
ROMA, 31 de enero de 2017 (LifeSiteNews) – Una reacción violenta tras los intentos de combatir la distribución del preservativo ha sacudido los cimientos de la antigua entidad soberana de la Orden de Malta. La polémica ha resultado en una víctima clave: Fray Matthew Festing, Gran Maestre de la Soberana Orden Militar de Malta (SOMM), se ha rendido. La óptica no es buena. Al solicitar su dimisión, el Papa Francisco ha «humillado públicamente a un caballero católico por defender la ortodoxia moral», como lo expresó el Wall Street Journal.
LifeSiteNews también se ha enterado de que el hombre en el centro de la controversia, previamente destituido por ser responsable de la escandalosa distribución de anticonceptivos, ha sido reinstalado por el Papa con incluso más autoridad de la que tenía antes.
El 25 de enero la SOMM comunicó que El Hno. Matthew Festing, de 67 años, se reunió con el Papa Francisco y decidió renunciar a petición del Pontífice. Desde entonces, el Vaticano ha anunciado el envío de un delegado para gobernar la Orden, junto con el jefe interino, El Hno. Ludwig Hoffmann von Rumerstein. Von Rumerstein estará en su lugar hasta que una reunión extraordinaria elija un nuevo Gran Maestre, según un comunicado de prensa fechado el 28 de enero.
Festing entregó su renuncia después de que el Consejo General votara a favor – excepto un voto – de su decisión y así terminó su gobierno de ocho años de la orden caballeresca más grande del mundo. Con su renuncia se rindió efectivamente a la lucha entre las dos más viejas entidades diplomáticas en el mundo occidental – una lucha provocada por el despido de Albrecht v. Boeselager, gran canciller, antes de Navidad. La renuncia del Hno. Matthew promete allanar el camino para una investigación a la Orden y purgar más elementos no deseados; presumiblemente aquellos que no están en línea con el restituido Boeselager. Como informó el veterano reportero vaticano Edward Pentin, el Vaticano aplicó «una presión muy fuerte y directa» al Consejo, sin estar seguro de si la renuncia realmente recibiría una mayoría.
Pero la cabeza de Festing puede no ser la única en rodar. De acuerdo con Edward Pentin, el Papa Francisco recibió a Matthew Festing en una audiencia privada el 24 de enero. En esta audiencia, el Papa pidió al Gran Maestre que redactara una carta de renuncia, misma en la que Festing incluyó –por petición- que el Gran Maestre había pedido el despido de Boeselager como «empujado» por el Cardenal Raymond Burke, el patrono de la Orden. Como patrono Burke no tiene autoridad directa para gobernar, sino que sirve como embajador del Papa en el consejo soberano de la SOMM. ¿Se «rastreará» la destitución de Boeselager hasta Burke, y el cardenal sufrirá castigo por su consejo?
Es curioso observar que a Boeselager se le han dado facultades sin precedentes que no están ni en los estatutos de la Orden ni las tuvo antes de su despido. En una carta, el Papa Francisco anunció que «nombrará a un delegado especial» y reiteró que todos los «actos del Hno. Matthew Festing» son «nulos» – como una carta del cardenal Parolin, secretario de Estado del Vaticano, ya ha dicho. Francisco agregó que «el barón von Boeselager es considerado miembro del Soberano Consejo y desde ese momento debe ser invitado a todas las reuniones del Consejo, en caso contrario la reunión sería nula». Boeselager se convierte así en un «garante» de la Validez del Consejo, poniendo en efecto a la misma persona que originalmente desafió los deseos del Gran Maestre a cargo.
Otro elemento es la participación del Papa. Fue por la reciente exhortación del Papa a «liberar a la Orden de la Francmasonería» en combinación con el antiguo escándalo del condón, en el que Boeselager estuvo involucrado como Gran Hospitalario, que había llevado al Gran Maestre a pedir a Boeselager que renunciara antes de Navidad. A Boeselager – obstinado en su negativa – se le tuvo que pedir bajo obediencia que saliera, y esto preparó el escenario para un ataque excepcional en el gobierno de la orden. Todo esto culminó en aquel momento en que el Consejo Soberano votó a favor de aceptar la renuncia de Festing. Como líder del soberano Vaticano, el Papa se ha mezclado en asuntos diplomáticos internacionales, que pueden «entenderse bajo el derecho internacional» como «efectivamente la anexión de un país por otro», escribió el abogado canónigo Ed Condon. La interferencia del cardenal secretario de Estado Pietro Parolin con su carta del 27 de enero ha sido considerada inconstitucional.
Otra observación angustiosa es la siguiente: si, por su petición de dimisión del Hno. Matthew, el Papa trató a Festing como un religioso más que como un hombre de estado, Francisco como líder supremo de la Iglesia y vicario de Cristo instó a Festing bajo la obediencia religiosa a hacer precisamente lo que Festing había pedido de Boeselager. Con una diferencia: Boeselager nunca abandonó por su propia voluntad, a pesar de los fundamentos de pruebas moralmente cuestionables; por otro lado, Matthew Festing tuvo la integridad de seguir a su «superior», el Papa. Con la restitución de Boeselager, el incumplimiento gana la batalla.
Lo que queda sin resolver y encubierto es la misteriosa donación de 120 millones de francos suizos en un fideicomiso accesible a la facción de Boeselager de un benefactor residente en Francia, como informó Edward Pentin, así como la participación del cardenal alemán Reinhard Marx en toda la prueba. De acuerdo con la información recopilada por LifeSiteNews, Marx estuvo visitando al cardenal Pietro Parolin junto con Boeselager durante su estancia en Roma para la reunión C9 antes de Navidad para participar en la discusión con el cardenal Pietro Parolin.
Lo que se ve claramente es que la restitución de Boeselager significa el triunfo para el pequeño grupo de la facción alemana de la Orden que sostiene el azote del dinero por encima de la ley y los estatutos de la Orden. Como sucede con tanta frecuencia en la reciente historia de la Iglesia del mundo de habla alemana, sigue siendo cierto que la participación en escándalos -aún tan graves como la distribución del condón- puede ser barrida bajo la alfombra si el dinero está en juego. El mandato de Boeselager como Gran Canciller llegará a su fin natural en 2019. Hasta entonces se le ha dado el tiempo, la estatura y los medios para guiar a la Orden a su manera.
Ya han desaparecido los días en que el Papa, con respetuosa distancia, reafirmaba la soberanía de la Orden, como lo hizo Benedicto XVI pocos días antes de su dimisión: «La ocasión que nos une es el noveno centenario del solemne privilegio Pie Postulatio Voluntatis del 15 de febrero de 1.113, mediante la cual el Papa Pascual II colocó bajo la protección de la Iglesia a la recién creada «Fraternidad hospitalaria» de Jerusalén, dedicada a San Juan Bautista, y le otorgó un estatuto soberano, constituyéndolo como Orden en la ley de la Iglesia, con la facultad de elegir libremente a sus superiores sin interferencia de otras autoridades laicas o religiosas «.
(Traducción de Rocío Salas)