El pasado domingo 27 de mayo el profesor Giuseppe Conte, encargado por el presidente de la República Sergio Mattarella de formar gobierno, presentó en el palacio del Quirinal¹ la lista de sus ministros, fruto de una estrecha colaboración con los dos partidos políticos principales con representación en el Parlamento: el Movimiento Cinco Estrellas y la Liga.
Ambos partidos habían encontrado un punto de convergencia en la decisión de encargar uno de los dos ministerios más importantes del nuevo gobierno, el de Finanzas, al profesor Paolo Savona. Más allá de la persona en sí, el nombre de Savona representaba un proyecto político: no el de abandonar el euro, sino la idea de renegociar de un modo más imparcial las relaciones entre Italia y la Unión Europea.
La negativa del Presidente de la República a la lista presentada por el profesor Savona, que resultó en el rechazo del gabinete propuesto, no es el rechazo de una persona cuya competencia reconoce el propio Jefe de Estado, sino el veto a una opción política. El non licet de Mattarella puentea en este sentido los poderes que la constitución italiana otorga al Presidente de la República. Con todo, la mayor parte de los italianos está descontenta con el euro, y esa insatisfacción es tanto más significativa porque cuando se firmó el Tratado de Maastricht (1992) y se introdujo la moneda única (1998), Italia era uno de los países más eurófilos del continente.
Cuando, en vísperas de Maastricht, el Centro Cultural Lepanto puso en guardia contra el neoeuropeísmo, nadie lo secundó (https://www.corrispondenzaromana.it/le-radici-della-crisi-dell’unione-europea-1991-2011). Hoy en día la mayoría de los italianos reconoce que las consecuencias de dicho tratado han sido catastróficas.
¿Por qué quiere Sergio Mattarella que la Unión Europea siga siendo intocable? Sencillamente porque su ideal político es el de una Europa socialista, sin fronteras políticas y culturales. Para él, el euro es algo más que una moneda. Es el símbolo de una utopía por la cual está dispuesto a jugarse la reputación y la credibilidad, como está sucediendo en estos días. Esto se explica por los orígenes de Mattarella, que están en la izquierda democristiana, llamada también catocomunista,
Fue discípulo de Aldo Moro en la época del compromiso histórico con el Partido Comunista. Apoyó a Romano Prodi en 1994. Fue también vicepresidente del Consejo de Ministros en el gobierno postcomunista de Massimo D’Alema (1998-1999); diputado, como católico de izquierda, en la lista de La Margherita² 2001-2006) y del Olivo³ (2006-2008), y elegido presidente de la República en 2015 como candidato del PD de Matteo Renzi.
«No soy un notario», ha dicho Mattarella reivindicando su autoridad para intervenir en defensa de la Eurozona. Ahora bien, el Presidente de la República no expresó ningún non possumus a la hora de suscribir y promulgar dos leyes subversivas para la moral, como la de uniones civiles, promulgada el 20 de mayo de 2016 bajo el gobierno Renzi, y la DAT (documento de voluntades anticipadas o testamento vital), aprobada el 20 de diciembre de 2017 bajo el gobierno Gentiloni.
En estos casos, el católico Mattarella no alzó la voz ni hizo declaraciones polémicas, limitándose a levantar acta del proceso de disolución de nuestra sociedad civil. Su alardeada integridad moral no le impedido suscribir y hacer suyas esas infames leyes, repitiendo así el gesto de sus predecesores democristianos con las leyes del divorcio y el aborto.
Hace pocos días se celebró con gran éxito la Marcha por la Vida, en la que millares de jóvenes y de familias provenientes de toda Italia tomaron por asalto las calles. Al igual que Emma Bonino, el presidente Mattarella tampoco se ha dado cuenta de que Italia está cambiando y de que la defensa de la familia y de la vida humana inocente coinciden con la de la soberanía nacional. La familia y el Estado, afirmaba Pío XII, son las dos columnas que mantienen en pie la sociedad, concebida y deseada por Dios. Los hombres no podrán destruir estos pilares básicos del orden natural, ni aunque ocupen más altos puestos en la Iglesia y el Estado.
Notas:
¹ Palacio del Quirinal: sede de la presidencia del gobierno italiano y lugar de residencia del Presidente.
² La Margarita (La Margherita), partido creado en 2002 por la fusión de varios partidos de tendencias socialdemócrata, democristiana o de izquierda cristiana.
³ El Olivo (L’Ulivo) fue una coalición electoral de centro-izquierda entre 1996 y 2007.
4 El PD (Partido Democrático), también de centro izquierda, fue el sucesor de El Olivo.
(Traducido por Bruno de la Inmaculada)