Estimado sí sí no no,
en el diario “La Verità” de hoy 6 de junio de 2018, en la página 22, al centro de la página, leo la siguiente carta de un lector y la respuesta que le da el doctor Mario Giordano. Aportamos la una y la otra, tal como las publica La Verità:
“Estimado Giordano, ha sucedido otra que nunca habría imaginado: el presidente bávaro Markus Söder ha dispuesto que en todos los edificios públicos sea expuesto el crucifijo. ¿Pero sabes quién se ha opuesto? El cardenal Reinhard Marx, jefe de los obispos alemanes.
Giulio Rossi Valdisole
La broma es incluso demasiado fácil, estimado Giulio: el cardenal Marx, quizá, hubiera preferido ver expuestas la hoz y el martillo antes que el crucifijo, el cual, en estos momentos, es evidentemente considerado un símbolo peligroso incluso por los altos exponentes de nuestra Iglesia. La justificación del prelado es todavía más surreal: dice que el crucifijo es “una provocación”, que corre el riesgo de “sembrar división” y que, si es necesario precisamente hablar de identidad, es necesario hacerlo “también con los musulmanes y los no creyentes”. De lo cual deduzco que, por consiguiente, para evitar toda provocación, será necesario quitar la cruz también de los cementerios, del logo de la Cruz roja, de la bandera noruega y finlandesa, del escudo de Londres y de Milán, además de, naturalmente, de todas las iglesias. Obviamente estará severamente prohibido hacer la señal de la cruz. Y, siempre para el cardenal Marx, en el catecismo, estarán garantizadas las cuotas islámicas: por cada muchacho que sea llevado a la confirmación, habrá uno llevado a Alá. Un poco de par condicio, en resumen, estimado Giulio. ¿O quiere usted también sembrar división?”.
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No hay palabras para comentar la decisión y el pensamiento del cardenal Marx, que no quiere el Crucifijo en los lugares públicos porque el Crucifijo divide. No hay palabras para expresar la consternación ante este “Hombre de Iglesia” y, como él, sabemos, hay otros que comparten el rechazo a Jesús. Verdaderamente, como titulaba un libro suyo un ilustre Prelado al respecto de Jesús: “Ils l’ont découronné” (Lo han destronado).
Pero así ha descendido la oscuridad sobre la tierra, las tinieblas más densas y más negras, cuando Cristo es echado fuera. Así, como decía el santo padre Pío, estamos en la “ruina”, en la debacle de todo, y sin Jesús las tinieblas serán cada vez más negras, la ruina más ruinosa. No son las paredes los que sostienen al Crucificado, sino que es el Crucificado el que sostiene las paredes, el Crucificado es el que sostiene las casas, las escuelas, los lugares de trabajo y de gobierno. Quitado Él, esfuérzate todo lo que quieras, todo cae e inmensa es la ruina, aunque se tratara de un imperio: no se mantiene en pie, nada se mantiene en pie sin Cristo.
Y así – decía ya el santo Padre Pío XII – “… es todavía noche… a esta noche del mundo se ha llegado porque ha sido arrestado Jesús, porque se ha querido hacerlo extraño a la vida familiar, cultural y social, porque se ha levantado el pueblo contra Él, porque ha sido quitado de en medio… Semejante muerte de Jesús fue posible sólo porque entre Sus amigos, se encontró quien renegara de él y lo traicionara, hubo muchos que huyeron asustados ante las amenazas de los enemigos” (21/4/1957).
Cardenal Marx y compañeros que pensáis y actuáis como él, ¿no os sentís cómplices y culpables de esta “ruina”? ¿Pero es que pensáis salir de ella con la cabeza alta? Pío XII en aquel día ya hablaba de “almas audaces” que habrían defendido a Jesús, que habrían enraizado de nuevo a Jesús en el mundo de hoy. ¡Mira, cardenal Marx, nosotros estamos aquí, entre estas almas audaces por Jesús! ¡Todo por Ti, Jesús, y todavía más!
Insurgens
(Traducido por Marianus el eremita/Adelante la Fe)