Cardenal parisino en el punto de mira por decir la verdad

Sin escatimar las palabras, el cardenal francés, André Vingt-Trois les dijo a los fieles cristianos esta semana que los yihadistas “se envuelven en las vestiduras de la religión” mientras anuncian a un “Dios de la muerte” a quien el prelado comparó con el antiguo dios pagano “Moloch”, que exigía sacrificios humanos como un tributo.

De Brietbart a principios de semana. El cardenal y arzobispo de París, pronunció estas palabras durante la homilía en una misa conmemorativa el miércoles pasado, celebrada por el sacerdote mártir, el padre Jacques Hamel, cuya garganta fue cortada por dos islamistas radicales durante la misa matutina este pasado martes.

“Esos dos se envuelven en las vestiduras de la religión para cubrir su proyecto mortal”, dijo Vingt-Trois, “aquellos que quieren anunciarnos un dios de la muerte, un Moloch que se regocijaría con la muerte de un hombre y prometería el paraíso a quienes lo matasen invocándolo, estos no pueden esperar que la humanidad ceda a su locura”.

El cardenal Vingt-Trois, de cara ante la desesperación predicada por los islamistas, comentó que los cristianos deben responder con el mensaje de esperanza del Evangelio: “Es esta esperanza la que animó el ministerio del padre Jacques Hamel cuando celebraba la Eucaristía durante la cual fue brutalmente ejecutado” comentó el cardenal. “Es esta esperanza la que sostiene a los cristianos orientales cuando tienen que huir de la persecución y escoger dejarlo todo en vez de renunciar a su fe”.

El cardenal también aseguró que en el ambiente social actual, el miedo se convierte en la fuerza motora detrás de nuestras decisiones, dejando a la gente impotente para hacer el bien y resistirse al mal. La “corrección política” impone un silencio por el miedo a ofender, de salirse uno de las líneas de lo que la gente piensa que es “apropiado” para pensar y decir.

Este silencio se extiende a los padres, temerosos de transmitirles a sus hijos valores, y se extiende al “silencio de la élite” de cara ante el comportamiento pervertido, y, ¡ante la legalización de lo aberrante!

El cardenal sugirió que esta presión de no ofender a los demás conlleva a la cobardía y a la abdicación del deber e impone un conformismo insalubre.  LEER EL ARTÍCULO AQUÍ

COMENTARIO  DE THE REMNANT: Al parecer el cardenal, que no ha sido considerado como uno que se inclina hacia lo tradicional, se está despertando. Y por esto está siendo atacado como un “homofóbico peligroso” y un “racista” en la prensa francesa. Fue vilipendiado en los medios sociales, por el Partido Verde, el Partido Socialista e incluso por un miembro de la Unión por un Movimiento Popular,  y por una parte del Partido de la Gente de la UE por su sermón.

Este pequeño clip es un tentempié de las expresiones de odio y de ira desenfrenada que están siendo dirigidas al cardenal desde que él previno no sólo en contra del islam radical y de la yihad en contra de la Europa cristiana, sino en contra de la promoción, y por implicación, la legalización del matrimonio homosexual hecha por el Estado secularista francés.

El cardenal Vingt-Trois habla en contra del “silencio de la élite de cara a la perversión de la moral y de la legalización del comportamiento pervertido.”

“¿André Vingt-Trois usó la misa celebrada por el padre Jacques Hamel para criticar el matrimonio para todos?” la pregunta fue gritada en el encabezado y en primera plana del «Le Huffington Post» y continuó sin cesar, terminando con la crucifixión del cardenal por decir exactamente lo que el cardenal debería haber dicho, exactamente lo que hoy en día la mayoría de los obispos están demasiado aterrados para decir, y exactamente lo que el Papa ha rehusado decir hasta ahora.

En vez de echarse atrás, el cardenal se ha mantenido firme, incluso autorizando a Vicente Neymon, el portavoz para la Conferencia de Obispos Franceses, de sacar esta declaración a la prensa: “El cardenal Vingt-Trois tuvo la valentía de exponer lo que él piensa. El ataque subsecuente en contra de él es prueba suficiente del mismísimo punto que él estaba realizando”.

Quizás puedo ser perdonado por esperar que el católico Vingt-Trois haya tomado esta posición de valentía en parte debido a las gracias que haya recibido en la peregrinación a Chartres, Francia, allá en el 2010. Aquí está lo que sucedió:

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Michael Matt besa el anillo del cardenal André Vingt-Trois

En la segunda noche del peregrinaje, había más excitación de lo que yo jamás había visto al hacerse camino la delegación americana de unos 65 peregrinos por el terraplén empinado hacia el campamento. Exhaustos y sedientos después de dos días bajo el sol impío, todo lo que queríamos hacer en realidad era encontrar nuestra carpa y tirarnos al suelo. Pero una manada de peregrinos franceses nos bloqueaba el camino, su canción jubilosa levantándose ante nosotros como la marea en el mar.

De súbito escuché mi propio nombre siendo gritado por varios franceses justo  un poco más adelante mío. Como el líder de la delegación estadounidense estaba siendo llamado. Pero, ¿por qué? Me abrí camino entre la muchedumbre y pronto lo entendí. El cardenal arzobispo de París estaba en la reja, saludando a cada delegación mientras la columna kilométrica de peregrinos entraba al campamento. Vestido de pies a cabeza con  el rojo tradicional, Su Eminencia estaba siendo aclamado como un general victorioso por las tropas cansadas de la batalla.

Ju-bi-late Deo, jubi-la-te Deo, Al-le-lu-ia gritaban los scouts  mientras rodeaban a su “general”, apurándose a arrodillarse para recibir su bendición.

Unos momentos después me encontré arrodillándome a los pies de André Armand, cardenal Vingt-Trois. Al besarle yo el anillo, me acordé de que Su Eminencia no es conocido por ser particularmente el que apoya de la causa tradicionalista en Francia. Pero por respeto a su cargo y por la oportunidad de mostrarle a su pastor la verdadera cara de la ‘tradición’, los organizadores de la peregrinación, Notre  Dame de Crétienté, había invitado al cardenal a visitar el campamento esa noche y para que ofreciera la bendición del Santísimo Sacramento a los peregrinos.

El cardenal había aceptado la invitación gentilmente, y allí estaba él, no en el santuario de una catedral elaborada, sino de pie en lo alto del terraplén bajo el sol ardiente, sonriendo y bendiciendo a sus hijos polvorientos.

Mientras hablaba brevemente con él sobre lo que el peregrinaje significaba para los católicos americanos y como cientos de nosotros a lo largo de los años habíamos cruzado el Atlántico para tomar parte en este glorioso evento, él sonreía amablemente y me dio su bendición. ¿Era idealismo de mi parte o detecté algo en sus ojos que hablaba de un profundo impacto de lo que él veía desarrollándose delante de él? Después de todo, sólo un hombre sin fe y con un corazón de piedra podría mirar al ejército juvenil de católicos, estirándose más allá de donde llegaba la vista, sus banderas y estandartes flameando con la brisa, las pesadas imágenes de nuestra Señora cargadas desde París sobre los hombros de los scouts—y no ser conmovido por ello—. El cardenal Vingt-Trois no me parecía un hombre con el corazón de piedra o sin fe. Creo que lo que vio ese día le hizo una impresión que no será olvidada con facilidad.

De cualquier manera, mientras el sol se ponía y las sombras se hacían más largas sobre el Bivouac de Gas, un príncipe de la Iglesia católica partía entre un mar masivo de peregrinos y se encaminó hacia un altar tradicional construido bajo las estrellas. Cuando él elevó la custodia un corto tiempo después y sonaron las campanas de consagración por todo el campamento, diez mil peregrinos se santiguaron y adoraron a Dios en absoluto silencio.

Durante ese momento por lo menos el Christus vincit y las políticas del cardenal no importaron un ápice. El ejército de peregrinación se había convertido en niños nuevamente, rezando a los pies de su padre mientras le juraban alianza a su Madre y adoraban a su Dios.

Fue como si la revolución nunca hubiera sucedido y todo el mundo fuera católico nuevamente. El cardenal ya no era Vingt-Trois sino más bien era Andrés, Santiago, Juan, Tomás, Felipe, Simón y Judas. Y el corazón católico saltó de alegría.

Y ahora el cardenal  Vingt-Trois está sólo en París, abofeteado por los enemigos poderosos, por decir y hacer lo católico en un mundo que está de guerra en contra de todo lo que sea católico. ¿Hay conexión alguna entre esa postura firme y heroica y lo que sucedió ese día en la peregrinación a Chartres hace seis años?  Quién podría darlo por seguro, pero pienso que podría haberla. Tal es el poder de la Gracia de Dios y de la tradición católica. Continuemos rezando por todos ellos, incluso y en especial por el papa Francisco, recordándonos que al final Dios tendrá la última palabra.

Michael Matt

[Traducido por Tina Scislow. Artículo original]

Michael Matt
Michael Matthttp://remnantnewspaper.com/
Director de The Remnant. Ha sido editor de “The Remnant” desde 1990. Desde 1994, ha sido director del diario. Graduado de Christendom College, Michael Matt ha escrito cientos de artículos sobre el estado de la Iglesia y el mundo moderno. Es el presentador de The Remnant Underground del Remnant Forum, Remnant TV. Ha sido Coordinador de Notre Dame de Chrétienté en París – la organización responsable del Pentecost Pilgrimage to Chartres, Francia, desde el año 2000. El señor Michael Matt ha guiado a los contingentes estadounidenses en el Peregrinaje a Chartres durante los últimos 24 años. Da conferencias en el Simposio de Verano del Foro Romano en Gardone Riviera, Italia. Es autor de Christian Fables, Legends of Christmas y Gods of Wasteland (Fifty Years of Rock n' Roll) y participa como orador en conferencias acerca de la Misa, la escolarización en el hogar, y el tema de la cultura, para grupos de católicos, en forma asidua. Reside en St. Paul, Minnesota, junto con su esposa, Carol Lynn y sus siete hijos.

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