Para el martes veinticuatro
PUNTO PRIMERO. Considera como llegando el fin del mundo dará muestras de acabarse, como suelen los hombres cuando se les acaba la vida, y como dice Cristo, el sol se oscurecerá, y la luna no dará luz, y los cielos se desencajarán de sus ejes y perderán su orden y movimiento, y las estrellas caerán del cielo a la tierra, y todos los elementos se descompondrán, y todo el universo perderá su orden y se reducirá a una temerosa confusión. Considera el fin que tienen todas las cosas, y cual estarán entonces los malos, sintiendo que viene sobre ellos y se acerca la justicia de Dios; si ahora tiemblan de un relámpago o de oír un trueno, ¿Qué temblor les causarán tantos truenos y rayos como entonces caerán del cielo, y las mismas estrellas que se desencajaran de sus lugares y abrasaran el mundo? Atiende a la vanidad de él y cual quedara desecha toda esta farsa cuando no se vea rey, señor, príncipe ni monarca, sino que todos sean iguales, y que ninguno tenga quien le valga ni se pueda valer a sí mismo, y solo les acompañe sus obras. Abre ahora los ojos, y mira despacio de lo que entonces quisieras haber hecho, y ponlo en ejecución.
Punto II. Considera lo que dice Cristo, que enviara delante de si, como precursores de su venida, a los ángeles con trompeta y voz grande, a que junten los hombres de las cuatro partes del mundo, y al sonido de aquella trompeta resucitaran todos los muertos y perecerán en el tribunal de Cristo cada uno conforme hubiere vivido; los malos llorarán, y los buenos se alegrarán, y cada uno tendrá las esperanzas según hubiere vivido. Medita despacio esta resurrección, y como estarás en aquel teatro universal del mundo; y saca de aquí desengaño de la vanidad presente de este siglo, y propósito firmes de disponer las cosas de tu alma para el futuro.
Punto III. Considera lo que dice el Señor, que vendrá en las nubes del cielo con grande potestad y majestad, y todas las tribus y naciones de la tierra le temblaran y lloraran su venida, especialmente lo que no lloraron acá y se dieron a risas y deleites en esta vida; dispón la tuya en mortificación y penitencia, de manera que puedas entonces gozarte con los escogidos, y no llorar con los condenados.
Punto IV. Carga la consideración sobre las últimas palabras de Cristo, que dice; el cielo y la tierra faltaran, y mis palabras no. Pondera la firmeza de esta verdad, y la duración de la vida futura, cotéjala con la brevedad de la presente, y hallaras que esta es un sueño y menos que un instante, respecto de la duración de aquella. Alarga los ojos de la consideración a aquella duración sin fin, y aquél tiempo sin termino para siempre, llora la ceguedad de los que por gozar de este soplo de vida engañosa, pierden aquella verdadera y eterna, y pide al Señor afectuosamente que los desengañe y que te de su gracia para no caer en su ceguedad, sino despreciar todo lo presente, caduco y perecedero por gozar de la vida bienaventurada y eterna.
Padre Alonso de Andrade, S.J