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Riesgo de aislamiento en los católicos tradicionales

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Riesgo de aislamiento en los católicos tradicionales

Normalmente emprendemos camino como católicos Novus Ordo que no sabemos más de lo que hemos conocido toda la vida en cualquier iglesia católica del mundo. Algunos llegamos a asistir a la Misa en latín antes de su eliminación en 1969. Teníamos unos conocimientos mínimos de dicha Misa, pero aceptamos la nueva misa que nos impuso la autoridad eclesiástica.

Luego, cada uno a su manera, (por ejemplo, a raíz del motu propio Summorum Pontificum del papa Benedicto XVI), empezamos a redescubrir no sólo la Misa en latín, sino también la moral y el magisterio anteriores al Concilio. Y quisimos más. En nuestro corazón sabíamos que lo que estábamos descubriendo era correcto, aquello que a nuestro juicio nos había faltado hasta entonces.

Así comienza una experiencia católica enteramente nueva. Empezamos a asistir a la Misa en latín siempre que tenemos oportunidad, o a la nueva si la tenemos más mano. Las mujeres van a la iglesia con velo y visten con más decencia cuando asisten al Santo Sacrificio de la Misa.

El gran problema surge cuando descubrimos que los documentos del Concilio Vaticano II son muy «pastorales» y confusos. Descubrimos que han alterado lo que siempre enseñó la Iglesia. Y sin embargo, sabemos que la doctrina católica no puede cambiar. También hemos visto y conocemos por experiencia los terribles efectos del Concilio (familiares que han abandonado el catolicismo, iglesias y seminarios cerrados, hospitales que de católicos ya sólo tienen el nombre, o la gran escasez de vocaciones).

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Entonces empezamos a asistir únicamente a la Misa tradicional porque conocemos los abusos litúrgicos y los espectáculos en que se han convertido algunas misas, como hemos visto toda la vida, y estamos cansados de esas cosas. Queremos algo más profundo y reverente. Empezamos a estudiar cómo era la Iglesia antes y después del Concilio Vaticano II, y descubrimos con tristeza la desorientación de la mayoría de los católicos. Descubrimos a continuación que la nueva Misa fue inventada, que es la primera misa reinventada, desde cero, en la historia de la Iglesia Católica. Descubrimiento que nos horroriza.

En ese momento puede surgir el AISLAMIENTO. Comenzamos a vernos como los afortunados católicos que saben la verdad sobre la Misa y el Concilio Vaticano II. Ahora vemos a todos los practicantes del Novus Ordo como ignorantes que siguen un camino errado. Sabemos -y estamos en lo correcto- que son modernistas liberales que creen y practican un catolicismo a la carta. Nosotros procuramos vestir con decencia, mientras ellas van como verdaderas prostitutas, aunque estén en Misa. Y lo peor es que están convencidos de que toda doctrina católica puede y debe cambiar para ajustarse a la vida moderna.  

Comienzan las discusiones. Consideramos, y no nos falta razón, que viven mal. Y dejamos de hablar con ellos y participar en sus reuniones por las muchas actividades malas que se dan en dichas reuniones (música impropia, borracheras, indecencia en el vestir y en los bailes). Como no queremos apoyar vidas inmorales, dejamos de relacionarnos con esas personas, que entonces nos ven como extremistas y fanáticos. Ya no tenemos nada en común con personas de nuestra familia y con amistades con las que antes pasábamos mucho tiempo.

Procuramos entonces que nuestros hijos no pierdan la inocencia ni se contaminen con el mundo. Dejamos de llevarlos al colegio y les enseñamos en casa. Esto nos acarrea el aislamiento y el ostracismo por parte de nuestros familiares y amistades modernistas. Terminamos asociándonos únicamente con católicos tradicionalistas.

Por un lado es estupendo, porque entonces podemos pasar ratos muy provechos con buenas familias. Realizamos actividades sanas juntos. Tenemos mucho en común, porque son amistades basadas en el amor a la fe católica de siempre, en vez de en superficialidades como que nuestros hijos sean del mismo equipo de fútbol.

Pero también puede ser un aislamiento peligroso. Esto puede pasar sobre todo si alguien se vuelve sedevacantista o se integra en la FSSPX. Sé que muchos lectores de este blog se van a enojar conmigo al leer estas palabras. Pero no se vayan, sigan leyendo y reflexiones sobre lo que ha pasado realmente en su vida y con su familia. ¿Ha sido totalmente sano en lo espiritual?

Porque casi todos los sedevacantistas y miembros de la FSSPX consideran que todos los miembros de la Iglesia Católica institucional son malos, algunos hasta creen que van a terminar en el infierno, y por tanto se apartan de nosotros. Algunos lo hacen porque a veces los que somos sacerdotes podemos decir una Misa Novus Ordo, o bien los fieles asistir a una de ellas, o bien puede pasar que vayamos a una iglesia en la que den la comunión en la mano, cayendo al suelo migajas de Jesús en la Eucaristía, que luego pisa la gente. Son razones de peso, y a Dios le agradaría mucho más que sólo fuéramos a la Misa tradicional y nunca a la Novus Ordo. Pero todo esto aísla a las familias separándolas de

  • Los católicos tradicionalistas que estamos en la Iglesia canónica
  • Familiares que pueden ser incluso paganos
  • Amigos católicos modernistas
  • La gente normal y corriente del mundo
  • Todos los que no sean sedevacantistas ni miembros de la FSSPX

(Yo sólo creo en seguir perteneciendo a la Iglesia Católica canónica, por muy malos que sean el Papa, los obispos, los sacerdotes y los religiosos.) Creo en reformar a la Iglesia desde dentro, por mucho que cueste.  

Vuelvo a decir que ese aislamiento es peligroso.  Tenemos que amar a todas las personas, relacionarnos con ellas y procurar llevarlas a la VERDAD CATÓLICA. Hay que tener cuidado con a qué colegio van nuestros hijos, (lo ideal es enseñarles en casa, donde lo permita la ley). Tomar precauciones para que nuestros familiares y amigos no corrompan a nuestros hijos ni influyan en ellos de manera que los induzcan a pecar. Pero rehuir a todo el que no sea miembro perfecto de la FSSPX o no sea sedevacantista es someterse a un aislamiento peligroso. La familia, el cónyuge, los hijos pueden terminar también excesivamente aislados y deprimirse. No debemos ser tan extremistas. Podría resultar un problema.

Debemos tratar con caridad y amabilidad a todo el mundo, aunque vista con indecencia, sea satanista, modernista, homosexual, protestante o pagano. En modo alguno estoy de acuerdo con ellos ni con su forma de vestir o vivir. Pero hay que ser amable con ellos y ayudarles a ver la verdad.

Contamos también con la gran bendición de ser católicos tradicionalistas, y queremos obrar con caridad y amor, aunque nos preocupemos mucho por la Iglesia, la sociedad y las almas en general.

Padre Peter Carota

[Traducción por J.E.F]