Prólogo
Akita es una ciudad situada al Noroeste de Japón, en la cual acontecieron unos hechos que la Iglesia ha reconocido oficialmente como sobrenaturales.
Tuvieron lugar en los años setenta en el Convento de las Hermanas “Siervas de la Eucaristía”, que dista 5 km de Akita.
La protagonista de los hechos milagrosos es Sor Inés Katsuko Sasagawa, nacida en 1931, que entró en 1973 en el Convento de las Hermanas “Siervas de la Eucaristía”, cercano a Akita, a sus 42 años. Ella estaba completamente sorda e incurable (cfr. I. Corona, Akita. Le apparizioni della Madonna a Suor Agnese Sasagawa, ed. Segno, Tagnavacco di Udine, 2015, p. 5).
Las apariciones
Las apariciones de la Virgen comenzaron el 12 de junio de 1973. Sor Inés Sasagawa estaba entrando en la capilla para la adoración eucarística hacia las 8:30 h y de improviso vio una luz intensa que salía del sagrario; los 2 días sucesivos se repitió el fenómeno, llenando a la Hermana de estupor, de paz y de serenidad. El 28 de junio de 1973 Sor Inés recibió los estigmas en forma de cruz en la mano izquierda, que le causaron dolores fortísimos. Seguidamente se le apareció su Ángel de la guarda, que le invitó a orar en reparación de las ofensas recibidas por el Sagrado Corazón de Jesús y por el Inmaculado Corazón de María.
El 29 de junio de 1973 los Ángeles se aparecieron en torno al altar de la capilla del Convento. Seguidamente (6 de julio de 1973) las manos de la estatua de María Santísima – realizada en madera – comenzaron a sangrar. Sor Inés, en 1973, recibió 3 “Revelaciones” (privadas) por parte de la Virgen de Akita, las cuales fueron reconocidas oficialmente en 1988 como no contrarias a la Fe y a las Costumbres, conformes a la doctrina católica y genuinas, por el entonces Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Joseph Ratzinger.
Los milagros
En 1981 la señora Chun (de Corea), enferma de un tumor cerebral en fase terminal, mientras oraba frente a la estatua de la Virgen de Akita sanó total e inmediatamente. La curación instantánea, inexplicable naturalmente, fue confirmada por el doctor Tong-Woo-Kim del hospital de Seúl. Monseñor John Sojiro Ito, Obispo de la Diócesis en la que se encuentra Akita, autorizó, entonces, el culto a “Nuestra Señora de Akita”. Sor Inés sanó instantánea y totalmente en 1973 y en 1982, para siempre, de su sordera absoluta.
Lacrimación de sangre
María Santísima de Akita, venerada allí como Corredentora y Mediadora de todas las gracias, derramó lágrimas de sangre alrededor de un centenar de veces y sangró por la herida en forma de cruz de su mano derecha.
La primera aparición y el primer Mensaje (6 de julio de 1973)
El 6 de julio de 1973, hacia las 3 de la madrugada, una “Mujer se apareció a Sor Inés y le dijo: “No temas, soy la que está junto a ti y te protege. Sígueme. El mundo actual hiere el Santísimo Corazón de Jesús. Tu sordera se curará. Ora por el Papa, los Obispos y los Sacerdotes” (I. Corona, cit., p. 12).
Apareció también una herida en forma de cruz en la mano derecha de la estatua, que sangró todos los viernes del mes de julio de 1973, tiempo en el que Monseñor John Sojiro Ito, Obispo de la Diócesis de Akita se encontraba en el Convento de las Hermanas y pudo constatar en persona muchos de los acontecimientos sobrenaturales. Además, hizo analizar el líquido lacrimal y las gotas de sangre por la facultad de Medicina de la Universidad de Akita, que declaró su naturaleza humana (G. Hierzenberger – O. Nedomansky, Tutte le apparizioni della Madonna in 2000 anni di storia, Milano, Piemme, 1996, p. 421).
La segunda Aparición y el segundo Mensaje (3 de agosto de 1973): el “gran Castigo”
En este segundo mensaje la Virgen anunció explícitamente un “gran Castigo”, que estaba a punto de caer sobre la entera humanidad. Sin embargo, se podía todavía aplacar la cólera de Dios con oración, penitencia y sacrificios.
Pidió especialmente a Sor Inés que se convirtiera en “la piedra descartada por los constructores”, que debería ser “clavada en la cruz con 3 clavos: la pobreza, la castidad y la obediencia, en el total abandono a la Providencia divina” (I. Corona, cit., p. 19).
La tercera y última Aparición y el tercer Mensaje (13 de octubre de 1973): “más grave que el Diluvio universal”
El 13 de octubre de 1973 la Virgen, en el 56º aniversario de la última aparición en Fátima (13 de octubre de 1917), especificó la naturaleza del “gran Castigo” y dijo que sería “un castigo más grande que el Diluvio universal de los tiempos de Noé, que se manifestará por medio del fuego del Cielo, que aniquilará a gran parte de la humanidad, buenos y malos, sin que se salven ni los religiosos ni los fieles. Los vivos estarán tan afligidos que envidiarán a los muertos. Las únicas armas serán el Rosario y el Signo [¿de la cruz?, ndr]. La Virgen preanuncia también luchas intestinas dentro de la Iglesia (Cardenales contra Cardenales, Obispos contra Obispos), en la Iglesia circulará corrupción y el Maligno tomará consigo también a muchos consagrados. Habrá verdaderas persecuciones urdidas por el diablo. Los Sacerdotes que me veneran serán despreciados y obstaculizados por sus hermanos… iglesias y altares serán saqueados. La Iglesia estará llena de aquellos que aceptan compromisos. El demonio empujará a muchos consagrados a dejar el servicio del Señor y será implacable especialmente contra las almas consagradas a Dios” (I. Corona, cit., p. 21-23).
La confianza en María Santísima unida a la oración del Rosario cotidiano serán las armas para salvarse (cit., p. 24).
El 13 de octubre de 1974 Sor Inés sanó instantáneamente de su sordera, el milagro duró inicialmente sólo 6 meses, pero se hizo definitivo en mayo de 1982.
El 4 de enero de 1974 la estatua de la Virgen de Akita lacrimó abundantemente y el 29 de septiembre toda la comunidad de las Hermanas notó una gran luz que emanaba de la estatua, transformándose en agua; el líquido fue enviado al laboratorio de análisis químicos de la Universidad de Akita y resultó ser “secreción humana” y más exactamente “sangre del grupo ‘0’, lágrimas y sudor humanos”. La estatua lloró 101 veces en el curso de los 7 años que pasaron entre 1974 y 1982. Además, la TV nipona estaba realizando un servicio sobre los sucesos del Convento de Akita cuando la estatua se puso a lacrimar y, así, 115 millones de japoneses pudieron ver la lacrimación de la Virgen de Akita en la pantalla del televisor, que transmitió durante varios días las imágenes del suceso (cfr. I. Corona, cit., p. 34).
Monseñor Ito, Obispo del Lugar, nombró una comisión de teólogos y científicos para determinar la verdad sobre los hechos de Akita. Los médicos reconocieron la salud mental y el equilibrio psíquico de Sor Inés. Los químicos determinaron que la materia recogida de la estatua lacrimante era sangre humana, mezclada con sudor y lágrimas humanas.
Conclusión: de Fátima a Akita
Monseñor Ito, en la Carta Pastoral del 22 de abril de 1984, tras consultar con la Santa Sede, autorizó la veneración de la Virgen de Akita en su Diócesis (Niigata), afirmando que “¡El mensaje de Akita es la continuación del mensaje de Fátima!” (I. Corona, cit., p. 43).
En Akita la Virgen volvió a pedir con insistencia rezar el Rosario cotidianamente, aceptar de Dios lo que nos envíe en el curso de nuestra vida y ofrecer los sufrimientos cotidianos en reparación de los muchos pecados cometidos en todo el mundo en estos tristísimos tiempos.
Los mensajes de Fátima y de Akita tienen un contenido apocalíptico común: el hombre moderno está trayendo el fuego a la tierra. Oremos, hagamos penitencia y estemos preparados para el nuevo Diluvio universal que sumergirá la tierra en el fuego.
Marianus
(Traducido por Marianus el eremita/Adelante la Fe)