Dios eterno y todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos postramos ante Vuestra Majestad y te damos nuestras más sentidas gracias por el inestimable don de la Fe católica que te has dignado revelarnos por medio de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Recibimos esa divina luz en el bautismo, y te prometimos mantener intacta dicha fe hasta la muerte.
Incrementa en nosotros el don de la Fe católica. Que por tu gracia se afiance hasta hacerse imperturbable. Ayúdanos a entender mejor cada día la belleza y profundidad de la Fe católica para que vivamos en la honda alegría de tu divina verdad y estemos dispuestos a sacrificarlo todo antes que transigir o traicionar esa Fe. Concédenos la gracia para determinarnos a padecer la muerte mil veces por un solo artículo del Credo.
Acepta condescendiente de unos pecadores como nosotros este acto de humilde reparación por todos los pecados cometidos contra la Fe católica por laicos y sacerdotes, en particular los altos prelados que, contraviniendo la promesa que hicieron en su ordenación sacerdotal de ser maestros y defensores de la integridad de la Fe católica, se han vuelto paladines de la herejía que emponzoñan el rebaño que les ha sido encomendado y ofenden gravemente la Divina Majestad de Jesucristo, Verdad encarnada.
Danos la gracia para ver con la luz sobrenatural de la Fe toda nuestra vida y las tremendas pruebas que está atravesando nuestra Santa Madre Iglesia. Ayúdanos a creer que harás reverdecer la Fe en este inmenso desierto espiritual para ornar el vergel de la Iglesia con nuevas obras de fe e iniciar una nueva era de Fe.
Creemos firmemente que la Fe católica es la única fe y religión verdadera, y que invitas a toda persona a aceptarla. Por la intercesión de la bienaventurada Virgen María, destructora de todas las herejías, y los grandes mártires y confesores de la Fe, imploramos que la Fe santa, católica y apostólica triunfe en la Iglesia y en el mundo para que ningún alma se pierda, sino que llegue al conocimiento de Jesucristo, único Salvador de la humanidad, así como que por medio de una fe ortodoxa y una vida recta alcancen la eterna bienaventuranza en Ti, Santísima Trinidad Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todo honor y gloria a Ti por los siglos de los siglos, amén.
+ Athanasius Schneider, obispo auxiliar de Santa María de Astaná
(Traducido por Bruno de la Inmaculada)