Sic transit gloria mundi. Para los Franciscanos de la Inmaculada, el Instituto fundado por Padre Stefano María Manelli y puesto bajo el control de un Comisario Apostólico el 11 de julio de 2013, se ha clausurado la “era Volpi”, que será ciertamente recordada como una de las más tristes de la historia de esta orden religiosa. Padre Fidenzio Volpi, impuesto por la Congregación de los Religiosos como Comisario Apostólico para liquidar la orden de Padre Manelli, ha sido ingresado en una clínica romana tras una isquemia cerebral, que le ha producido una hemiparesia que ha perjudicado gravemente su estado de salud, obligándole a renunciar de manera irrevocable a su función de Comisario.
“Corrispondenza Romana” recogió, en febrero de 2014, 8000 firmas, entregadas a la Santa Sede, para pedir la dimisión del religioso capuchino de su cargo de Comisario de los Franciscanos de la Inmaculada. “En el espacio de cinco meses —escribíamos en diciembre de 2013— Padre Volpi ha destruido el Instituto provocando caos y sufrimientos en su interior, escándalo entre los fieles, criticas en la prensa, malestar y perplejidad en el mundo eclesial. Poco importa saber si Padre Volpi sea el artífice o el ejecutor del plan de destrucción. Lo que es cierto es que si no se para ese plan, las consecuencias serán desastrosas y es para evitar que a este desastre se añadan más desastres que Padre Volpi tiene que ser removido de su cargo.”
El Comisario Volpi no fue removido por la Congregación de los Religiosos, sino por los misteriosos diseños de la Divina Providencia. Además, sus condiciones de salud nunca fueron buenas, y las tensiones a las que ha estado sometido después de haber aceptado el cargo de Comisario, han sido fuertísimas, no sólo por la fractura que se abrió inmediatamente entre él y los Franciscanos de la Inmaculada, que en un porcentaje superior al 70% se mantuvieron fieles a Padre Manelli, sino también por los conflictos que se crearon con el Padre Alfonso Bruno, y que en poco tiempo han llevado el Instituto al desastre. A todo esto, hay que añadir las tensiones con la Congregación de los Religiosos, que ha desaprobado muchas de las iniciativas tomadas por el Comisario, como por ejemplo la tentativa de condenar sin juicio a algunos frailes los cuales, tras pedir la dispensa o la exclaustración, ahora están bajo la protección de muchos obispos, desde Italia, a Gran Bretaña o Filipinas.
La credibilidad de Padre Volpi ya se había visto comprometida además por el acuerdo del 12 de febrero de 2015 alcanzado ante el Tribunal de Roma, primero aceptado y luego rechazado por el mismo Padre Volpi: acuerdo en el que el Comisario admitía haber difamado a los familiares de Padre Manelli, acusándoles que haberse adueñado de los bienes del Instituto.
Luego, ha demostrado tratarse de una gran mentira también la acusación contra los Franciscanos de la Inmaculada de haber guardado ilícitamente algunos millones de euros. Las investigaciones partieron del contraste entre una parte de los religiosos alineados con Padre Volpi y Padre Bruno, por un lado, y, por el otro, las asociaciones de laicos fieles a Padre Manelli. Los primeros pretenden disponer de los bienes que son legítimamente de propiedad de los segundos. A partir de este conflicto surgieron denuncias, investigaciones y la singular decisión de la autoridad judicial de confiar la custodia cautelar de dichos bienes a Padre Volpi, que es una de las partes en causa, hasta que la magistratura pronuncie su veredicto.
Queda el hecho de que, desde hace casi dos años, nadie todavía ha contestado a una pregunta de fondo: ¿cuáles son las verdaderas razones del nombramiento del Comisario de los Franciscanos de la Inmaculada? Se han formulados muchas y diversas hipótesis, pero, hasta hoy, las verdaderas razones de la intervención no han sido aclaradas.
Deseamos lo mejor al Padre Volpi, definitivamente salido de escena, mientras que el Padre Stefano María Manelli se encuentra él también en hospital, en San Giovanni Rotondo, rodeado de la estima y el cariño de tantos religiosos, religiosas y laicos, pertenecientes a la familia espiritual fundada por él. Ahora la Santa Sede tendrá que nombrar a un nuevo Comisario. Todos deseamos que no repita los errores del anterior y que, clausurada una temporada, se abra otra de diverso signo.
Roberto de Mattei
[Traducido por María Teresa Moretti]