A finales del pasado año, el catatónico presidente de la Academia Pontificia para la Vida, Mons. Ignacio Carrasco de Paula, nombró miembro de la misma a Margarita Bofarull, presidenta del abortista, eutanásico y eugenésico Instituto Borja de Bioética. Fundado por el jesuita Francesc Abel i Fabre, firme partidario del aborto pre-implatacional, el Instituto se ha convertido con el paso de los años en el máximo referente de la bioética vendida a un poder dominante al que adula y aplaude con entusiasmo, pues de él vive.
La hermanita Bofarull nació en Barcelona el 2 de Febrero de 1961, religiosa de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús, fue provincial de la provincia de España Norte de su orden. Se licenció en Medicina y Cirugía en 1985. Ya antes de acabar la carrera colaboraba con el Instituto Borja. Vocal de su patronato muchísimos años, bebió desde el principio en las bioéticas y contaminadas fuentes del P. Abel, fundador del primer Centro de Planificación Familiar en Barcelona (condones, píldoras, diafragmas y DIU’s a gogó). Margarita Bofarull también preside el Comité de Ética Asistencial del Hospital San Juan de Dios, donde puede aplicar todas sus teorías. Licenciada en la heterodoxa teología moral de Facultad de Teología de Cataluña fue vicepresidenta durante cuatro años de CONFER (Conferencia Española de Religiosos), ese decrépito organismo que retroalimenta el decadente progresismo de los últimos mohicanos de una reserva marchita. Es también profesora de la Facultad de Teología de Cataluña y de la Universidad Centroamericana de El Salvador, en la que recalan por unos meses –no más- algunos hispánicos profesores con algún que otro remordimiento burgués –por privilegiados- en su gruesa conciencia.
El hecho de no tener ningún doctorado, condición quasi indispensable para enseñar en una Facultad teológica, no ha sido óbice para que la hermana Bofarull realice una carrera docente poco acorde con su titulación, y sí con sus contactos. Pero su timbre de gloria, el que le ha llevado a cubrir sus progresistas y bioéticas desnudeces, ha sido el de ser nombrada miembro de la Pontificia Academia para la Vida, convertida ahora por ese y otros nombramientos, en un nuevo campo de batalla entre los defensores de la Vida y los esbirros de la cultura de la muerte oliendo a incienso, que ya no están fuera, sino dentro. Hasta tal punto ha llegado la tensión, que cada vez son más las voces que, en la Santa Sede, piden el inmediato cierre de una Academia desprestigiada por las pifias de su adormilado presidente.[1]
Margarita Bofarull –tonta no es- siempre ha cuidado muy mucho sus declaraciones públicas y se ha guardado de firmar nada que pudiese comprometerla. Ya tiene a Núria Terribas, directora del Instituto Borja, para la tarea de demolición de la moral católica, que no deja de ser siempre un trabajo sucio. Ella es la que da la cara y firma lo que haga falta, que para eso le pagan y muy bien, por cierto. En cambio, la hermana Margarita es la cara amable, sonriente, beatorra, casi meliflua, de un instituto bioético que no deja de pontificar a favor del aborto, la eutanasia y la eugenesia terapéutica, siempre “en determinados casos”, no en todos, no vayan a pensar… Pero por la boca muere el pez. Son muchos años chupando rueda en los jesuíticos y eugenésicos brazos del padre Abel. Ciertamente la Bofarull no dice que el aborto sea un derecho, pero sí que afirma que “el tema del aborto está muy ideologizado. Es difícil hacer una reflexión serena cuando se convierte en una moneda de cambio partidista”.[2] Por lo visto ella es la única que está en condiciones de hacerla… Y sigue: “La Iglesia no puede hacer otra cosa que defender la vida. Eso está claro.” Pero la melindrosa máscara que luce acaba cayendo en el más puro estilo del Instituto Borja: “Pero también está claro que existen situaciones conflictivas que se han de analizar”. Y se explica: “Estamos hechos para la vida. Los actos de muerte nos pasan factura. Hemos de promover la vida. Tampoco creo que se trate de decir a lo mejor “no al aborto”, sino qué hacemos para ayudar a las personas a sacar las vidas, también las nacidas, adelante. Hay que ser muy coherente…” Coherente ¿con qué? ¿Con el derecho a la vida, que es absoluto? ¿Absoluto para el que nació y relativo para el no nacido? ¿Coherentes con el aborto cero o con el aborto “en algunos casos”?, pues “existen situaciones conflictivas que se han de analizar”. El humo ciega mis ojos amiga Bofarull…
Sin embargo, la brisa de lo políticamente correcto acaba por arrastrarla cuando dice que “el aborto no es un derecho de la mujer, otra cosa es que se deba regular legalmente ese hecho, pero no como un derecho, esa es otra cuestión”. Es decir, como la gente abortará de todas maneras, es mejor -como poco- despenalizar el aborto siempre “en determinados casos”, claro, que lo cubra la Seguridad Social y que se realice en abortorios debidamente autorizados y subvencionados. Porque la regulación empieza siempre ahí, por mínima que sea. Y es que estando los socialistas en plena ofensiva abortista tras la euforia de su llegada al gobierno, el Instituto Borja les echó una mano publicando el panfleto abortista Consideraciones sobre el embrión humano En el monográfico sobre el embrión de su revista Bioètica & Debat, el Instituto Borja ve “difícil” considerar individuo al embrión antes de su implantación. El texto indica que “antes de la implantación, en ningún caso se puede hablar de aborto porque aún no se ha iniciado la gestación”.[3] De ninguna manera los oráculos del aborto ético del Borja ponen en cuestión la Ley despenalizadora de 1985. Su reflexión parte de la intención del gobierno de hacer todavía más “libre” el aborto de lo que ya es. ¡Toda una declaración de intenciones! Al final, para convertir -sin restricción de conciencia- al embrión humano en material deshecho y experimentación para los bebés medicamento del Hospital de San Juan de Dios.
Es la declaración del Instituto Borja Hacia una posible despenalización de la eutanasia [4] el pútrido fundamento de las merengosas declaraciones que la Bofarull hizo en el programa Signes del Temps de TV 3: “Secularmente se había legislado sobre el hecho de que la vida era siempre un bien (cf. Evangelium vitae, 34). Pero hay momentos en que nosotros, la sociedad, decimos: No es suficiente vivir. Queremos vivir con una cierta calidad de vida”. Y en ese sentido, afirman los oráculos de la muerte del Instituto Borja que las condiciones para despenalizar la eutanasia serían estas: Una enfermedad que conduzca próximamente a la muerte, un sufrimiento insoportable, el consentimiento explícito del enfermo, aunque éste podrá obviarse en caso de concurrir determinadas circunstancias, la intervención médica en la práctica de la eutanasia -sería muy feo que la hiciese un carnicero-, la revisión ética, para tranquilizar la conciencia y notificación legal, para cubrirse las espaldas. Toda práctica eutanásica deberá contar con la aprobación de un Comité de Ética Asistencial que, en el caso del Hospital de San Juan de Dios de Esplugues, preside ¡la mismísima Margarita Bofarull! Ella y sus amiguetes decidirán cuan próximamente está la muerte, lo insoportable del sufrimiento y las circunstancias en las cuales pasarán por encima de la voluntad del enfermo, si es necesario, para darle el matarile.
Ciertamente, a muy pocos parece importarles lo que se cuece en el Instituto Borja. A Mons. Carrasco de Paula, el que menos. Cuando alguien de la Academia Pontificia para la Vida le pregunta extrañado –todavía quedan académicos honrados- por el nombramiento de Margarita Bofarull, responde escandalizado y canta las bioéticas bondades de la beatífica profesora. Sólo el fanatismo de algunos grupos próvida, de esos “que hacen más mal que bien”, busca empañar la fama de la santurrona. Sin embargo, las empalagosas palabras de la presidenta del Instituto Borja no pueden enterrar años inmoral y eugenésica doctrina, no pueden ocultar los sedimentos de una doctrina torcida y sórdida que confunde y mata, que engaña, miente y escamotea la verdad bajo barniz de misericordia cristiana: “¡Camada de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Mt 12,34).
Padre Custodio Ballester Bielsa
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[1] http://germinansgerminabit.blogspot.com.es/2014/01/la-academia-pontificia-para-la-vida.html
[2] http://www.tv3.cat/videos/4871891
[3] http://www.ibbioetica.org/es/img/home/BD_57_esp_F
[4] http://www.ibbioetica.org/cat/contenidos/PDF/Document_eutanasia_CAT.pdf