Nota de Rorate: Hacía tiempo que el gran conocedor de los mayores secretos de la vida eclesiástica romana no nos enviaba un informe.
Los discretos informes que se han venido publicando sobre el borrador de un documento pontificio que pone trabas a Summorum Pontificum (el motu proprio de Benedicto XVI que reconocía la imposibilidad de abrogar la liturgia romana tradicional) lo ha motivado a escribirnos una vez más sobre tan urgente cuestión:
«Restricciones a Summorum Pontificum: lo que dijo el Papa, la información creíble y el peligro de guerra interna en la Iglesia»
Padre Pío Pace
Roma
Estaría a punto de publicarse un texto que limitaría el alcance del motu proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI. Esta información, posterior al anuncio confidencial hecho por el Sumo Pontífice a la Conferencia Episcopal Italiana, reunida en su sede de la Vía Aurelia romana el pasado 24 de mayo, ha sido objeto de numerosos comentarios, en particular por los más destacados medios de prensa de Italia.
Las disposiciones esenciales del texto, según les informó el Papa, son las siguientes: de ahora en adelante, los sacerdotes de las comunidades especializadas en la liturgia tradicional (las de Ecclesia Dei) podrían seguir celebrándola, así como los sacerdotes diocesanos que ya la celebran; ahora bien, si otros sacerdotes diocesanos desearan celebrarla, deberán obtener primero autorización de su ordinario.
Se ha añadido más información, pero esta vez en forma de comentarios extraoficiales creíbles: a partir de ahora la Congregación para el Culto Divino se encargaría de la organización de la Misa Tradicional y las comunidades Ecclesia Dei. Dentro de dicha Congregación, que ya ha recibido a su nuevo prefecto, el arzobispo Roche, y un nuevo secretario, y un nuevo subsecretario de rango inferior, el obispo Aurelio García Macías -ex rector del seminario de Valladolid (España)- sería el responsable directo del mundo de la tradición, como lo fue antes monseñor Pozzo. En principio, estos hombres de la Curia son hostiles a la Misa de siempre.
De momento, desconociendo el contenido exacto del nuevo texto (si es que llega a publicarse), podemos hacer varias observaciones:
1) Es una decisión que llevaba bastante tiempo estudiándose, y el episcopado de algunos países, sobre todo el de Italia, presionaba para poner el Summorum Pontíficum algo así como entre paréntesis. Son prelados con importantes conexiones en la Curia, en particular el Secretario de Estado cardenal Parolin. Añadamos que el anciano cardenal canadiense Ouellet ha demostrado ser sumamente hostil en este sentido a Summorum Pontíficum. Los anuncios sobre la cuestión se han sucedido en este orden:
(a) Varias declaraciones pontificias sobre el carácter irreversible de la reforma litúrgica y sobre su preocupación por el creciente espíritu tradicionalista (rígido) en el clero;
(b) El motu proprio del 19 de enero de 2019 que suprime la Comisión Eclessia Dei y transfiere todas sus competencias a la Congregación para la Doctrina de la Fe; y
(c) El cuestionario con fecha 7 de marzo de 2020 que envió la CDF a los obispos de todo el mundo con miras a evaluar la aplicación de Summorurm Pontificum.
2) El objetivo previsto, según ha afirmado en bastantes ocasiones Andrea Grillo (catedrático muy influyente de la Universidad de San Anselmo), es que no se permita a la liturgia anterior al Concilio gozar de un derecho que sólo podría reivindicar la liturgia postconciliar: la antigua debería ceñirse a unos estrechísimos límites de mera tolerancia, y estaría esencialmente dirigida por los obispos de las propias diócesis.
3) A pesar de tanto empeño, de llegar a publicarse el documento, el resultado concreto podría no tener tanto alcance como esperan quienes lo proponen: en la práctica, la normativa de 2007 (según la cual cualquier sacerdote puede acceder a una solicitud de celebrar Misa Tradicional sin pedir permiso al obispo) nunca se ha aceptado plenamente en la mayoría de los países y, salvo algunas excepciones, lo habitual es que la decisión dependa del obispo.
4) Con todo, el efecto psicológico liberador de Summorum Pontifícum fue considerable: se pudo observar que entre 2007 y 2017 la cantidad de celebraciones litúrgicas tradicionales ascendió a nivel mundial a más del doble, mientras que por el contrario, el efecto psicológico de un documento en sentido contrario podría resultar bastante desfavorable para la Tradición.
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En caso de llegar a publicarse, sería muy interesante analizar los argumentos con que lo justifiquen. Es dable pensar que diga que los que estaban apegados al rito antiguo están contentos y los aspirantes a ingresar en órdenes religiosas que desean celebrarlo han encontrado estabilidad en institutos especializados. Probablemente diga que las cuestiones doctrinales relativas a la Fraternidad de San Pío X que llevaron a poner a este rito bajo el amparo de la Congregación para la Doctrina de la Fe han perdido vigencia, dado que esas relaciones han terminado en un callejón sin salida, por lo que la celebración del rito antiguo puede pasar ahora a la jurisdicción de la Congregación para el Culto Divino. El texto corroboraría el carácter permanente o definitivo de la revolución litúrgica postconciliar, a lo cual seguirían lógicamente invitaciones directas o indirectas a los sacerdotes y fieles tradicionalistas a integrarse en una especie de biformalismo o birritualismo.
Eso sí… para la opinión pública católica universal, este ataque a la libertad de un pequeño número de fieles, cuando en todas partes todo está más que permitido, resultaría inconcebible. Y por encima de todo, se desataría una guerra litúrgica de considerables proporciones que suscitaría las mayores preocupaciones a los ordinarios diocesanos y las autoridades vaticanas. Una guerra de consecuencias imprevisibles en una Iglesia en avanzado estado de descomposición doctrinal y disciplinaria. ¿Le interesa al Papa correr un riesgo semejante en este momento?
(Traducido por Bruno de la Inmaculada. Artículo original)