrarreforma se clasificaban como de rito doble. La simplificación de 1960 llevó a que muchas de la primera categoría se convirtieran en conmemoraciones, mientras que las últimas pasaron a ser de 3ª clase. Y así, encontramos paradójicamente que San Luis Gonzaga (21 de junio) tiene una fiesta de 3ª clase mientras que santos importantes en la devoción popular como San Valentín (14 de febrero), San Jorge (23 de abril) y Nuestra Señora del Carmen (16 de julio) son fiestas.

En la reforma posterior al Concilio Vaticano II se intentó que la celebración litúrgica de los santos coincidiera con su dies natalis, lo cual en algunos casos sólo fue posible al eliminar otras fiestas que ocupaban su lugar. Una solución que aparece en algunos calendarios medievales consiste en permitir la fiesta de un santo en su dies natalis cuando éste está ocupado por una fiesta importante, aunque dicha fiesta se celebre más tarde en un día no ocupado.

[23] Conforme al principio general apuntado más arriba (nota 8), los santos incluidos en el Martirologio Romano o la sección del Misal pro aliquibus locis pueden celebrarse en sus respectivos días festivos o con misas votivas.

[24] Benedicto XVI, op.cit.

[25] Compilada por Jacobo de Vorágine con incorporación de textos mucho más antiguos.

[26] Según la versión empleada en el Rito Extraordinario.

[27] Restablecida más tarde como memorial optativo.

(Traducido por J.E.F. Artículo original)

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