Meditación: de la medicina saludable del Santísimo Sacramento del altar

Meditación para el jueves 23 después de Pentecostés

Punto I. Considera lo que dice san Lucas, que en resucitando Cristo a la hija del archisinagogo, le mandó dar de comer, así para la confirmación de su resurrección, como para sustentar la vida que le había dado: en que nos enseñó, cómo el manjar divino que nos sazonó su mano en el Santísimo Sacramento del altar, restituye la vida de la gracia, y la conserva y aumenta como verdadero manjar. Considera su virtud y la necesidad que tienes de él, y venérale como debes y procura recibirlo, dando a Dios muchas gracias por la que te hizo incomparable en dejarte este pan de vida para conservar la de tu alma.

Punto II. Considera la fe tan viva con que aquella mujer enferma vino y llegó a Cristo, a la cual el mismo Señor atribuyó la salud que recibió: contempla la fe que debes llevar para recibir a Cristo; aviva la consideración de lo que te dan en este manjar, y la grandeza del Señor que recibes en él. Y mira cuánto pierdes por tu poca fe; pídele a Dios que te de su conocimiento, y una fe viva para recibirle y crecer alcanzar por su medio la salud que comunica a los que dignamente le reciben.

Punto III. Considera que esta mujer no tocó el cuerpo de Cristo inmediatamente, sino la orla de su vestidura y por ella alcanzó salud: así el que recibe este divino Sacramento toca los accidentes, que son como su orla, y por este contacto sale, virtud de su divino cuerpo, que le da salud. ¡Oh divino bocado! ¡Oh manjar celestial, cuya orla tiene tanta virtud; si la tenía la de la Vestidura del Salvador, cuánto mayor virtud tendrá su santísimo cuerpo que se nos da en este manjar celestial! Pondera esto y pídele a Dios gracia para comerle y recibirle dignamente, y con él la salud que comunica.

Punto IV. Carga el peso de la consideración en lo que dice san Lucas, que oprimiendo al Salvador las gentes por todas partes, llegó como pudo esta mujer, y en tocando la orla del vestido, sintió Cristo que salió virtud de él, y la sanó. Pondera cuánto va de tocar a tocar, y cuántos enfermos le tocaron y no sanaron, porque no llevaron la fe que esta mujer llevó; y cuantos reciben y tocan al Salvador, que no reciben la salud ni las gracias que comunica, porque no llevan la debida disposición ni la fe que deben llevar. Mira si la llevas tú, y si pierdes estas gracias por falta de ella, acusa tu negligencia, y pide a Dios que te disponga y que te de la viva fe y la bonanza que tuvo esta santa mujer, para que tocándole como ella, merezcas alcanzar la salud de tu alma que ella alcanzó en el cuerpo.

Padre Alonso de Andrade, S.J

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Meditaciones diarias de los misterios de nuestra Santa Fe y de la vida de Cristo Nuestro Señor y de los Santos.

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