No conversión a la Verdad del Salvador, sino «conversión ecológica» es la palabra de orden de la Iglesia globalista, vinculada a los poderes fuertes. En nombre de San Francisco -el Caballero de Cristo por excelencia, «el heraldo del gran Rey«, como se definía a sí mismo- el Papa Francisco, con un grupo de personas, entre las cuales dos representantes indígenas, el Cardenal Claudio Hummes (uno de los partidarios más fervorosos de la Teología de la Liberación y Presidente de la Comisión Episcopal para la Amazonía de la Conferencia Episcopal de Brasil) y Peter Turkson (Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que colaboró en la elaboración de la encíclica ambientalista Laudato sì), llevó a cabo una celebración el 4 de octubre ppdo., el día de la fiesta de San Francisco, quien recapituló todo en Cristo y, junto con Santo Domingo de Guzmán, recuperó a Europa y a la Iglesia de las herejías (en particular las de los valdenses y de los Cataros, que eran tendencialmente vegetarianos) y de la corrupción en la que estaba atrapada. La celebración sirvió para «consagrar el Sínodo sobre el Amazonas a San Francisco«, en realidad a su contrafigura, construida a imagen y semejanza de los deseos del Papa Francisco y de aquellos que han perdido el sentido de la existencia de la Iglesia.
En Vatican news se lee: «Un árbol, una encina de Asís, se ha plantado hoy en el corazón de la Iglesia universal. Fue plantado en los Jardines del Vaticano, el día de la fiesta de San Francisco. […] La celebración, realizada en presencia del Papa, estaba vinculada a esta imagen en particular para sellar un final y un comienzo. El tiempo de la creación concluye hoy, un período más intenso de oración y acción en beneficio de la Casa común. Y está por comenzar el Sínodo de los Obispos para la región Panamazónica, a partir del domingo y hasta el próximo 27 de octubre. La ceremonia de hoy estuvo marcada por el Cántico de las Criaturas, que inspiró la Encíclica del Papa sobre el cuidado del hogar común, y por la figura de San Francisco, modelo de la ecología integral y una referencia imprescindible para el Sínodo sobre el Amazonas».
El Cardenal Turkson, nada preocupado por una Iglesia humana que se aparta de su identidad día tras día, perdiendo fieles y almas para seguir al mundo, declaró «Nuestra preocupación por responder a la crisis ecológica debe ser sustentada en el conocimiento y en la sabiduría como lo aconsejó el Papa Francisco: Si se quiere verdaderamente construir una ecología que nos permita reparar todo lo que hemos destruido -se lee en la Encíclica Laudato Sí- entonces ninguna rama de las ciencias y ninguna forma de sabiduría puede ser descuidada, ni siquiera la religiosa con su propio lenguaje».
Para plantar la encina en una atmósfera mixta de sincretismo y paganismo estuvieron el Papa Francisco, los dos nativos y los Cardenales Hummes y Baldisseri: «Un gesto simple y profundo, que simboliza la conversión a la ecología integral, marcado por el acompañamiento musical del Cántico de las Criaturas».
Entonces no sorprende que el Cardenal Turkson sea el redactor del prefacio del libro Breviario del ecologista del fraile menor conventual polaco Zdzisław Józef Kijas, autor entre otros libros de Ecumenismo: respuestas a 101 preguntas (EMP 2008), Antes y después de Asís. Cristianismo, cultura, religiones (editado por M. Borghesi, R. Buttiglione, C. Demezzi, E. Lo Iacono, P. Marini, A. Riccardi, Roma 2012).
En este Breviario del ecologista hay de todo y lo contrario de todo para ofrecer una «obra ecuménica«, «inclusiva», un manifiesto, por lo tanto, de una Iglesia definida como «contemporánea«, desfigurada por el risteling moderno. La primera edición del libro, publicada en Polonia en el 2006, fue recibida muy favorablemente por los activistas comprometidos con el medio ambiente; pero hoy la segunda edición actualizada es recibida con mayor entusiasmo por los partidarios del testimonio de Greta Thunberg y de sus maniobradores.
Desmantelando el paquete publicitario mundial sobre el cambio climático provocado por el hombre en un único y lúcido artículo, el gran científico Antonino Zichichi, escribió: «El pandemonio cultural desencadenado por la joven sueca Greta Thunberg nos lleva a recordar que los tres grandes logros de la Razón son el Lenguaje, la Lógica y la Ciencia. Para resolver un problema, ante todo es necesario hablar sobre él. Eso es lo que hizo Greta con gran éxito. El lenguaje significa expresarse usando palabras, no fórmulas matemáticas. Usando palabras se puede decir todo y lo contrario de todo. Es por eso que hace tres mil años nació la Lógica. Lógica quiere decir producir un modelo matemático: no solo palabras, sino fórmulas. Y, de hecho, se necesitan las Matemáticas para establecer la validez científica de la cual se está hablando. Greta habló sobre el clima para atraer la atención de la opinión pública mundial. Y ha tenido éxito. Pero si no hay lógica, entonces Matemáticas y después Ciencia, es decir la prueba experimental, el clima sigue siendo lo que es: algo de lo que tanto se habla, sin usar el rigor lógico de un modelo matemático y sin haber logrado obtener la prueba experimental que establece el vínculo con la realidad. Greta no debe interrumpir sus estudios, como dijo que quiere hacer, para dedicarse a la batalla ecológica, sino regresar a su escuela y decir que debe aprender la Matemáticas de las ecuaciones diferenciales no lineales acopladas y las pruebas experimentales necesarias para establecer si ese sistema de ecuaciones describe efectivamente los fenómenos relacionados con el clima».
No solo Greta, sino también la Iglesia ha perdido la lógica con sus «fórmulas matemáticas», es decir, sus principios, sus dogmas, sus enseñanzas reales, que no conocen la moda y el tiempo, que no se adaptan a las palabras que siguen pautas relativistas, masónicas, panteístas y globalistas, produciendo errores doctrinales y pastorales. Las fórmulas dogmáticas y catequísticas son aquellas que han permitido a la Iglesia, durante dos mil años, permanecer en el camino de Cristo, son las que le permiten no perder el juicio, como sucede, en cambio, con la Iglesia de Florencia, con una Curia que paga los estudios de teología al imán Hamdan Al Zeqri, un refugiado yemení, guía espiritual musulmán en la prisión de Sollicciano, quien discutirá su tesis de grado el 15 de octubre para convertirse en doctor en Ciencias religiosas, un título que lo habilitará a enseñar religión «católica» en las escuelas. Al Zeqri afirma ser un musulmán con la intención de seguir siéndolo, «pero amo a Jesús, porque el Islam y Cristo están muy cerca.»
El Islam y Cristo están muy lejos uno del otro, como bien lo sabía San Francisco de Asís, que fue a una misión en tierras musulmanas para convertir a la gente, como lo hizo San Pablo, y para encontrar el martirio, como afirman las Fuentes Franciscanas. También el clero, como Greta, es invitado a volver a la escuela.
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