La insignia de la Madre de Dios

La última aparición de Nuestra Señora en Lourdes a Santa Bernardita tuvo lugar el 16 de julio de 1858, fiesta litúrgica de Nuestra Señora del Carmen y aniversario de la entrega del Escapulario a San Simón Stock.

Sin embargo, está claro que desde las apariciones de Fátima, que el título «Nuestra Señora del Monte Carmelo» para los hijos de María tiene un significado muy especial, especialmente hoy en día, cuando la hay una crisis en la Iglesia, una enfermedad: «habría que taparse los ojos para no ver que la Iglesia católica atraviesa una crisis grave. La fe cristiana parece estar desapareciendo… Las verdades fundamentales como la fe en Dios, la divinidad de Jesucristo, el cielo, el purgatorio y el infierno son cada vez menos creídos. Lo más inquietante es que estos artículos de fe son negados hasta por personas que se dicen católicas y frecuentan regularmente la iglesia».[1]

En efecto, la Iglesia indudablemente está muy enferma. Parece imparable la infección provocada ad intra: miembros de la misma Iglesia que buscan su ruina, aniquilando la Tradición y buscando sepultar la buena moral, devastación incesante desarrollada por sacerdotes que predican herejías y monjas que defienden el aborto.

También ad extra los enemigos de la Iglesia promulgan e imponen leyes injustas, y los delincuentes profanan las iglesias.

En la visión final del 13 de octubre de 1917, Nuestra Señora vestida de religiosa carmelita, presentó silenciosamente al mundo el Escapulario del Carmen, sosteniéndolo en una mano y el santo rosario en la otra, después de haber realizado lo que el Padre Pio Sciatizzi, S.J. llamó «el milagro más grande y más colosal de la historia».

«En su última aparición en Fátima, durante el llamado milagro del sol, la Santísima Virgen le hizo ver a la muchedumbre allí reunida una secuencia de cuadros que representaban los misterios del Rosario; y en cada nueva escena desarrollada en el cielo se mostraba bajo alguno de los títulos con los que habitualmente los fieles la invocan. Así pues, en la visión de los misterios gloriosos, surgía como Nuestra Señora del Carmen, cuya fiesta es celebrada por la Iglesia el 16 de julio.

Como todo lo que María Santísima realiza tiene su razón de ser, no cabe duda de que habrá un nexo entre esa manifestación de Nuestra Señora del Carmen, los misterios gloriosos y el mensaje de Fátima que Ella, en esa ocasión, revelaba».[2]

El R.P. Howart Rafferty, O.C.D., refiere que la Hna. Lucía, en la entrevista que le concedió el 15 de agosto de 1950, confirmó la visión, añadiendo ella, que era deseo de Nuestra Señora que el Escapulario fuera tomado como parte del mensaje: «Nuestra Señora sostenía el Escapulario en las manos, porque quiere que todos nosotros lo usemos... ahora el Santo Padre lo ha afirmado así al mundo entero, diciendo que el Escapulario es signo de consagración al Inmaculado Corazón. El Rosario y el Escapulario son inseparables».[3]

El Papa Pío XII dijo del Escapulario:

«Qué sea [el Escapulario Marrón] vuestro signo de consagración al Inmaculado Corazón de María, que Nosotros recomendamos en particular en estos tiempos peligrosos».

I. Sacramental por excelencia

Los sacramentales en sentido lato son todos aquellos ritos y ceremonias que acompañan la celebración del culto divino y la administración de los Sacramentos; en sentido estricto, son «algunos ritos, acciones o cosas particulares, de las cuales se sirve la Iglesia, a imitación de los Sacramentos, para obtener mediante su intercesión ciertos efectos especialmente espirituales… Fueron instituidos por la Iglesia y producen su efecto no «ex opere operato» sino, «ex opere operantis Ecclesiae», en cuanto que la Iglesia por su dignidad y en virtud de su poderosa intercesión, obtiene de Dios, si bien no infaliblemente, que al sacramental vaya unido en los que le usan dignamente el efecto espiritual, para el cual fue instituido».

Los sacramentales son de dos tipos: exorcismos y bendiciones.

Dios hace uso de los sacramentales por muchas razones, veamos éstas:

  1. Para aplastar la soberbia de Satanás. Dios se sirvió del arcángel San Miguel para arrojarlo de los Cielos (cf. Apocalipsis 12, 7-9) y de una frágil Mujer para aplastar su cabeza infernal (cf. Génesis 3, 15).
  2. Para darnos la oportunidad de hacer un acto de fe en Él. A muchos de nosotros nos aqueja el síndrome de Naamán. El profeta Elí le dijo a Naamán que fuera al Jordán a bañarse 7 veces, y que su lepra le sería curada. De no haber sido por el mejor juicio de sus servidores, pudo no haberse curado (cf. 2 Reyes, 5).
  3. Dios se sirve de los sacramentales por nuestras limitaciones. Todo nuestro conocimiento nos viene a través de nuestros cinco sentidos. Un invidente no puede percibir los colores. Por eso la Iglesia tiene ritos en la adoración a Dios y en su liturgia. Cuando Nuestro Señor Jesucristo curó al ciego de nacimiento, frotó con barro los ojos del invidente y le dijo que fuera a lavarse a la piscina de Siloé (cf. S. Juan 9, 1-7).

En la curación del sordomudo, el Señor usó saliva, tocó sus labios y oídos y dijo: efetá (S. Marcos 7, 34).

  1. Finalmente los sacramentales son un intento por traer a nuestras vidas diarias una relación continua con Dios. El pecado aleja a las criaturas de Dios, los sacramentales revierten el proceso y hacen que las criaturas nos volvamos a Él.[4]

El escapulario de Nuestra Señora del Carmen pertenece a los «pia populi christiani exercitia», a los ejercicios piadosos del pueblo cristiano (…) a las prescripciones y reglas de la Iglesia. Y es que el Escapulario es un sacramental, y el llevarlo significa hacerse acreedor de grandes indulgencias.[5]

II. Dos prerrogativas del Santo escapulario

La primera dice que el que lo vista no sufrirá el fuego eterno.

Esta prerrogativa no significa que el que lleva el escapulario ha de sentirse predestinado. El Concilio de Trento nos dice y declara que nadie puede creerse predestinado, sin revelación especial de Dios. Es decir, que es de fe la incertidumbre de la gracia y de la salvación, sin especial revelación divina.

Así como el santo rosario es un signo de predestinación, también lo es el escapulario, sin embargo, no lleguemos a la conclusión  –dijo Mons. Kilian Lynch, antiguo general de la Orden Carmelita- que el Escapulario está dotado de alguna clase de poder sobrenatural que nos salvará a pesar de lo que hagamos o de cuanto pequemos… Una voluntad pecadora y perversa puede derrotar la omnipotencia suplicante de la Madre de la misericordia.

Pero tampoco entendería bien esta prerrogativa y demostraría desprecio por la misma, quien dijere que, sin el escapulario, el cristiano se salva, si practica la Ley de Dios. Aunque esto sea verdad, el escapulario de la Virgen es garantía de este cumplimiento de la Ley divina y de una gracia especial de la Santísima Virgen para los devotos que llevan su santo escapulario y han tenido la desgracia de pecar, a fin de obtenerles el arrepentimiento.

Consecuentemente, respecto de los sacramentales han de evitarse la superstición y la frivolidad.

En los sacramentales hay una causa proporcional a los efectos deseados, la eficacia de éstos proviene de las oraciones de la Iglesia y de la fe de quien los recibe. No son amuletos mágicos, son una invocación a la acción de Dios.

El escapulario no es, pues, un amuleto provisto de una fuerza de encantamiento supersticioso. El escapulario remite simbólicamente a todo aquel que lo lleva devotamente, a la gran protectora María, y actúa en virtud de la confianza que en Ella se deposita.

Los frívolos menosprecian los sacramentales considerándolos como un medio utilizado solamente por los débiles e ignorantes.

San Alfonso María de Ligorio nos dijo: «Los herejes modernos se burlan del uso del escapulario. Lo desvalorizan como si fuese una tontería sin importancia».

Hoy como entonces no faltan quienes se burlen del escapulario, del santo rosario, del detente, medallas y demás sacramentales, preguntando si cosas tan accidentales y legendarias como ese trocito de tela tienen alguna importancia hoy en día.

La segunda prerrogativa hace referencia a la liberación de las penas del Purgatorio. No hay que entender que la Santísima Virgen personalmente baja al Purgatorio, aunque así se la representa en la iconografía, para librara los que vistieron el escapulario de las penas del mismo, sino que Ella, con su intercesión, les obtendrá la liberación.

Cuatro razones existen por las que este sacramental es tan poderoso:

  1. La Santísima Virgen prometióque quien portara este escapulario se salvaría del fuego eterno y Ella cumple sus promesas. Podemos confiar plenamente en la maternal protección de Nuestra Señora, que nunca nos defraudará.
  2. La segunda razón es por las oraciones de la Iglesia.Cuando es bendecido por el sacerdote, la Iglesia pide al Señor que conceda al devoto portador del escapulario dos gracias enormes: la protección contra el Maligno y la perseverancia en la gracia de Dios hasta la muerte. Lo que la Iglesia pide en la tierra, Dios lo da en el Cielo.
  3. La tercera razón es porque cuando nos lo imponen, quedamos incorporados a la Orden Carmelitana.Compartimos las buenas obras, trabajos y oraciones de los demás sacerdotes, religiosos y religiosas carmelitas.
  4. Y, por último, es poderoso por la fe de quien lo porta,ya que cuando nos comprometemos a portarlo, nos comprometemos asimismo a vivir el espíritu carmelitano de pobreza, castidad y obediencia, cada cual en su propio estado de vida.

III. El escapulario – vestido protector y «vestido con Cristo»

La devoción al escapulario marrón se legitimó por los milagros. Dios emplea los milagros como testimonio de la verdad de sus promesas y las de su Madre. Los milagros son usados por Dios para confirmar los fundamentos sólidos de las devociones que la Iglesia propone a los fieles. De todas las devociones adoptadas por la Iglesia ninguna se confirmó por los milagros auténticos que la del escapulario carmelita.

A. M. Weigel en su hermoso libro Confiar en la Madre expone una cantidad extraordinaria de milagros de la gracia mediante la intercesión de Nuestra Madre y particularmente a través del santo rosario, los escapularios y la medalla milagrosa. De igual forma Fátima.org.[6]

El Papa Pío XII, subrayó que el escapulario del Carmen es un memorial de todas las virtudes de María:

«Reconozcan en este memorial de la Virgen un espejo de humildad y castidad. Vean, en la forma sencilla de su hechura, un compendio de modestia y candor. Vean, sobre todo, en esta librea, que visten día y noche, significada, con simbolismo elocuente, la oración con la cual invocan el auxilio divino. Reconozcan, por fin, en ella su consagración al Sacratísimo Corazón de la Virgen Inmaculada, por Nos recientemente recomendada».[7]

Mientras que el pecado es vestirse de Satán, revestirse de su espíritu impuro, el sentido profundo del escapulario es, pues, el de vestirse con Cristo.

Uno de los mayores pecados de nuestro tiempo es el pecado de lujuria siendo el aborto una de sus consecuencias.

Sí, según la voluntad de la Madre de Dios, el escapulario tiene que ser también un vestido protector. Esto es válido particularmente para aquellas personas que ya no esperan nada de la vida, que desesperan de sí y de su entorno, que se sienten solas y abandonadas.

No olvidemos que la Santísima Virgen le dijo a Santo Domingo: Un día, a través del rosario y el escapulario, salvaré el mundo.[8]

_____

[1] GAUDRON, P. MATTHIAS, Catecismo católico de la crisis en la Iglesia.

[2] CORREA DE OLIVEIRA, D. PLINIO, Del Carmelo al Reino de María, revista “Dr. Plinio”. Año II. N.º 16 (Julio-1999); pp. 28-31.

[3] El Papa Pío XII el 11 de febrero de 1950.

[4] Cf.: SHAMON, P. ALBERT J MARY, Sacramentales y objetos benditos.

[5] GRABER, Mons. RUDOLF, Obispo de Ratisbona, discurso julio de 1965.

[6] http://archive.fatima.org/span/news/pdf/bt023s.pdf

[7] PAPA PIO XII, 11 de febrero de 1950.

[8] Cf.: SHAMON, P. ALBERT J MARY, El poder del Rosario.

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Germán Mazuelo-Leytón
Germán Mazuelo-Leytón
Es conocido por su defensa enérgica de los valores católicos e incansable actividad de servicio. Ha sido desde los 9 años miembro de la Legión de María, movimiento que en 1981 lo nombró «Extensionista» en Bolivia, y posteriormente «Enviado» a Chile. Ha sido también catequista de Comunión y Confirmación y profesor de Religión y Moral. Desde 1994 es Pionero de Abstinencia Total, Director Nacional en Bolivia de esa asociación eclesial, actualmente delegado de Central y Sud América ante el Consejo Central Pionero. Difunde la consagración a Jesús por las manos de María de Montfort, y otros apostolados afines

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