No tengas temor, pequeño rebaño mío, porque plugo a vuestro Padre daros el Reino” ( San Lucas XII,32)
“Los actuales tiempos nos piden una fe más vigorosa, una moral más pura, una caridad más ardiente y una prontitud mayor para el sacrificio, semejante a los primeros tiempos de la Iglesia… Y nuestro deber, el deber del episcopado, el del clero y de los fieles, es de prepararse al futuro encuentro de Cristo con el mundo.” S.S. Pío XII, 2 de junio de 1942
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Nuestro Señor nos dejó la obligación de saber mirar los Signos de los Tiempos. Se queja por la sapiencia mundana para conocer los movimientos del mundo universo, pero no para darse cuenta de los mensajes empíricos venidos del Cielo.”Sabéis que cuando las ramas de la higuera se ponen blandas se acerca el verano”…, así debéis leer en estos signos -de san Mateo, de san Lucas, del Apocalipsis y demás textos apocalípticos de la Sagrada Escritura- el Regreso Glorioso del Hijo del Hombre, con todos los prolegómenos del caso y sus hechos posteriores. A este Regreso llamamos Parusía[2], nombre griego que los romanos adoptaron para denominar la visita del Emperador a alguna ciudad. Así por la analogía de la Fe, el Emperador Pantócratos tendrá su Parusía cómo y cuándo Él lo avisó porque el “mundo pasará, pero mis Palabras no pasarán”. De la lectura de estas Palabras deviene la obligación.
Por tanto, nos encontramos con una exigencia de Fe en conocer la doctrina del único dogma del Credo aún no cumplido y de abrir los ojos para conocer los Signos de los Tiempos anunciantes, que como dice San Pablo con sentido común, estamos más cerca del Fin que al principio. A la Iglesia jerárquica se le exige adoctrinarnos sobre la Doctrina[3] complexiva, y será juzgada por mala praxis cuando aquél que por impericia o por miedo no lo haga: perros mudos. Y sumado al renacer de los “evolucionistas” de la Fe –su aparición es signo parusíaco-, como Theilard de Chardin[4], con sus posturas de progreso indefinido hacia la plenitud del cosmos gracias a la técnica y a la teología unidas para llevar “todo” a su plenitud, entonces se hacen más necesarios el Catecismo por sus fórmulas, los Doctores por sus explanaciones y la Homilética por su divulgación. Pero, ¡ay!, es justo lo que escaseará en el Fin de los tiempos “Cuando vuelva el Hijo del Hombre ¿encontrará Fe sobre la tierra?”.
Así como los Santos Padres clamaron a tiempo y a destiempo contra los herejes de los primeros siglos de la Iglesia, así necesitamos ahora santos y doctos pastores que nos alerten sobre los peligros inmanentistas que atentan contra el Venturus est del Credo y confunden al Pusillus grex. Como nos enseñara el P. Castellani[5], la gran herejía del Fin de los Tiempos será justamente negar la Parusía y todo lo que ello supone como trascendencia anti-inmanentista.
Esa negación puede llevarse adelante por el silencio ignorante de los que esperan un triunfo de la Iglesia bien temporal, causado por nuestra Fe y nuestra lucha, enarbolando parafernalias antiguas o democratismos modernos, cediendo al pietismo sin acción, desconociendo las trenzas infernales del mundo mundano donde se enredan los fieles que siguen a estos ignorantes de la Doctrina que sólo exigen a sus fieles cierto ritualismo desconexo de las inmoralidades financieras que practican, pero, a veces, condenando todo el modernismo de los jerarcas modernistas, y otras ni siquiera presintiendo el peligro como los músicos del Titanic. Este silencio ignorante logra la mejor alianza del mundo con la iglesia y suele exasperar revelaciones como la de Fátima afirmando que el triunfo temporal sin Parusía está revelado a los Pastorcitos. La Virgen sólo ha dicho entonces que “Por fin Mi Inmaculado Corazón triunfará”, pero ellos afirman que no es con el Cristo Viniente, contagiados por cierto espíritu judaizante. Se esconde el sol con la mano. Y se pierde tiempo, Vuelvo Pronto.
La segunda manera de negar la Parusía heréticamente es justamente distorsionándola[6]. Todo el mundo irá a la apoteosis de la naturaleza gracias a la unión política y tecnológica del ser humano que alcanzará la paz, gran valor que une las religiones, y llegaremos a la plenitud. Esta postura evolucionista con matriz hegeliana, desarrollo telardiano y márketing modernista, será el clamor del Falso Pastor apoyando al Anticristo, genio político que logrará tanta paz gracias a su poder político, financiero y mágico.
Primer Signo de los Tiempos
Frente a estas negaciones posibles de la Parusía, nosotros tenemos para permanecer fieles una clave clarísima en la Sagrada Escritura y en la Tradición en la cita de marras el pequeño rebaño del Fin de los tiempos. Y nos enseñan primero que Fin de los Tiempos no es sinónimo de Últimos Tiempos. En la Sagrada Escritura, los Últimos Tiempos están en contraposición de los Primeros Tiempos del Antiguo Testamento. Los Últimos Tiempos es la etapa de Cristo a Cristo, de la Encarnación del Verbo a la Parusía Gloriosa del Verbo[7]. Es la Historia de la Iglesia, es la Plenitud de los Tiempos en Cristo anunciada por los Patriarcas, Profetas, Jueces, Reyes y Salmos acerca del fin de la etapa veterotestamentaria, De aquellos Primeros Tiempos, del peregrinar del pueblo elegido, se siguieron los Últimos tiempos de la Anunciación del Ángel, del Fiat de María Santísima, de la visión de la promesa realizada por los anahuin Ana y Simeón en el Templo de Jerusalén, de la Vida Oculta del Salvador custodiado por el Varón Justo y su Virginal Mujer y Madre, de la Predicación del Reino rubricada con milagros, de la Bendita Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo por causa de nuestros pecados, de la Resurrección Gloriosa abrazando primero a su Santísima Madre y luego apareciéndose a los Discípulos, de la Ascención al Cielo… Y falta aún un Misterio.
Porque estos Últimos Tiempos tendrán un segmento postrero bien delimitado por Nuestro Señor, bien expuesto por la Sagrada Escritura, muy comentado por la Patrística[8]. Este segmento se denomina Fin de los Tiempos. Todos los signos de san Mateo XXIV y de san Lucas XXI son sólo el comienzo de los dolores, no el fin final. Con esos signos comienza el Fin de los Tiempos que tendrá por protagonista sufriente al Pequeño Rebaño, porque protagonistas en algarabía serán otros. “El mundo reirá, pero vosotros lloraréis”.
En el Fin de los Tiempos se asentará el provisorio triunfo del Anticristo[9], el súper hombre, el líder político que unirá a la visión de paz por presión del poder, la fuerza de la falsa mística religiosa de la Humanidad endiosada en la Liberté Egalité Fraternité. Logrará convencer que los objetivos de la Humanidad son la paz, el bienestar, los placeres, el castigo a los violentos, la supresión de los fanatismos, la excelsitud de la Tolerancia como pseudo-virtud erigida contra los fundamentalismos… Por ello, un grupejo fanático e incondicional que pulula sobre el mundo tendrá que ser suprimido para lograr el paraíso en la tierra prometido por la Bestia del Mar o Anticristo.
En el Fin de los Tiempos el anticristo será ayudado por el Falso Profeta. Para llegar al rango de profeta ha debido de salir de algún estamento con gran predicamento entre las gentes. Para que el Falso profeta tenga prestancia, ha de vestirse con ropas y moverse en parafernalias respetadas por las masas. Para que el Falso profeta realmente engañe, ha de hablar como un cordero, con palabras santas vaciadas de su contenido, con mensajes que hacen eco de las pretensiones del Anticristo y de su sistema. Este Falso profeta puede ser tranquilamente una autoridad suprema de la Iglesia verdadera, como explicaba hace cincuenta años el P. Menvielle basado en la Tradición.
“Puede haber dos Iglesias, la una la de la publicidad, Iglesia magnificada en la propaganda, con obispos, sacerdotes y teólogos publicitados, y aun con un Pontífice de actitudes ambiguas; y otra, Iglesia del silencio, con un Papa fiel a Jesucristo en su enseñanza y con algunos sacerdotes, obispos y fieles que le sean adictos, esparcidos como «pusillus grex« por toda la tierra. Esta segunda sería la Iglesia de las promesas, y no aquella primera, que pudiera defeccionar. Un mismo Papa presidiría ambas Iglesias, que aparente y exteriormente no sería sino una. El Papa, con sus actitudes ambiguas, daría pie para mantener el equívoco. Porque, por una parte, profesando una doctrina intachable sería cabeza de la Iglesia de las Promesas. Por otra parte., produciendo hechos equívocos y aun reprobables, aparecería como alentando la subversión y manteniendo la Iglesia gnóstica de la Publicidad.
La eclesiología no ha estudiado suficientemente la posibilidad de una hipótesis como la que aquí proponernos. Pero si se piensa. bien, la Promesa de Asistencia de la Iglesia se reduce a una Asistencia que impida al error introducirse en la Cátedra Romana y en la misma Iglesia, y además que la Iglesia no desaparezca ni sea destruida por sus enemigos .
Ninguno de los aspectos de esta hipótesis que aquí se propone queda invalidado por las promesas consignadas en los distintos lugares del Evangelio. Al contrario, ambas hipótesis cobran verosimilitud si se tienen en cuenta los pasajes escriturarios que se refieren a la defección de la fe. Esta defección, que será total, tendrá que coincidir con la perseverancia de la Iglesia hasta el fin. Dice el Señor en el Evangelio: «Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe en la tierra?».
San Pablo llama apostasía universal a esta defección de la fe, que ha de coincidir con la manifestación del «hombre de la iniquidad, del hijo de la perdición».
Y esta apostasía universal es la secularización o ateización total de la vida pública y privada en la que está en camino el mundo actual.
La única alternativa al Anticristo será Cristo, quien lo disolverá con el aliento de su boca. Cristo cumplirá entonces el acto final de liberar a la Historia. El hombre no quedará alienado bajo el inicuo. Pero no está anunciado que Cristo salvará a la muchedumbre. Salvará sí a su Iglesia, «pusillus grex», rebañito pequeño, a quien el Padre se ha complacido en darle el Reino”[10].
Aquí, entonces, vamos teniendo dos actores visibles del Fin de los Tiempos. La Bestia del Mar y la Bestia de la Tierra. Movidos, ciertamente, por el Maligno, pero visibles en todo el mundo al mismo tiempo ellos y sus “poderes” tecnológicos extraordinarios.
El tercer actor en medio de tanta tempestad natural y sobrenatural, será el Pequeño Rebaño. Será ese grupo de cristianos que resistirán como expresión más alta de la fortaleza, que no dejarán marcarse con la marca de la Bestia la mano derecha, símbolo del trabajo del hombre, que preferirán, entonces, las penurias antes que la usurería o el agiotaje, que no querrán colaborar con la máquina capitalista ni con el Gran Dinero vuelto dios innegable y tangible. El Pequeño Rebaño del Fin de los Tiempos no tendrá tampoco la marca de la Bestia en la frente, no inclinará la cabeza ante el error, no confundirá el Primer Mandamiento y no será servil a la superstición del Estado o del sistema que utilice masas para sostener al poder. El Pequeño Rebaño será una crítica luminosa al modus vivendi del mundo mundano erigido en sistema por el demonio y su anticristo. Y será odiado por todos a causa de Cristo.
Actor importantísimo en la Divina Providencia, muy amado por Dios, este Pusillus grex será ayudado y salvado del poder del demonio y de su Anticristo y de las mentiras del Falso Profeta por la misma Mano de Dios, o mejor, por el aliento de Nuestro Señor Jesucristo cuando vuelva sobre las nubes del Cielo, “porque si no volviera, ni siquiera los elegidos se salvarían”.
Para resistir les dejó Nuestro Señor tres señales en el Nuevo Testamento: llegará el fin del reinado totalitario del mal cuando vean predicarse el Evangelio en todo el mundo, cuando reine el Anticristo y cuando se convierta el Pueblo judío.
Daniel Giaquinta
[1]Castellani, L. Cristo Vuelve o no vuelve, en pdf https://docs.google.com/file/d/0Bz18UURd74i-VUQ3MVVkVWNBQ3M/edit
[2] ITes. IV,13: El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo…
[3] Catecismo de San Pio X, capítulo VIII, Séptimo Artículo del Credo.
[4] «Telar Chardín tomó esta idea que tiene sus raíces en Spencer, el doctor del Evolucionismo o Darwinismo; y en Hegel, el doctor del Panteísmo emanatista. No hay una sola idea original en Telar Chardín, hay sólo una terminología nueva, bastante pedante: “la biósfera”, “la antropósfera”, “la noósfera”, “el Punto Omega” –que es el fin de la Evolución y es Dios […] San Pablo en 1 Timoteo 4,1-2.7 : “el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe entregándose a espíritus engañadores y a doctrinas diabólicas… Rechaza las fábulas profanas y los cuentos de viejas» (Domingueras prédicas, 1966, dom. 17 post Pentec.). «Evidentemente hay una apostasía parcial o un comienzo de apostasía en todo el mundo» (ib. 1961, dom. 19 post Pentec.). Teilhard de Chardin sostiene que la Parusía o Retorno de Cristo no es sino el término de la evolución darwinística de la Humanidad que llegará a su perfección completa necesariamente en virtud de las leyes naturales; porque la Humanidad no es sino “el Cristo colectivo”… Pone una solución infrahistórica de la Historia; lo mismo que los impíos “progresistas”, como Condorcet, Augusto Compte y Kant; lo cual equivale a negar la intervención de Dios en la Historia» (El Apokalipsis de San Juan, ed. Paulinas 1963, cuad. III, exc. N).
[5] Castellani, Leonardo. El Apocalipsis de San Juan: https://docs.google.com/file/d/0Bz18UURd74i-NUs3VGFyNkdfVmM/edit?usp=sharing
[6] Cfr. II Pedro III,3-4: “Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento?”
[7] Straubinger, Juan, La Santa Biblia, comentarios al Apocalipsis.
[8]Castellani-Alañiz, La Parusía en la Patrística.
[9] http://www.quenotelacuenten.org/2017/03/04/libro-en-papel-sermones-sobre-el-anticristo-de-san-vicente-ferrer/
[10] Menvielle, Julio, De la Cábala al Progresismo, Párrafos del capítulo XII : “La cábala dentro de la Iglesia o el Progresismo Cristiano”, Edic. Epheta, Argentina, 1994.