Historiador y escritor católico de pluma prolífica, Charles Coulombe (Manhattan, 1960) concedió una entrevista a Adelante la Fe desde Austria, donde se encuentra actualmente profundizando en sus conocimientos de teología. Entre su abundante bibliografía destacan títulos como Puritan’s Empire: A Catholic Perspective on American History (2008), considerado un nuevo clásico por el público católico norteamericano y The Pope’s legion : the multinational fighting force that defended the Vatican (2008), sobre la apasionante historia de los zuavos pontificios de Pío IX.
AF: Sr. Coulombe, es un honor tenerlo con nosotros en Adelante la Fe. En primer lugar, ¿cómo se encuentra? ¿Cómo ha vivido estos extraños días de cuarentena?
Bueno, fui muy afortunado al estar estudiando aquí en Austria. Aunque la mayor parte de los estudiantes fueron enviados a sus casas, por causa de la distancia yo habría tenido que viajar de regreso a Estados Unidos y, por razón de mi edad, me permitieron quedarme. Como la mayoría de mis compañeros de cuarentenaaquí eran sacerdotes he tenido acceso a los Sacramentos, lo que no podría haber ocurrido en Los Ángeles. No ha habido escasez de alimento ni de cualquier otra cosa aquí en Austria y con mis libros e internet, ¡nunca me faltó material de lectura ni noticias de mis amigos alrededor del mundo!
AF: Occidente no ha visto una conmoción semejante desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. ¿Cuáles son las lecciones que podemos aprender de la manera cómo el Estado y la Iglesia solían enfrentar las plagas y otras emergencias del pasado?
Debido a la ausencia de la comunidad instantánea, la Iglesia y el Estado lidiaban con las pandemias en una manera muy poco sistemática, antes que de una manera tan tajante como ahora. Algunas áreas (como Filadelfia, en los Estados Unidos) padecieron un cierre completo de las iglesias católicas por órdenes del arzobispo local. Otras tenían solo misas al aire libre, incluso procesiones. Las reuniones de grandes grupos de gente solían estar prohibidas en todas partes y en algunos tiempos y lugares las cuarentenas fueron tan draconianas como las de ahora, en otros no.
AF: Vastas regiones de los Estados Unidos, Europa y prácticamente la totalidad de América del Sur están hoy (25 de abril de 2020) bajo cuarentenas y toques de queda. ¿Cuál es su recomendación para los católicos que están luchando con esta realidad sin acceso a los sacramentos?
Varias cosas. En primer lugar, lo obvio: aumentar la devoción al Sagrado Corazón, el Rosario, etc. Ver misas en vivo. Hacer actos de contrición y comunión espiritual y luchar con mayor dureza para evitar el pecado mortal. Pero más allá de eso, hay lecciones que aprender de este tiempo terrible para cuando retornemos a la normalidad. No debemos NUNCA dar por sentados nuevamente a los sacramentos, jamás. Más aún, debemos darnos cuenta que se nos ha ofrecido una muestra de lo que significa vivir fuera de la Iglesia, sin eucaristía ni confesión. Así es como son las cosas para los no-católicos y ellos ni siquiera lo saben. Esto debe llevarnos a redoblar nuestros esfuerzos para traer almas a Cristo a través de los sacramentos, esto es, a evangelizar. No es algo «lindo», como invitar a un amigo a unirse a nuestro club, es más bien algo esencial, como alimentar a alguien que se está muriendo de hambre.
AF: Crisis como esta nos fuerzan a pensar en verdades y hábitos olvidados. Por ejemplo, ha habido –incluso en círculos católicos ortodoxos- una desconfianza de la contemplación, i.e.: del cultivo de la metafísica y la teología especulativa entre sacerdotes y laicos comunes y corrientes, e incluso un cierto desprecio por la vieja tradición de actividades de ocio piadosas y católicas (como contar cuentos, practicar juegos, etc…) que podrían hacer la cuarentena no solo aguantable sino fructífera. ¿Cuál es su opinión al respecto? ¿Tiene alguna recomendación para la práctica de la vieja virtud católica de la eutrapelia en nuestros tiempos?
De hecho, lo mismo que acabas de decir: volver a aprender la vida familiar, si tienes una: comer juntos, conversar, bromear, jugar juegos. Si tienes los medios, mirar películas viejas juntos. En una palabra, hacer lo que la vida moderna, que muchas veces reduce el hogar familiar a un mero hospedaje, frecuentemente nos ha impedido de hacer: vivir juntos como una familia. Por otro lado, si vives solo como yo, usa cualesquiera medios para mantenerte en contacto con tu familia y amigos, pero también utiliza todo tiempo extra que tengas para leer todas las lecturas que otrora pospusiste.
AF: Finalmente, ¿cuáles son sus recomendaciones de libros para cuarentenas, cierrapuertas, toques de queda y otras situaciones pre-apocalípticas semejantes?
Si tienes acceso a internet, casi todo lo que es de dominio público en la mayoría de lenguas europeas está disponible y existe google translate para ayudar a darte una versión aproximada de los idiomas que no conoces. Así que puedes leer los clásicos: de Don Quijote a Shakespeare. Puedes también acceder a autores que todo católico debería conocer pero que pocos lo hacen: Juan Donoso Cortés, Jaime Balmes, Antonio Aparisi Guijarro, Lucas Alamán, Ramiro de Maeztu, Francisco Elías de Tejada y Spínola, Marcelino Menéndez y Pelayo, José de la Riva Agüero y Osma, Guillermo Lohmann Villena y José Agustín de la Puente Candamo, por mencionar solo a unos pocos de los grandes historiadores y polígrafos que la Hispanidad ha dado al mundo. ¡Pero hay que tener también algunas lecturas amenas y ligeras! ¡Y, por sobre todo, cultivar el sentido del humor!
AF: ¿Hay algo más que podamos aprender de este tiempo tan extraño?
Precisamente. Una de las ironías de la época moderna es que, mientras los vuelos internacionales han sido cancelados y fronteras nacionales e incluso provinciales se han cerrado y estamos encerrados en nuestras casas, muchas veces sin poder ver a nuestros familiares, amigos o incluso vecinos cercanos, el internet nos pone en contacto con personas al otro lado del mundo que están compartiendo precisamente la misma experiencia. Estamos colectivamente aislados. Al mismo tiempo, en muchos lugares las iglesias están cerradas mientras los abortorios continúan asesinando niños. Debemos utilizar este extraño y paradójico tiempo para construir entre nosotros un sentido de solidaridad pancatólica. Nuestros hermanos católicos en todos los continentes están enfrentando retos muy similares a los que enfrentamos nosotros. Así que unámonos con la iglesia perseguida en China, con la iglesia devastada en Italia y, de hecho, con la iglesia en todos los países bajo el sol. A través de la Iglesia, el Reino de Cristo puede incorporar cada nación de la tierra, pero también a nuestros hogares y nuestras propias almas. Hagámonos conscientes de este hecho.
(Entrevista realizada por César Félix Sánchez para Adelante la Fe)