(foto: asesinatos cometidos por el grupo terrorista Montoneros en Argentina)
Una nueva vileza de Francisco viene a lacerarnos el alma, especialmente a los argentinos. Se trata del decreto de beatificación de Monseñor Enrique Angelelli[1]. Esto nos obliga a hacer un par de aportes, aunque seguramente mejores plumas saldrán al ruedo en estos días.
Lo primero que debemos decir es que Angelelli no es mártir, sencillamente porque no murió en odio a la fe ni tampoco fue víctima de la represión de la supuesta dictadura militar (que de dictadura no tuvo nada. El Proceso de Reorganización Nacional fue una variante más del Régimen). El martirio en sentido estricto es entregar la vida por Cristo. Eso significa “ser muerto en odio a la fe”. Y este odio a la fe se puede entender de dos maneras: Santo Tomás habla de un odio “pro fide credenda” y “pro fide agenda”. Ninguna de las dos, insistimos, le cabe al Obispo de La Rioja. Mons. Angelelli murió en un accidente automovilístico. Están los testimonios de Raúl Alberto Nacuzi, quien vio el accidente ya que se encontraba realizando tareas de mantenimiento en una pilastra de alta tensión y de Carlos Alberto Arzola quien fue uno de los primeros en llegar al lugar. De manera análoga se manifestaron Primitivo Reynoso y Aber Fabio Luna que se encontraban también trabajando cerca. El gomero de Chamical le advirtió al P. Pinto –quien manejaba la camioneta– que no viajara debido al pésimo estado de las cubiertas. Son determinantes, asimismo, los informes del perito mecánico Ramón Antonio Soria y del médico forense Dr. Enzo Herrera Páez. Por último, el 20 de abril de 1990 la Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba, en su resolución manifiesta: «La Corte Suprema de Justicia de la Nación atribuyó a esta Cámara Federal la responsabilidad jurídica de conocer e investigar la verdad respecto del hecho que costara la vida de Monseñor Enrique Angelelli. A tales fines se practicaron numerosas medidas tendientes a esclarecer su muerte, algunas de ellas totalmente nuevas, producto de la investigación realizada por el Tribunal […] No obstante lo expuesto y todo lo actuado en autos, resulta imposible poder asegurar que el hecho haya sido consecuencia de un accionar doloso. Está probado que la muerte se produjo a causa del accidente, pero a esta altura de la investigación, que se considera agotada, no hay elementos suficientes que permitan afirmar que el accidente haya sido efectivamente provocado”.
¿Quién fue Angelelli?
Angelelli fue uno de los adalides más radicalizados de la lucha revolucionaria que llevó el marxismo dentro de la Iglesia en la Argentina. El apoyo a la causa tercermundista data de 1957, cuando inicia contactos con el movimiento PAX.
En La Rioja era conocido como el obispo Satanelli. Y las maniobras de este felón en su diócesis como las del clero tercermundista en general fueron denunciadas en su momento por la revista Cabildo, órgano de difusión del nacionalismo católico argentino. No olvidemos tampoco que Carlos Sacheri también en su obra “La Iglesia Clandestina” hizo lo mismo y le costó la vida. Él sí es mártir, pero Francisco y nuestro Episcopado… mutis canes Dei.
El Papa y la recua de apóstatas que lo secundan no ignoran que el trabajo de estos criminales obedeció a un plan subversivo de inspiración marxista. Ni Angelelli ni sus curas trabajaron por los pobres; se aprovecharon de ellos por su poca instrucción. Vieron en ellos el caldo de cultivo apto para hacer la revolución. Y su prédica sembró odio, violencia, terror y muerte. Envenenaron de rencor y odio el corazón de muchos al punto de transformarlos en asesinos. Lucharon para que la Iglesia fuese antropocéntrica, temporalista, naturalista, materialista, secularizante y que estuviese embarcada al servicio del marxismo. Angelelli no murió en odio a la fe, pero su pelea fue para cambiar la Fe.
Este es el hombre que el Papa propone.
¡Ay, Francisco! Un nuevo escándalo has provocado. Parece que estuvieras obstinado en dispersar al rebaño.
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[1] En el decreto también se incluye a Carlos Murias, Gabriel Longuevile –ambos sacerdotes– y Wenceslao Pedernera.