¿Por qué la Iglesia hoy no evangeliza a los judíos?

I.-

¿Cuál fue el apostolado llevado a cabo por nuestro señor Jesucristo? El principal apostolado externo que Jesús realizó en Su vida pública no fue sino la misión hacia los judíos, esto es, se empeñó en proselitizar judíos y lo vivió con tal radicalidad y exclusividad que casi no se dirigió a los paganos (sólo accedió a hacer un milagro a una pagana luego de que ésta analogara el dicho beneficio con las migas que caen de la mesa de los judíos).

Lo dicho mueve a preguntarnos, “¿cómo marcha en la actualidad el apostolado eclesial para con los judíos?”

La pregunta es muy amplia, pero la respuesta, que excede el objeto de esta breve nota, lamentablemente es muy negativa ya que, de modo casi absoluto, de facto, hoy se priva, a los hebreos de lo único importante: Nuestro Señor Jesucristo, el único Salvador del género humano. Por si alguno dudase de nuestra afirmación, le recordamos que, durante el actual Pontificado, la Santa Sede admitió explícita y oficialmente que la Iglesia no está haciendo ningún apostolado institucional para con los judíos.

Pero, hoy no sólo se discrimina a los judíos al privarlos del conocimiento de la Buena Nueva (¡he aquí la más horrible de las discriminaciones!), sino que hay una tendencia, encarnada (en mayor o menor grado) incluso en algunos de los últimos Pontífices, en contentar a la Sinagoga, incluso a expensas de parecer olvidar que San Juan, en el Apokalipsis, condenó a perpetuidad a la «Sinagoga Satanae«, como infaliblemente la llama el texto sacro (Apoc 2,9).

¿En qué se ve esta tendencia diplomática? Varios ejemplos se nos vienen a la memoria.

Esta actitud contentatoria (que sustituyó a la condenatoria) se vislumbró tímidamente en la modificación de la Liturgia del Viernes Santo hecha por S.S. Pío XII, se agudizó con la ambigua fórmula exculpatoria de Nostrae Aetate cuyo texto base fue elaborado por un clérigo sodomita confeso, Gregory Baum-, se consolidó con el lema de los «hermanos mayores en la Fe» acuñado por S.S. Juan Pablo II (que estaría bien si pensásemos que los hermanos mayores en la Biblia siempre son homicidas…), se prolongó con la advertencia de S.S. Benedicto XVI según la cual no se puede levantar una excomunión a quien objete la existencia del llamado «holocausto» y alcanzó su cumbre en el actual pontificado, conforme a lo que la prensa dice.

Veamos lo que, en realidad, querríamos creer que fuesen simples calumnias:

Según informó Rome Reports, el actual pontífice fue asombrosamente incluido en la lista de los 50 judíos más influyentes del mundo. Precisemos que se trata de una lista hecha por el poder judío mundial, y no por un periodista cualquiera. Lo llamativo es que lo incluyan en una lista compuesta por judíos (¿será que quieren que el apellido paterno del descendiente de italianos del Piamonte, proceda de “Berg”, uno de los prefijos más comunes de los apellidos hebreos? ¿O quizás quieran pensar que el Piamonte fue una de las zonas más importantes de la judería italiana? ¿O será que la cantidad de ritos judíos a los que asistió como cardenal en Buenos Aires, (incluso a una o más Nochebuenas) les permitiría pensar que un católico debe ser considerado judío? La verdad es que no lo sabemos, lo que sí sabemos es que varios diarios informaron que, en diversas sinagogas porteñas, lo llamaban «rabino Bergoglio» y que el rabino Bergman lo llama afectuosamente «mi Rabino» y que, en su despacho, conserva su foto con el Papa junto al símbolo de la masonería, por si quedaban dudas… En fin: cada uno se apropia de quien quiere y como quiere.

• También maliciosamente dicen algunos medios que el actual pontífice milita por el aumento de la inmigración musulmana a Europa, en lo cual llamativamente coincide exactamente con el magnate judío George Soros, quien destina buena parte de su malhabida fortuna en promover la migración islámica (aunque no a Israel, claro) para erosionar las identidades nacionales de los países que otrora conformaron la Cristiandad. Esto es muy importante para los judíos ya que el rabinato considera, como admitió recientemente un rabino francés, que mientras Europa se mantenga cristiana, el Mesías no vendrá.

La prensa, siempre desinformante, informó que, para muchos judíos, el actual pontífice, «es un rabino más» tanto que han llegado a informar que el mismo poder judío mundial declaró, en el famoso diario «Times of Israel», que, para los judíos, no había ningún candidato para Papa mejor que Bergoglio. Otro diario,el Washington Post informó que Francisco es «un aliado de los judíos».

Como vemos: apropiaciones.

El rabino Skorka, co-autor de un libro con Bergoglio, declaró a la prensa judía que el compromiso del Papa Francisco para con los judíos es un compromiso total («his commitment with the Jewish people is total»).

En estos tiempos,se ha promovido una revisión y puesta en duda de la exégesis tradicional sobre el tema del «fariseísmo», llegando a defender, aunque más no sea implícitamente al fariseísmo, arguyendo que San Pablo y San Nicodemo habían sido fariseos.

A fin del año pasado, se hizo por parte de la Santa Sede, un pacto con el presidente de Israel para luchar «contra el antisemitismo«. El hecho es particularmente interesante ya que el lobby judío mundial tiene un concepto muy amplio de lo que entienden por «antisemitismo». En efecto, como indica un reciente informe hecho por la DAIA, todas las siguientes expresiones son consideradas «antisemitas», a saber:

a) críticas a los crímenes del Estado de Israel;

b) estudios revisionistas sobre el nazismo;

c) asociaciones terminológicas entre el judaísmo y la avaricia;

d) asociaciones entre el judaísmo y el poder mundial;

e) relaciones entre el deicidio y los judíos;

f) críticas al sionismo, entre otros).

Pocos se dan cuenta de que, si se adoptara una acepción tan amplia del vocablo «anti-semitismo», la condena del antisemitismo implicaría la condena de buena parte del Nuevo Testamento, especialmente de los Evangelios de San Mateo y San Juan y del Epistolario paulino. Esto es, la condena del antisemitismo hecha por el lobby judío mundial, es una condena diabólica ya que implica condenar parte de la Divina Revelación y, por ende, a su Autor: Dios.

II.-

Ahora bien, ¿por qué se vieron y se ven tantos intentos eclesiales de contentar a los judíos? Queremos creer que es con la intención de convertirlos, lo cual es pensable en casos como el de S.S. Pío XII, que convirtió al gran rabino de Roma, Eugenio Zolli, que, por convertirse, padeció el ostracismo total de parte de la Sinagoga (lo ex-sinagogaron, diría Castellani). Podríamos pensar lo mismo en el caso de S.S. Juan Pablo II, quien nombró a Santa Edith Stein (judía conversa), co-patrona de Europa.

¿Y en tiempos actuales? Claramente no sería por la misma razón pues, hoy, “el proselitismo es pecado”

Sea lo que fuere, esperemos que no sea “el temor de los temores” es decir, el «temor a los judíos», un temor perenne, teológico y bíblico que llevó a los Apóstoles a encerrarse hasta la venida del Espíritu Santo, que los colmó de parresía. El temor que, como indica lacónicamente el Catecismo de la Iglesia Católica (núm. 675), será al final de los tiempos un temor cómplice y apostático frente al proyecto mesiánico sinagogal. Esperemos…

¡Ven Espíritu Santo, llénanos con Tu Fuego, extingue nuestro «temor a los judíos» y danos lenguas de fuego para predicarles la Buena Nueva de Aquél a Quien sus padres crucificaron (cf. Hch 2)!

Padre Felipe

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