Se desata una tormenta sobre Ikea por haber despedido a un empleado Lgbt

El 17 de mayo ppdo., con motivo de la última Jornada Internacional contra la Homofobia, se pensaba que la tienda de muebles Ikea hubiese dado lo mejor como también lo peor de sí misma. Para esa ocasión, de hecho, había pensado publicar en sus medios de difusión un spot pro-LGBT, de 80 segundos, con nuevas historias acerca de lo «políticamente correcto»; después quiso teñir con los colores del arco iris su bolsa más vendida, la denominada Frakta1; finalmente, decidió donar muebles para un proyecto de co-housing social2 destinado a la primera casa de acogida pensada en Turín para entregar a todos los Lgbtqia3 que se vieran obligados a dejar la propia familia después de haber salido del clóset.

O sea, se puede propiamente decir que la multinacional sueca del alquiler de muebles no ahorró esfuerzos en ese sentido. Pero ahora ha querido superarse a sí misma en un juego en continua caída. ¿Cómo?

Ocurrió en una de sus filiales polacas. En la víspera de la Jornada internacional contra la homofobia (Ikea) publicó, de hecho, en su red informática Intranet un aviso, en el cual pidió a sus mismos dependientes que se unieran a la celebración y fueran sensibles al tema, por ejemplo dirigiéndose a los trans con el pronombre con el cual quisieran ser definidos. Llamamiento que no agradó para nada a uno de sus empleados, Tomasz K., desde hace muchos años contratado por la filial de Cracovia, Polonia.

El hombre decidió responder planteándole cara online, aclarando que consideraba al llamamiento lanzado por la empresa inaceptable, inadmisible y en todo caso lejos de representar un deber para los trabajadores, también porque, como especificó, en realidad aceptar y promover «la homosexualidad y otros desvíos es una fuente de escándalo». En suma, una cuestión de conciencia.

Para esclarecer mejor su pensamiento, Tomasz agregó dos citas de la Sagrada Biblia. La primera del Evangelio de San Mateo: «Quien escandalizare a uno solo de estos pequeños que creen en Mí, más le valdría que se le suspendiese al cuello una piedra de molino de las que muele un asno y fuese sumergido en el fondo del mar» (San Mateo, 18,6). Y la segunda extraída del Levítico: «Si un hombre se acuesta con otro hombre como si fuera una mujer, los dos cometen una cosa abominable; por eso serán castigados con la muerte y su sangre caerá sobre ellos.» (Lev 20, 13).

El comentario no agradó a los superiores de Tomasz y le prometieron que tendría consecuencias. Dicho y hecho. Al cabo de pocos días fue despedido sin contemplación alguna e invitado a recoger inmediatamente sus cosas del armario, a restituir su identificación de la compañía y después a marcharse. A Ikea no complacieron las referencias del Antiguo Testamento sobre la suerte que espera a los sodomitas y su entorno, por él citadas en el post.

Como prueba del clima de terror, que actualmente se ha generado alrededor de esta temática, basta con recordar la decisión del ahora ex-empleado, alcanzado por un rayo gay-friendly de su empresa, de no querer revelar su nombre por extenso, por temor a que después nunca más otro quiera contratarlo: «He quedado chocado –comentó a lo largo de una entrevista a la emisora Tvp InfoYo soy católico y estos son mis valores. No puedo censurar a Dios.».

El drástico despido, sin embargo, suscitó esta vez un vasto descontento, obteniendo un resultado opuesto al esperado por Ikea. En un tweet, por ejemplo, Jerzy Kwaśniewski, Presidente del Instituto Ordo Iuris, se preguntó si citar un trecho del Levítico puede representar una «incitación al odio». Y acusó a la empresa de antisemitismo, de cristianofobia, así como de querer «censurar las Sagradas Escrituras. Una cita del Antiguo Testamento es jurídicamente aceptable y no justifica el despido de un empleado».

Es decir, la decisión de Ikea podría ser interpretada como motivada por un prejuicio contra los cristianos. Por ello Ordo Iuris inició una causa contra la multinacional sueca, citándola ante el Tribunal del distrito de Cracovia y solicitando la invalidación del despido y el resarcimiento de Tomasz K. por los daños sufridos. El sindicato Solidarność, a su vez, se ofreció a apoyar la causa de este desafortunado trabajador, aunque no se trate propiamente de uno propio registrado: «Estamos monitoreando la situación –declaró Marek Lewandowski, portavoz del sindicato– Si podemos ser útiles, actuaremos». Exponentes del gobierno invocaron el boicot a Ikea en respuesta a su política empresarial intimidatoria e irrespetuosa con relación a sus propios trabajadores.

El Ministro de Justicia en ejercicio, Zbigniew Ziobro, encargó a la Procuraduría de verificar si el coloso de los alquileres había violado el derecho de los trabajadores y el mismo Código Penal, definiendo todo cuanto ocurrió como «inaceptable» y «absolutamente ultrajante». El Defensor Público del fuero Civil, por su parte, está verificando si dicho despido está también agravado por la previa discriminación religiosa.

Ya en los últimos días se había registrado tensión en la fábrica de Volvo en Breslavia por la decisión de la empresa de promover la constitución de una suerte de «comunidad Lgbtq+» interna. Iniciativa, acompañada con malhumor por la misma fuerza sindical. Grzegorz Zachara, presidente del sindicato de Solidaridad, explicó a los medios que no compete a un empleador «promover minorías o mayorías sexuales, religiosas o políticas». Lo que parece claro, como lo ha destacado Grzegorz Upper, redactor jefe de la revista católica polaca Fronda, es el esfuerzo llevado a cabo en muchas empresas para promover deliberada y reiteradamente «la ideología extrema de los activistas homosexuales», creando contra los trabajadores un auténtico clima intimidatorio. La amenaza es clara: o se adaptan o pierden el puesto de trabajo.

Polonia nos está mostrando, no con palabras sino con hechos, como es posible decir “no” y oponerse a este inaudito y antisindical juego a la masacre. Que se tome también esmerada nota en Italia. Y que se actúe.

1 Bolsa de transporte tamaño medio.

2 El cohousing permite, conservando siempre una economía propia y la vivienda destinada a uso particular, compartir labores domésticas, crianza de niñas y niños.

3 La sigla LGBTQIA fue propuesta por agrupaciones de jóvenes de la «diversidad sexual» de distintas universidades. La “I” de intersexual, persona de sexo ambiguo; la “A” por asexual, es decir, quienes carecen de atracción sexual y la “Q” representante de “questioning”, por confundido o por “queer”, término acuñado en los 90 por activistas gay que lo resignificaron desde su anterior calificación peyorativa (literalmente, queer significa “raro”, “torcido”) y que, además, dio origen a una corriente filosófica: la Queer theory, que sostiene que no hay diferencias de género ni sexualidad entre los humanos, todos somos personas y punto. (Cfr. in http://www.paula.cl/reportajes-y-entrevistas/las-nuevas-categorias-sexuales/)

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