Entre los episodios que últimamente han escandalizado al mundo católico, hay dos que están teniendo una resonancia particular. El primero lo constituyen los excesivos elogios de Marco Pannella por parte de monseñor Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida, con motivo de la presentación en la sede del Partido Radical de la autobiografía póstuma del mencionado Marco Panella, en la que expresó «el espíritu de Marco nos ayude a vivir encaminados en la misma dirección».
El segundo episodio es la ponencia presentada en el Vaticano, a invitación de monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, por el doctor Paul Ehrlich, destacado exponente de la cultura de la muerte contemporánea. Lo que tiene en común el biólogo alemán con Marco Pannella es que, al igual que el presidente del Partido Radical, Ehrlich propugna el aborto y es enemigo declarado de la Iglesia Católica. Ahora bien, mientras que las declaraciones de monseñor Paglia fueron extemporáneas y más o menos delirantes, Sánchez Sorondo había hecho una invitación formal a Ehrlich en calidad de canciller de las Pontificias Academias de las Ciencias y de las Ciencias Sociales.
Como recuerda un comunicado de prensa difundido por la propia Voice of Family junto con LifeSiteNews.com, la Fundación Lepanto y la asociación Famiglia Domani, Ehrlich es uno de los más notorios exponentes del neomalthusianismo y la promoción del aborto. En 1968 publicó el superventas La explosión demográfica,en el cual profetiza un futuro en el que la humanidad alcanzará una superpoblación dramática, y a fin de evitarla, hace un llamamiento a favor del control forzado de la natalidad.
A pesar de que la realidad ha desmentido ostensiblemente sus predicciones, Ehrlich sigue defendiendo el aborto selectivo y la esterilización masiva como medios legítimos para mantener a la población dentro de unos límites. Sus ideas se han impuesto a la fuerza en países como China, la India y Kenia, y lo hacen responsable de millones de muertos y abortos.
En una entrevista concedida en 2011 a Mara Hvistendahl, Ehrlich continúa defendiendo el aborto selectivo, y afirma que que «sería conveniente otorgar al pueblo el derecho a elegir para que haya pocos niños, sólo los que se quieran tener». Explicaba además que la selección del sexo por medio del aborto e incluso el infanticidio sería mejor destino para la mujer que el que le esperaría en un planeta superpoblado.