Aaay, la Santa Misa tradicional, misa milenaria, la misa que ha derramado gracias abundantes y que han forjado el alma de tantos santos y doctores de la Iglesia:
San Francisco de Asís:
«El hombre debería temblar, el mundo debería vibrar, el Cielo entero debería conmoverse profundamente cuando el Hijo de Dios aparece sobre el altar en las manos del sacerdote».
Santa Teresa de Jesús:
«Sin la Santa Misa, ¿que sería de nosotros? Todos aquí abajo pereceríamos ya que únicamente eso puede detener el brazo de Dios. Sin ella, ciertamente que la Iglesia no duraría y el mundo estaría perdido sin remedio».
En cierta ocasión, Santa Teresa se sentía inundada de la bondad de Dios. Entonces le hizo esta pregunta a Nuestro Señor: “Señor mío, “¿cómo Os podré agradecer?” Nuestro Señor le contestó: “ASISTID A UNA MISA”.
San Alfonso de Ligorio:
«El mismo Dios no puede hacer una acción más sagrada y más grande que la celebración de una Santa Misa».
Padre Pío de Pieltrecina:
«Sería más fácil que el mundo sobreviviera sin el sol, que sin la Santa misa».
“La Misa es infinita como Jesús… pregúntenle a un ángel lo que es la misa, y el les contestará, en verdad yo entiendo lo que es y por qué se ofrece, mas sin embargo, no puedo entender cuánto valor tiene. Un ángel, mil ángeles, todo el Cielo, saben esto y piensan así».
San Bernardo:
«Uno obtiene más mérito asistiendo a una Santa Misa con devoción, que repartiendo todo lo suyo a los pobres y viajando por todo el mundo en peregrinación».
No logro comprender por qué la prohibieron y la prohíben. Si señores, prohibida, atengámonos a los hechos. Fíjense que aún a día de hoy a algunos les niegan su funeral con misa tradicional, con excusas variopintas claro.
A veces me dicen que si no es perjudicial apartar de la parroquia a mis hijos. Me dicen que me estoy arrinconando en un gueto.
¿Qué les puedo decir? Ya me gustaría, poder ir a misa tradicional en mi parroquia, pero parece ser que no, que no es posible, parece que para nuestros pastores no es menester promocionarla. Aun no entiendo por qué. Si tantos grandes santos y que tan abundantes frutos han dado a la Iglesia la amaban y la celebraban. Curiosamente, esas órdenes que algunos de ellos fundaron, sufrieron una profunda crisis a partir del CVII y de la reforma litúrgica. ¿Son estos los frutos del Concilio?
¿Acaso les parece a ustedes que a mi familia y a mi nos apetece levantarnos a las 8:00 de la mañana todos los domingos?, ¿desayunar a toda prisa, preparar el desayuno de nuestros hijos, vestirlos, preparar el biberón de la pequeña, asearnos, salir con el tiempo justo?.¿ Recorrer los 35 km y andar diez minutos hasta un escondido oratorio en el centro de la ciudad?
En realidad, no, no nos gusta pegarnos el madrugón, pero les confieso que realmente merece la pena, abundantes gracias son derramadas sobre mi familia.
Contrariamente a lo que puedan pensar algunos, a los niños no se les hace larga, les gusta, la aman. Y es que la entienden, entienden lo que ven, ven a un sacerdote, que con sus gestos y pose pía sabes que lo que está haciendo va en serio, que es sagrado. Saben que sucede algo real, que el Sacerdote es Cristo mismo que se ofrece a si mismo al Padre. Es algo vivo, y como es algo vivo, es algo real. No hay mejor catequesis que ésta.
Yo amigos míos, si les es posible los animo a que vayan a misa tradicional y vean lo acogedor que resulta el gueto.
San Juan María Vianney (El santo cura de Ars):
«Sí supiéramos el valor del Santo Sacrificio de la Misa, qué esfuerzo tan grande haríamos por asistir a ella».
Santiago Llull