De la tiranía del demonio, a quien sirven los del mundo

Para el martes de la decimocuarta semana

PUNTO PRIMERO. De dos señores hace Cristo mención en el evangelio. El primero y verdadero es Dios, de quien dijimos en la meditación antecedente. El segundo es el demonio, como dicen san Agustín, príncipe de este mundo y gobernador de sus tinieblas, cuya tiranía, como dice el santo, es durísima y su señorío insoportable. Considera lo primero quién es este señor, y hallarás que es la criatura más vil, más baja, más pobre, despreciada e infame, tosca, sin fuerzas, ni saber ni poder, sin luz y sin virtud ni esperanzas de poderla tener, condenada a eterna muerte y a perpetuas prisiones en los calabozos del infierno: padre de mentiras y engaños con que ciega y despeña a todos los que le sirven. Pide a Dios luz para conocer sus astucias, y que te tenga de su mano para que no te engañe y despeñe en tu perdición, y que la de también a todos los hombres para que le conozcan y desprecien y no caigan en sus lazos.

PUNTO II. Considera la carga tan pesada de sus mandatos y la intolerabilidad de su gobierno, sin piedad ni misericordia, todo rigor, fatiga y cansancio, porque como tirano sólo pretende el mal de los hombres y su perdición: y por esto dice Dios por su profeta 1, que nunca los malos tienen paz; porque aunque digan paz, paz, siempre padecen la guerra de su mala conciencia, y la carga pesada de sus pecados. Mira lo que padecen los que codician las riquezas por mares y tierras, por soles y aires, por agua y por fuego, desterrados de sus casas sin gozar un día de descanso: pon los ojos en los ambiciosos, que por el viento de la honra andan atravesados perpetuamente de cuidados, y carcomidos de envidia de ver medrados a los otros; y de esta manera discurre por todos los vicios, y hallarás que todos son carga pesadísima para sus amadores: este es el gobierno del demonio, y estos sus preceptos y mandamientos: ruega al Señor que te libre de carga tan pesada.

PUNTO III. Considera la necesidad que padecen sus siervos, la esclavitud en que viven sujetos a sus deseos. Los ricos, dice David 2, tuvieron hambre y necesidad: pero los que buscaban al Señor no carecen de todo bien. Y si los muy ricos padecen de esta manera, ¿qué padecerán los demás? Acuérdate del hijo pródigo, que salió rico y honrado de la casa de su padre, y a pocos lances que asentó plaza en la de este tirano, se halló pobre, mendigo y desheredado, cargado de miserias y afligido de la necesidad: así son todos lo que sirven y sujetan a su tiranía con miserable consejo; no lo tomes tú de él más: aconséjate con Dios, conoce la tiranía de Satanás, su gobierno y huye de ella y acógete a la casa de Dios: mira al pródigo de quien hablamos, el cual en casa de su padre halló honra, el descanso y la abundancia que había perdido fuera de ella: lo mismo te sucederá a ti y a todos los que volvieren a la casa de Dios.

PUNTO IV. Considera el premio con que paga últimamente este tirano a sus criados, dando mayores tormentos en el infierno a los que en esta vida le sirvieron con mayor firmeza: su reino es el del abismo, sus coronas los carbones ardiendo, su paraíso los calabozos tenebrosos, sus músicas los aullidos espantosos, sus banquetes hiel y vinagre, y sus bebidas azufre ardiendo; sus camas de puntas y espinas entre víboras y serpientes, sus descansos son eternos tormentosos, que nunca se han de mitigar: con este galardón premia a sus criados este señor cruelísimo: ¿cómo es posible que haya quien le sirva en el mundo? ¡Oh ceguedad grande de los que sirven a tal señor y dejan de servir a Dios! Carga el peso de la consideración en lo dicho, y pídele a Dios con todo el afecto de tu alma que desengañe a los mortales, y que envíe predicadores que les den luz para no despeñarse en tan horribles tinieblas, y que los tenga de su mano para no servir a tan tirano Señor, sino que despreciadas sus astucias y conocidos engaños sirvan al verdadero y sumo Dios de todo su corazón, al cual ofrécete tú del tuyo para amarle y servirle eternamente sin fin.

Padre Alonso de Andrade S.J

1  Isaías 48.

2  Salmo 33

Meditación
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