Summorum Pontificum: ¿Salvavidas o Ancla?

Imagínese que lo entierran vivo. ¿Conseguí su atención? Bien. Imagínese que está seis pies bajo tierra en un ataúd y que se está quedando sin aire. No sabe cuánto tiempo más pueda aguantar. Pero después, de repente, escucha rasguños fuera del ataúd y milagrosamente ve aparecer un agujero de taladro por encima de su cabeza.  Aparece entonces por el agujero un tubo que sale a la superficie y usted puede respirar nuevamente. Estoy más que seguro que se sentiría usted muy agradecido con la persona que le arrojó el tubo, brindándole el tan necesario y bienvenido aplazamiento.

Así es como se sintió el motu proprio “Summorum Pontificum” de 2007. Fue como un salvavidas para la Tradición y la Misa Tridentina. De pronto pudimos volver a respirar y parecía como que la Tradición se había salvado de una muerte segura. Comprensiblemente, nos sentimos aliviados y agradecidos.

Volviendo a mi analogía de arriba. Imagine que alguien le dio ese tubo de aire y después simplemente lo dejó ahí en el ataúd.

Con la primera bocanada de aire pensó que lo habían rescatado, y mientras le arrojaban el salvavidas enseguida observó lo inadecuado de aquella respuesta frente a la dimensión real del problema.

Y ahora en el 2016, hubo tiempo suficiente como para evaluar tanto el argumento como el efecto del Summorum Pontificum. 

Obviamente, la situación respecto a la disponibilidad de Misa Tridentina en los Estados Unidos es mejor que lo que era antes del motu proprio. Pero en muchos lugares, a pesar de las supuestas garantías inherentes, las provisiones del motu proprio demostraron ser inadecuadas para superar la resistencia de los obispos intransigentes.

Estos obispos tienen muchas palancas de poder como que los sacerdotes o pastores comunes puedan imponerse. Como resultado, no permitieron a la Misa Tridentina integrarse a la vida parroquial y permaneció, en los lugares donde está disponible, como algo separado y con un apoyo mínimo. En resumen, Summorum Pontificum (S.P.) demostró ser una versión mejorada del motu proprio Ecclesia Dei.

Debemos admitir que algunos de estos asuntos, y la falta general de progreso en la integración de la liturgia tradicional a la vida de la Iglesia esperada por muchos en el comienzo del SP, tienen su origen en el documento mismo. Hay dos aspectos del documento que exponen retóricamente sus debilidades.

En primer lugar, el documento sigue utilizando el lenguaje de la adhesión. Cito, “En algunas regiones, sin embargo, no pocos fieles adhirieron y siguen adhiriéndose con mucho amor y afecto a las anteriores formas litúrgicas, que habían impregnado su cultura y su espíritu de manera tan profunda”. Si bien no debió ser la intención del papa Benedicto, esto reduce el interés y la devoción a la liturgia tradicional a no más que un mero sentimiento.  Son este mismo pensamiento y lenguaje los que conducen a la falta de respeto y el desprecio de la liturgia tradicional y sus devotos mostrados por el papa Francisco cuando dijo, “me parece más bien que es una especie de moda. Y por tanto, si se trata de una moda, es una cuestión que no requiere mucha atención. Sólo es necesario mostrar un poco de paciencia y amabilidad con las personas que son adictas a una cierta moda.”

Si bien es duro para los tradicionalistas escuchar esas palabras de boca del Papa, debemos admitir que en contenido, si no en estilo, recuerdan a las palabras de Benedicto en el S.P.

En segundo lugar, la designación del papa Benedicto de la liturgia tradicional como “forma extraordinaria”, aunque al comienzo fue aclamada por muchos, profundizó la mentalidad entre los fieles que la Misa Tridentina es algo separado, y por naturaleza, inusual. Después articula los requisitos necesarios para que los fieles soliciten esa misa y no ofrece garantías de su disponibilidad.

Y esto nos lleva a la falla principal del Summorum Pontificum: no tiene dientes.

El papa Benedicto simplemente falló en utilizar su autoridad para imponer sobre los obispos y los sacerdotes obligaciones significativas sobre este asunto. En esencia, el Papa hizo algunas concesiones para apaciguar una sentimental, pero pequeña, minoría.

Esto no hizo nada para unir a la Iglesia o promover universalmente una adoración más digna en la Iglesia. Entonces mientras este S.P., como el tubo de aire, es mejor que nada, falló en cambiar dramáticamente la situación.

¿Entonces, a qué me refiero cuando digo que el Summorum Pontificum no tenía dientes?

Puntualmente, hay cosas que el motu proprio debiera haber hecho para restablecer la Misa Tridentina (M.T.) y una adoración digna en el rito Romano. Creo que, mínimamente, el motu proprio debiera haber hecho lo siguiente:

  • Exigir a todos los sacerdotes aprender y demostrar competencia en la Misa Tradicional antes de ordenarse.
  • No exigir requisitos especiales para la misa. La misa debiera ofrecerse de la misma manera que la Novus Ordo, de manera predeterminada.
  • Al menos una por templo (preferentemente la misa solemne) (con un cierto número de feligreses) en el programa habitual de la mañana de domingo.
  • Cada diócesis debiera tener un programa obligatorio de preparación para la Misa Tradicional para sacerdotes ya ordenados, a completarse dentro de cinco años.
  • Cada diócesis debiera tener al menos un programa de entrenamiento para servidores del altar tradicional.
  • Cada diócesis debiera tener un programa de entrenamiento en música tradicional.
  • Y sobre todo, debiera sancionarse a los obispos, seminarios, o diócesis que no lo cumplen.

Creo realmente que todos estos pasos y muchos más serán necesarios en algún momento del futuro para que la Iglesia universal comience a recuperar una adoración digna. Han pasado demasiadas generaciones como para que no comencemos desde la base. Primero y principal, todos los sacerdotes deben conocer y ser competentes en la Misa Tridentina. Esta acción solamente expondrá a los sacerdotes a ideas sobre la liturgia que quizás no contemplaron antes, y comiencen a reorientar a la Iglesia.

Summorum Pontificum parecía en aquel tiempo un salvavidas para la tradición y, para ser justos, probablemente lo fue. Pero en una evaluación honesta, debemos concluir que en mayor medida nos dejó donde estábamos. Es necesario hacer más y rezo para que algún Papa futuro lo haga pronto.

Dicho esto, al menos me alegra tener el tubo de aire.

Patrick Archbold

[Traducción de Marilina Manteiga. Artículo original]

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Edición en español de The Remnant, decano de la prensa católica en USA

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