Cuando comencé a usar sotana a diario, tuve un encuentro que jamás olvidaré. En una primera misa, se acercó un sacerdote y me dijo, «Ya no usamos vestidos negros.» Me quedé paralizado y no tuve respuesta, sólo silencio. Me alegra que aquel sacerdote me haya desafiado. Solo cinco años después pude encontrar una respuesta a su comentario sobre el «vestido». La respuesta es: los mártires claretianos de Barbastro.
¿Era solo un «vestido» lo que usaban? Era la guerra civil española (1936-39) en un pequeño pueblo al sur de los Montes Pirineos que separan a Francia de España. En agosto de 1936, 51 seminaristas jóvenes – la mayoría de ellos entre 20 y 24 años de edad – fueron asesinados en la ruta que une a Barbastro con Berbegal.1 Estos hombres estaban siendo formados en la oración y el estudio para ser sacerdotes de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, fundada por San Antonio María Claret. El fundador de los «claretianos», como se los llama, se convirtió en un obispo santo. Lamentablemente, la guerra civil española había comenzado en 1936.
El comienzo de la guerra fue un tiempo de gran agitación, resultante en muertes trágicas de muchos clérigosy religiosos martirizados bajo acusación de apoyar al fascismo. Los jóvenes seminaristas habían sido formados con el celo misionero tan necesario en nuestros tiempos, por lo cual era natural para ellos dar su vida para convertir almas a la fe.
Mientras los seminaristas estaban siendo arrestados, uno preguntó al superior si debían vestir ropa de civil o sotana. «El padre Munárriz dio su última y enfática orden; ‘¡Sotana! ¡Viviremos y moriremos en sotana!'»Los seminaristas claretianos usaron la sotana como insignia de coraje y fidelidad a Dios. Ningún seminarista se quitó la sotana ni siquiera para dormir, aunque era objeto de burlas y de un acoso brutal.2 «La sotana era particularmente irritante para los miembros más radicales del pueblo.»3 La muchedumbre gritaba a través de las paredes del pabellón en el que estaban detenidos.
«Los mataremos con sus sotanas puestas, y los enterraremos con los trapos que usan.»
«No los odiamos personalmente; odiamos su profesión, su hábito negro, su sotana, ese trapo repugnante.»
A muchos de ellos se les ofreció la libertad numerosas veces a cambio de quitarse la sotana.
Los únicos miembros de los claretianos no martirizados fueron dos extranjeros que fueron exceptuados de la masacre. Fueron enviados de vuelta a casa, pero estuvieron presentes en la escena, como testigos de las últimas palabras y hechos de los mártires.
Durante los últimos días, antes de enfrentar el paredón de fusilamiento, algunos miembros realizaron una última profesión de votos condicional. Otra palabra para esto es sub conditione, es decir, bajo la condición de que sus superiores los hubiesen aprobado en circunstancias normales.
Mientras esperaban, muchos testimonios fueron tallados en madera, escritos en envoltorios de chocolate, en un pedazo de papel pegado detrás de un calendario, y en una nota sobre un pequeño calendario pegado dentro del bolsillo de una sotana. Perdonaron constantemente a sus captores tanto por escrito como verbalmente. Cantaban salmos en voz alta y repetían frases cortas de alabanza a Dios y a la comunión de los santos, especialmente, «¡Viva Cristo Rey!»
A medida que iban en procesión al campo del martirio, la compañía vestida de negro parecía tan calmada que algunos humildes se quitaron el sombrero pensando que se trataba de una procesión de Corpus Christi. Quizás la reacción se debió a la sotana. La sotana es un símbolo sagrado. Introduce lo sagrado en el mundo. Los hombres de buen corazón reaccionan de una manera, pero los de malas inclinaciones actúan de otra. El hermano Pérez escribió, «Moriremos porque usamos sotana.»2 Temprano en la mañana, «el brillo de algunas luces convergían sobre ellos y sus sotanas negras. Cuando los revólveres y rifles ya estaba apuntando sobre ellos…»3 los hombres besaron las ropas que los cubrían. Estaban tan apretadas que la sangre corría bajo sus brazos y muñecas, manchando sus sogas. Tras la balacera en medio de la noche, los sonidos de muerte se mezclaron con sus oraciones, «Viva Cristo Rey,» mientras se aferraban a sus crucifijos y rosarios.
Tiempo después, los revolucionarios, conocidos también como el «comité», dijeron que «los jóvenes seminaristas podrían haberse salvado si solo se hubieran sacado las sotanas y negado su fe». 1 En 1992, el papa San Juan Pablo II los beatificó.
Para mí, la nota más conmovedora escrita durante su cautiverio fue la del beato Salvadore. Ecribió, «Mamá, no llores. Jesús me está pidiendo mi sangre; voy a darla por amor a Él. Seré un mártir. Voy a ir al cielo. Te estaré esperando allí.» Beato Rolando Rivi
Menos de una década después de los mártires claretianos, otro seminarista atravesó una lucha similar. En 1944, las tropas nazis ocuparon el seminario de Modena, Italia, situado a unos 320 kilómetros al norte de Roma, y todos los seminaristas fueron enviados a casa. «El beato Rolando regresó a su pueblo de San Valentino, llevando sus libros consigo para continuar sus estudios allí. En San Valentino, el joven seminarista nunca dejó de usar la sotana a pesar del creciente clima de violencia.»2 Sus padres le pidieron que se quitara la sotana, pero él respondió, «Estudio para ser sacerdote y estas vestimentas son un signo de que pertenezco a Jesús.» Por lo tanto una mañana de 1945, después de servir en la misa, el joven de 14 años tomó sus libros y partió al bosque cercanodonde solía estudiar.» Allí lo secuestraron y le quitaron la sotana. Algunos de sus opresores quisieron liberarlo debido a su corta edad, pero la mayoría acordó matarlo para que hubiera un sacerdote menos en el futuro.
«Los atacantes cavaron una tumba y forzaron a Rivi a arrodillarse en el borde. Mientras rezaba, el joven seminarista fue asesinado a balazos en el corazón y la cabeza. Su sotana fue hecha una pelota, pateada entre todos y luego colgada como ‘trofeo de guerra’ en la puerta de entrada a su casa.»
De las dos historias – la de los mártires claretianos y el beato Rolando – podemos concluir que la sotana ayuda a fortalecer a los jóvenes. También los hace un blanco que puede resultar en martirio. La historia del beato Rolando continúa porque un niño inglés fue sanado milagrosamente de leucemia por su intercesión. La crisis actual de nuestra Iglesia es tal que el sacerdocio ha sufrido una larga crisis de identidad. Reconforta escuchar a prelados que apoyan a los jóvenes que usan sotana, la armadura de Dios, como la llamó en la homilía de la misa de beatificación Su Eminencia el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causa de los Santos, al hablar de las «hienas, llenas de odio, que buscaban una presa para morder y devorar, arrancaron las vestiduras de Rivi tal como hicieron los verdugos de Jesús.»
Mito: Ya no usamos esos vestidos negros. Respuesta: beato Rolando Rivi, levante muchos sacerdotes santos.
Ad Iesum per Mariam,
Padre Carney