Existe un hermoso librito de 120 páginas, que recoge tres escritos de don Dolindo Ruotolo, don Giuseppe Tomaselli y don Enzo Boninsegna, titulado Pudore… se ci sei batte un colpo [Pudor… si estás ahí, da un golpe, ndt][i]. Recomiendo su lectura y ofrezco algunas reflexiones a los lectores.
Don Dolindo Ruotolo
El primer escrito pertenece a don Dolindo Ruotolo, data de 1939 y se titula La moda e il decoro cristiano.
Ostentar el cuerpo
Acertadamente, el Autor, ya en 1939, advertía que “los vestidos muestran demasiado a menudo la preocupación de ostentar la carne y, en no pocos casos, tienden más a desnudar a que a vestir” (p. 8).
Por ello, el Autor ponía en guardia ante los vestidos demasiado ajustados, transparentes, cortos, escotados, que evidencian demasiado el cuerpo.
La táctica del Comunismo en España (1936-39)
En 1939 acababa de terminar la guerra civil española, en la que hubo miles de Mártires, que habían sacrificado su vida para dar testimonio de la Fe. Pues bien, el Comunismo, ilustra don Dolindo, había utilizado en España la táctica de servirse de la inmodestia y de la impureza como cabeza de ariete para abatir el Cristianismo: “está históricamente demostrado que el bolchevismo español, antes de comenzar su obra de descristianización y de destrucción, reclutó a las mujeres más insolentes para que preparasen, con la corrupción, el camino al Comunismo” (p. 10).
Las mujeres cristianas que visten mal se hacen colaboradoras del Maligno
¿Qué decir, por tanto, de las mujeres que, aun profesándose cristianas, se convierten, en la práctica, con la manera de vestir, en las primeras colaboradoras de Satanás y del Comunismo? “No se consigue comprender cómo pueden creerse sin culpa grave cuando está claro para todos que sus exhibiciones inducen a pecados de deseo” (ivi).
Antes del pecado original, el hombre, inocente, no necesitaba cubrir su cuerpo porque en él todo estaba ordenado a Dios, pero, después del pecado de Adán, Dios lo revistió misericordiosamente. Satanás, en cambio, intenta, por odio contra Dios, desnudar a la creatura humana, que perdió la inocencia y siente la rebelión de las pasiones, para empujarla más fácilmente al pecado y a la condenación.
La moda despoja de la verdadera feminidad
La moda actual ha hecho perder a las mujeres su verdadera feminidad, que consiste en ser personas inteligentes, libres, hechas a imagen de Dios, madres y esposas, convirtiéndolas en puros objetos de concupiscencia. Se entiende, así, el terrible fenómeno del así llamado “feminicidio”, convertido hoy casi en habitual, precisamente cuando el feminismo, con el pretexto de liberar a la mujer, la ha degradado y la ha convertido en un objeto que poseer como si fuera una simple cosa que se puede incluso destruir si no puede obtenerse.
El respeto humano
Uno de los motivos que empuja a las mujeres que se dicen cristianas a seguir la moda es el respeto humano o temor de lo que dirá la gente si vistieran decorosamente y no según los dictámenes de la moda inmodesta. Don Dolindo comenta: “No quieren aparecer distintas, temen que se burlen de ellas, no quieren parecer pasadas de moda” (p. 11).
¿Qué hay de malo?
Un estribillo repetido por las mujeres que siguen la moda inmodesta y que querrían conciliar a Cristo con el Mundo es el siguiente: “¿Qué hay de malo?”. Don Dolindo comenta: “Un carbonero, habituado a tener las manos negras, cree normal su suciedad (no culpable), mientras que las mujeres que siguen la moda y dicen “¿Qué hay de malo?” demuestran tener un corazón corrompido ya y un hábito a la suciedad moral” (p. 13).
“Ay de quien da escándalo”
Dar escándalo, o sea, actuar de manera que el prójimo se encuentre en ocasión de caer en pecado por nuestro comportamiento, es un pecado grave; además, los pecados de deseo, si son plenamente advertidos y si hay en ellos materia grave, son pecados mortales. Pues bien, la moda indecente incita a los demás al pecado contra el 9º Mandamiento: “No desearás la mujer de otro”, y la materia del 6º y 9º Mandamientos es siempre grave. Por tanto, la moda indecente empuja objetivamente a los demás al pecado mortal. Por lo que respecta al escándalo, Jesús dijo que sería mejor arrancarse el ojo o cortarse la mano o acabar en el fondo del mar con una piedra al cuello antes que dar escándalo (Mc., IX, 42-47). Don Dolindo comenta: “Las mujeres que se exhiben con una moda provocadora se convierten en ocasión de muchos pecados de pensamiento y esto es ya un mal gravísimo” (p. 14).
Triunfo de la materia sobre el espíritu
La moda inverecunda es también el triunfo de la materia sobre el espíritu, es un mirar más el cuerpo que el alma, más aún, es como negar el alma en favor de los caprichos del cuerpo. El cardenal Giuseppe Siri decía: “Cuanto más se ve el cuerpo, menos aparece el alma”.
El cuerpo mal vestido es un ídolo
Don Dolindo compara a quienes siguen la moda inverecunda con quien roba las almas a Dios, ya que aparta de El y las concentra en la materia y en el fango. El cuerpo mal vestido es semejante a un ídolo que intenta tomar el lugar de Dios, como cuando los Hebreos construyeron y veneraron un Becerro de oro mientras Moisés hablaba con Dios en el Monte Sinaí (p. 15).
Satanás quiere destruir la semejanza de la creatura femenina con Dios
La mujer es una creatura de Dios, hecha a Su imagen y semejanza. Pues bien, Satanás, con la moda inmodesta, intenta desfigurarla envileciendo la imagen divina que se encuentra en ella, sustituyéndola con su misma imagen afeada y ridícula por el maquillaje excesivo y por la moda llamativa. Don Dolino dice a la mujer: “Eres una obra maestra de la creación, una obra de arte de Dios, y Satanás intenta profanarte, cubriéndote de miserias y de fealdad. Un maquillaje demasiado llamativo deforma tu armonía, te hace perder tu verdadera expresión y te vuelves ridícula. Los hombres que piensan en ti sueñan el usar y tirar y tú ni siquiera lo sospechas. La admiración que fingen por ti es puramente sensual porque no está dirigida a tu persona, sino a tu cuerpo, y te miran como un objeto de placer” (pp. 17-18). Pues bien, el cuerpo sin alma es un cadáver, la persona es un cuerpo vivificado por el alma, en la que el primado corresponde al alma, que debe ser dueña y dirigir el cuerpo y no convertirse en su esclava.
Al cuerpo se le abre la tumba, al alma el Cielo
Además, como decía don Dolindo: “debes pensar que al cuerpo se le abre la tumba y al alma debe abrírsele el Cielo” (p. 21), conforme a lo que Pío XI enseñaba: “¡Cuando penséis en vuestra vestimenta, oh mujeres, pensad también en cómo os reducirá la muerte!” (ivi). Es insensato cuidar lo que se disuelve en detrimento de lo que permanece eternamente.
Don Giuseppe Tomaselli
El segundo escrito es de don Giuseppe Tomaselli, data de 1966 y se titula Moda femenina.
El 9º Mandamiento
El Autor comienza inmediatamente citando a Jesús, que enseñó: “El que mira a una mujer para desearla, ha cometido ya adulterio con ella en su corazón” (Mt., V, 28). Después comenta: “Todas las miradas puestas hacia ti con malicia son pecados que se cometen. Semejantes pecados son imputables a quien te mira, pero ante todo y sobre todo son imputables a ti, si eres su causa voluntaria, oh mujer” (p. 41).
Educación a la decencia
Por lo que respecta a la educación a la decencia, don Tomaselli recuerda que “ser demasiado tolerante con una hija y concederle de hecho la libertad de vestir de manera deshonesta, significa favorecer su ligereza, ayudarla a perder el natural sentido del pudor, que es la salvaguardia de la pureza” (p. 45).
La playa es un lugar preferido por Satanás
Uno de los “lugares preferidos de Satanás es la playa en el periodo estival. Aquí, la inmoralidad se extiende porque el mal, por su enorme difusión, no aparece ya como mal, sino que aparece normal, algo lícito y legalizado” (p. 47), y, sin embargo, no se puede considerar que una vestimenta indecente en sí misma se convierta en lícita porque es común a muchas personas.
Sodoma y Gomorra
“La Justicia divina hizo caer del cielo fuego y azufre y destruyó las ciudades corrompidas de Sodoma y Gomorra (Gén., XIX, 27-29). Debería llover sobre las playas fuego y azufre para incinerar a aquellas que, inmodestamente vestidas, pasan horas y días en el pecado y en el escándalo” (ivi).
Atención a los malos espectáculos
Los padres deberían asimismo no permitir a sus hijos mirar espectáculos indecentes en la televisión, en el cinematógrafo y, hoy, en el smartphone.
Don Enzo Boninsegna
El tercer escrito, titulado Ha ancora senso il pudore oggi? [¿Tiene sentido todavía hoy el pudor?, ndt], es de don Enzo Boninsegna, que lo escribió en 1994.
El Autor retoma los dos escritos de don Dolindo Ruotolo y de don Giuseppe Tomaselli y los actualiza a los recientes descubrimientos de internet.
La impudicia, de fenómeno personal a fenómeno de masas
Ante todo, advierte que el escrito de don Dolindo databa de 1939 y se dirigía a algunas mujeres en particular (que no eran todavía la mayoría), las cuales pisaban el pudor, no habiéndose convertido todavía, entonces, la impudicia en un fenómeno de masas; mientras que el escrito de don Tomaselli de 1966 se dirigía ya a toda la sociedad, en cuanto que comenzaba a difundirse la mala moda cada vez más porque se estaba a las puertas de la “Revolución estudiantil” del 68, que ha trastocado, por medio de la mala moda, la música y la impudicia, las mentes del hombre contemporáneo.
Hoy estamos en un diluvio de impudicia
Don Enzo Boninsegna comenta: “de mal predominantemente personal, como era en la generación precedente [1939], se ha convertido, en su [de don Tomaselli] tiempo [1966], en un mal social. Hoy, 28 años después del escrito de don Tomaselli, hemos llegado mucho más allá del nivel de guardia, estamos en pleno aluvión. En muchos sin-Dios de ayer, todo estaba muerto, pero el pudor no. En muchos cristianos de hoy, el pudor no está muerto y no puede morir, por la simple razón de que no ha nacido jamás. Los tiempos de don Ruotolo, de don Tomaselli y nuestro tiempo: tres épocas, tres generaciones, tres distintos niveles del problema. En la primera de dichas generaciones (1939), la insolencia era una niña un poco tímida, que se asomaba al escenario; en la segunda (1966), se había hecho ya adulta y un poco demasiado arrogante; en la tercera, hoy (1994), se ha vuelto asesina del pudor” (pp. 53-54).
El plan masónico para destruir el Cristianismo mediante la corrupción moral
Don Boninsegna atribuye, acertadamente, a la masonería el plan de la corrupción del pudor. En efecto, según la secta secreta, “la religión no teme la punta del puñal, pero puede caer bajo el peso de la corrupción. No nos cansemos, por tanto, de corromper. Hagamos popular el vicio en las multitudes. Volved los corazones viciosos y ya no tendréis cristianos” (p. 81).
Don Boninsegna comenta: “con la persecución, la Iglesia da lo mejor de sí misma y produce mártires, mientras que la corrupción produce débiles y pudre. El fin de la Masonería, por tanto, es incluso demasiado claro y los hijos de la Masonería, el Comunismo ateo y el Capitalismo salvaje, han encontrado en la corrupción el mejor camino para alcanzar su fin: la desaparición de la Fe, la eliminación de la Iglesia y la esclavización de la humanidad (ivi).
De igual manera, según el plan masónico, es necesario comenzar a corromper a la mujer y la moda inverecunda es un medio poderosísimo para obtenerlo. Don Boninsegna cita las otras consignas de la Masonería: “la primera conquista que se debe alcanzar es la conquista de la mujer, que debe ser liberada de las cadenas de la Iglesia y de la Ley. Para abatir el Cristianismo es necesario comenzar suprimiendo la dignidad de la mujer: la debemos corromper como debemos hacer con la Iglesia” (p. 83).
El “feminicidio”
Por lo que respecta al problema de la violencia contra las mujeres, don Boninsegna afirma que “desde hace muchos años se asiste a un crescendo vertiginoso de estímulos y de provocaciones [especialmente por medio de la moda] al instinto sexual. Es verdad, esto no justifica a quien hace violencia a las mujeres, pero ayuda a entender” (p. 108). Da un ejemplo muy sencillo: “Comer una buena comida ante pobres hambrientos con la esperanza de que estén allí tranquilos, mirando, sin intentar apoderarse de ese bien de Dios tan deseado por ellos es una pura ilusión. ¿No es acaso previsible que ante las continuas provocaciones que la moda actual nos regala, alguno no muy equilibrado explote en actos de violencia sobre las mujeres? Pero quien agrede es sólo el último anillo de una cadena de responsables, que han trabajado para hacer del sexo el ‘dios’ de nuestro tiempo” (p. 108).
Don Enzo trae el ejemplo de Alejandro Serenelli, que mató a Santa María Goretti. El contó en el tribunal que leía periódicos ilustrados con figuras provocadoras y las exponía en su habitación. La madre de María Goretti no quería que sus hijos entraran en aquella habitación para no tener que ver aquellas imágenes. Alejandro era un muchacho un poco difícil, pero no totalmente estropeado: iba a Misa todos los domingos, rezaba el Rosario todos los días, y, sin embargo, fue cegado por la pasión que le fue inspirada por las imágenes indecentes, como contó, y mato a María, que no quiso concederse a sus deseos. Desgraciadamente, hoy, los padres ponen televisiones en las habitaciones de sus hijos, les regalan smartphones y los hacen 100 veces más peligrosos que Serenelli.
La amonestación de San Pablo
“En cuanto a la fornicación y a todo tipo de impureza… sobre estas cosas, la ira de Dios cae sobre aquellos que Le resisten” (Ef., V, 3-6); “Fornicación, impureza, pasiones, malos deseos… cosas todas que atraen al ira de Dios sobre aquellos que desobedecen” (Col., III, 5-6).
Los remedios:
Querer entender
No se busca remedio a un mal que no existe o no se quiere ver. Don Enzo nos incita: lo primero que hay que hacer, por tanto, es abrir los ojos y mirar a la cara la realidad así como es y no como nos aparece a nosotros. “Hasta que el corazón del hombre sea tierra quemada (y así seguirá siendo hasta que reine en él la impureza) por las pasiones insanas, ninguna siembra dará buen fruto. Cuántas iniciativas y cuántos planes da a luz la Iglesia desde hace algunos decenios… y, sin embargo, los frutos no se ven, porque el corazón de los jóvenes está ocupado ya por el vicio y ya no hay espacio para Dios” (p. 112).
No resignarse
Sería ingenuo esperar grandes resultados hoy y en un breve espacio de tiempo, pero una sola alma salvada es mucho (p. 113).
Oración y penitencia
Jesús nos enseñó: “Este tipo de demonios se expulsa sólo con la oración y el ayuno” (Mt., XVII, 21). Además, es necesario hablar en la predicación y en la familia de la virtud de la pureza. “El silencio respecto a la pureza es un silencio impuro” (Santa Teresa de Calcuta).
Conclusión
Como se ve, la moda ejerce un gran poder sobre los hombres heridos por el pecado original. Ahora bien, si queremos ir al Cielo, educar adecuadamente a la juventud y vivir en una Sociedad sana, debemos tomar muy en serio el problema de la moda y del pudor. Es inútil hacerse ilusiones: una moda indecorosa corrompe las almas, las lleva al infierno, trae el caos y la anarquía violenta en la Sociedad, quema a la juventud y destruye la familia. Por tanto, si queremos verdaderamente vivir como cristianos en una Sociedad cristiana, debemos prestar mucha atención al problema del pudor y de la moda.
Puedan los escritos de los tres Autores iluminar la mente del hombre contemporáneo y pueda la gracia de Dios fortalecerlo en el camino del bien y darle la valentía de huir el mal.
Titus
(Traducido por Marianus el eremita)
[i] Para pedidos, dirigirse a Don Enzo Boninsegna, via San Giovanni Lupatoto, n. 16, 37134 – Verona; tel. +39. 045. 820. 16. 79; móvil +39. 338. 990. 88. 24.