La Manifestación del Rey de Reyes

La doctrina de la Realeza de Cristo ha ido siendo relegada hasta convertirse en una proclama sobre el compromiso privado de los creyentes individuales a vivir según el Evangelio, y siendo ese punto donde la Realeza de Nuestro Señor comienza, no puede ser donde termina. Por eso es que la Encíclica Mortalium Animos del Papa Pio XI nos advierte contra una concepción relativista del ecumenismo, como también lo hace en la Quas Primas contra una estrecha concepción subjetiva del reinado de Jesucristo, que es lo reconozcamos o no, el Rey de Reyes y Señor de Señores, el Juez de los vivos y los muertos, el que puede y debe reinar en las esferas sociales, culturales, políticas y económicas. Él ha reinado por lo tanto antes; y si no lo hace ahora, no es para nuestro mérito, sino para nuestra vergüenza.

Todo esto ha estado en mi mente mientras me planteo los magníficos cantos gregorianos para la fiesta de la Epifanía – cantos que traen la Realeza integral de Cristo a la palestra, digna de ser admirada, amada y anhelada. Por supuesto, la mayoría de los católicos ya no oyen estos ni otros cantares que transmiten la doctrina tradicional, pero – ¡bendito sea Dios! – Católicos que asisten al usus antiquior de la Misa de hoy, el Día de Reyes de la Navidad, oirán estos Propios hablados o cantados. Ellos siempre se utilizan en el rito romano clásico porque la Iglesia de Roma siempre cree y profesa una y la misma doctrina.

Vamos a contemplar el resplandor de la Epifanía del Señor, para la comprensión de sus misterios con la ayuda de los magistrales cantos del Gradual Vaticano de Dom Dominic Johner . He aquí su comentario sobre el Introito y el Ofertorio de la jornada:

Introito Mal. III

He aquí que llegó ya el Señor y Dominador: y el reino está en Su mano y la potestad y el imperio. Señor da al rey tu juicio, al Hijo del Rey justicia.

Durante esta melodía resuenan lo majestuoso, y lo sublime! Al igual que el manto de un rey que se extiende a lo largo del texto. … Uno parece ver el gobernante haciendo su entrada formal, dejando brillar una estela de diamantes. … Wagner llama la atención sobre el hecho de que toda esta melodía se compone de ondulaciones, cada una de los cuales alcanza su cima melódica en la sílaba acentuada de la palabra principal: Ecce advenit-dominator Dominus-et regnum in manu ejus-et potestas-et imperium. ¿Cómo los siglos vieron la llegada de este Rey y cuán ardientes eran sus anhelos! ¿Cuántas veces no habrán exclamado los rezos y cánticos de Adviento: Veni Domine! ¡Qué altura no alcanzan estos anhelos en la grandes antífonas inmediatamente anteriores a la fiesta de Navidad! Incluso el sábado de la Semana de Adviento (Témporas) este grito se escurrió desde el corazón de la Iglesia: «Ven, Señor, y muéstranos tu rostro, Tú que estás sentado sobre los querubines; y seremos salvos»; Este Veni actúa como un preludio de nuestro Ecce.

Ahora los suspiros han sido escuchados y el anhelo se ha calmado. Ahora oímos resonar por toda la tierra: « He aquí que llegó ya el Señor y Dominador». Pero Él no viene con las manos vacías. Él lleva reinos en sus manos: el reino de la Verdad y de la Gracia y la garantía para el Reino de la Gloria. Él nos hace partícipes de su poder. Él nos da el poder de ser hijos de Dios y, por tanto, coherederos de su reino. Hoy los reyes, príncipes en el ámbito del conocimiento y la investigación, no encuentran reposo hasta que llegan a Él, hasta que se postran ante Él, humilllando su inteligencia y su voluntad bajo su cetro, hasta adorar con una fe ferviente, a este Niño. Entonces lo veremos revelarse a sí mismo como un Regente, capturando los corazones de los hombres llenándolos de felicidad.

El verso del salmo enfatiza el poder judicial de este rey en la forma de un deseo. Aún más lo hace el Salmo 71, el Salmo Real que presenta a Cristo como defensor de los pobres, cómo Él otorga paz, pan y fecundas bendiciones sobre ellos, cómo Él reina sobre todas las naciones y todos los tiempos, cómo se acercan todos los pueblos a pagarle homenaje. … El Rey viene, no colocar cargas sobre nuestros hombros, sino a relevarnos de ellos y colocarlos sobre sus propios hombros, como dice el Apóstol: «El cargó en su cuerpo con nuestros pecados en el madero de la cruz”.

https://www.youtube.com/watch?v=Ub6GXh__7pU

OFERTORIO (Ps. 71: 10, 11)

Los reyes de Tarsis y las Islas ofrecerán dones: los reyes de los árabes y de Sabá, llevarán presentes; y le adorarán todos los reyes de la tierra; todas las naciones le servirán. 

Frente a nosotros vemos la procesión casi interminable de aquellos que traen sus regalos. Los Reyes Magos de Oriente han encontrado y todavía encontrarán numerosos seguidores. Son almas de los que están a la altura de los «reyes» en la preparación y la alegría de sacrificio, en su real disposición; almas que ofrecen todo lo que tienen y son como un sacrificio a Cristo, que son un holocausto viviente, que constituyen un acto de adoración perpetua. Su sacrificio los une con el Sacrificio Eucarístico como la gota de agua que en el Ofertorio el sacerdote mezcla con el vino en el Cáliz. Luego viene la Consagración. En la Sagrada Comunión Cristo mismo se convierte en su comida sacrificial, su banquete de bodas. Porque en estos regalos, como se reza en la Secreta “…ya no se ofrece el oro, el incienso y la mirra; sino que en tales dones se designa, se ofrece, se inmola y se recibe a Jesucristo, tu Hijo y Señor nuestro.”

        Este Ofertorio tiene dos partes que consisten en dos frases cada uno, que representan un paralelismo gramatical. La primera parte habla de la acción sacrificial que los reyes de determinados países realizan, el segundo de la de todos los reyes y de todas las naciones. La primera se refiere más bien al acto externo, mientras que la segunda se refiere a su espíritu, el acto de adoración. … Los reyes no vienen a mostrar su poder, no para conquistar países y someter a los pueblos, sino para someterse al yugo de Cristo, para adorarlo y servirle.

 

[Traducido por Juan Campos. Artículo original]

Peter Kwasniewski
Peter Kwasniewskihttps://www.peterkwasniewski.com
El Dr. Peter Kwasniewski es teólogo tomista, especialista en liturgia y compositor de música coral, titulado por el Thomas Aquinas College de California y por la Catholic University of America de Washington, D.C. Ha impartrido clases en el International Theological Institute de Austria, los cursos de la Universidad Franciscana de Steubenville en Austria y el Wyoming Catholic College, en cuya fundación participó en 2006. Escribe habitualmente para New Liturgical Movement, OnePeterFive, Rorate Caeli y LifeSite News, y ha publicado ocho libros, el último de ellos, John Henry Newman on Worship, Reverence, and Ritual (Os Justi, 2019).

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