Meditación XVI
Composición de lugar. Ver como todas las cosas del mundo se desquician.
Petición. Oh Jesús, no seáis, mi juez, sino mi salvador.
Punto primero. Habrá, hija mía, una destrucción universal de que no ha habido ejemplo. El sol se oscurecerá, la luna será teñida en sangre, las estrellas caerán del cielo, el mar saldrá de sus términos, las aguas cubrirán la tierra, las aguas cubrirán la tierra, los montes caerán unos sobre otros, y los hombres quedarán atónitos, secos de terror y espanto, hasta que serán consumidos por el fuego, y nada quedará con vida sobre la faz de la tierra… Sonará la trompeta en los cuatros ángulos del universo, y resucitarán todos los muertos para ir al juicio… El alma se unirá al cuerpo desde el cielo o desde el infierno, y se darán un abrazo eterno… ¡Qué felices los que mortificaron el cuerpo!… ¡Qué desgraciados los que le dieron gusto pecando!… Irán todos los hombres al valle de Josafat a recibir la sentencia. ¿No los ves? ¡Qué largas hileras de todas las partes del mundo!… ¡Qué tristes y demudados los unos!… ¡Qué alegres y hermosos los otros!… ¿De quiénes serás entonces, alma mía?… Si ahora murieses, hija mía, ¿en qué fila formarías?
Punto segundo. Aparecerá entonces la señal de la cruz, y el Juez de vivos y muerto, Jesucristo, con inmensa majestad y grandeza, rodeado de todos los ejércitos de Ángeles, se sentará en su trono y juzgará a todo el orbe postrado de rodillas a sus plantas, como Creador, como Padre, como Redentor… como Creador te pedirá cuenta, hija mía, de todos los beneficios y dones naturales que te ha hecho, y de los que tú tan mal as huaso…Como Padre te exigirá estrecha cuenta de la correspondencia a su infinito y tiernísimo amor… Como Redentor te pedirá cuenta de la sangre que derramó por ti, de las gracias sobrenaturales que te ha dispersado… ¿Qué responderás a estas preguntas?… ¿Cómo el siervo inútil del Evangelio habrás de exclamar: He escondido, Señor, tus talentos: he usado mal de ellos?…¡Qué confusión!… Todos tus pecados ocultos, los que sabes, alma insensata, que callas en la confesión, se leerán, se conocerán por todo el mundo… Tus hipocresías…, tus pensamientos…, deseos…, tus escándalos, todo será revelado a la faz de todos los hombres… todos tus pecados, abuso de las gracias, resistencia a las inspiraciones de tu Angel bueno… todo, todo será descubierto a todas las gentes… ¡Infeliz! ¡qué confusión! ¡qué desesperación! Mas sin provecho… Confiesa ahora tus pecados, todos, hija mía, sin callar uno, y evitarás esta vergüenza.
Punto tercero. A una señal serán separados los buenos de los malos… los buenos a la derecha… los malos a la izquierda del Juez, que con rostro placentero dirá a los justos. Venid, benditos de mi Padre, a poseer el reino de los cielos que os está preparado desde el principio del mundo… ¡qué gozo!… Y con rostro airado dirá a los malos: Id, malditos al fuego eterno, que está preparado para los Angeles malos y sus secuaces… apartaos de Mí…; y en un momento los justos con cantares de jubiló se elevarán por los aires, y con su Rey Cristo Jesús subirán al cielo para gozar eternamente…, y los réprobos serán despeñados a los calabozo del infierno con los demonios para padecer eternamente… Maldición eterna al pecador obstinado… bendición eterna al inocente, y al pecador arrepentido. ¿Qué sentencia oirías, hija mía, si ahora murieses?… Mira tus obras, y responde… No seas insensata, y no te dejes seducir del padre de la mentira: hoy puedes morir, y ser juzgada y eternamente condenada… Confiesa tus pecados, y muda de vida, que ahora es tiempo de misericordia. No quieras, hija mía, perderte eternamente; conviértete de veras, sé buena, y vendrás conmigo a cantar eternamente las misericordias del Señor. Si eres mala, eternamente experimentarás su ira. Enmiéndate.
Padre nuestro y la Oración final.
Fruto. Examina tu conciencia, y haz una buena confesión con un sacerdote celoso, y prevente para este día con una vida cristiana. Teme al demonio mudo, y no te avergüences jamás de confesar todos tus pecados mortales.
San Enrique de Ossó