El Corazón del mundo anima la Creación

Como sabemos, junio es el mes en el que se dedica una atención especial al Corazón de este Dios que vino a redimirnos con su dolor. Es el homenaje merecido al Corazón del mundo, ya que todas las rueditas que mantienen el movimiento astral, como el ecológico y el humano, son creadas, movidas y sabiamente dirigidas por Dios.

El Dios-hombre tiene un corazón, que bien podría ser considerado como el Corazón del mundo. Como Dios creó todas las maravillas de la Creación visible: plantas y árboles, paisajes y perspectivas, animales de increíble variedad. Finalmente al hombre: el reloj-maravilla de este Dios tan inclinado a los hombres.

Es el Corazón que gobierna el mundo. Ha dado cuerda a los astros, que no cesarán en su carrera hasta que Él mismo los detenga. Ha agitado los mares para que expongan su misterioso flujo lamiendo continentes y en cuyos lomos se deslizan los buques más fantásticos. Ha formado la arcana atmósfera donde surcan desde el cóndor hasta el gorrioncillo, y de cuyo efluvio respiramos todos. Ha vestido de toda la paleta de gamas posibles las flores con perfiles asombrosos. Dio impulso al inmenso trompo de toda la Creación que sigue girando sólo a la fuerza de su divino poder.

El Corazón del mundo: en cualquier parte todo es igual, ya que no se mueve ni uno solo de los seres sin su permiso y sin su ayuda. La vida humana, es una sucesión de instantes, cosidos elegantemente uno a otro, por la mano sabia y poderosa de Dios. Lo mismo las plantas que las libélulas ostentan su misterioso organismo según la invención del Ser Supremo que los está creando cada momento, pues que la vida es una creación repetida, reinventada.

La fe nos revela no solo que Dios es el Creador de todo, desde la nada, sino que es el conservador y el animador de todo. De tal modo que si Él no dirigiera y fomentara la existencia y la actividad de los seres, pronto todos ellos caerían en el vacío.

¿Quiere saber cómo está Dios presente, ahora, en la Creación?

Los cielos, movidos bajo el control de Dios, le están sometidos en paz.

El día y la noche van siguiendo el curso que Él les ha señalado sin que mutuamente se interfieran.

El sol, la luna y los coros de los astros giran según el orden que Él les ha establecido, en armonía y sin transgresión de ninguna clase, por las órbitas que les han sido impuestas.

La tierra germina según la voluntad de Dios a sus debidos tiempos y produce abundantísimo sustento a los hombres y a todos los animales que viven sobre ella, sin que jamás se rebele ni cambie nada de lo que Él ha establecido.

Los abismos insondables y los inasequibles lugares inferiores de la tierra se mantienen dentro de las mismas ordenaciones.

El lecho del inmenso mar, constituido por obra suya para contener las aguas no traspasa las compuertas establecidas, sino que se mantiene tal como Él le ordenó.

El océano al que no pueden llegar los hombres, y los mundos que hay más allá que dicho océano, están regidas por las mismas disposiciones del Señor.

Las estaciones, la primavera, el verano, el otoño y el invierno se suceden pacíficamente unas a otras.

Los escuadrones de los vientos cumplen sin fallar, a sus debidos tiempos, su servicio.

Las fuentes perennes, creadas para nuestro goce y salud, ofrecen sin interrupción sus pechos para la vida de los hombres.

Y hasta los más pequeños de los animales forman sus sociedades en concordia y paz.

Todas estas cosas el artífice y Señor de todo ordenó que se mantuvieran en paz y concordia, derramando sus beneficios sobre el universo, y de manera particularmente generosa sobre nosotros, los que nos hemos acogido a su misericordia por medio de Nuestro Señor Jesucristo.1

¡Qué belleza de narración! Y, ¡qué visión más hermosa de la Creación practicada por la lente de la fe, que adivina a Dios en toda fuerza y en todo movimiento!

Así escribía Clemente Romano, a finales del siglo I, el que fue sucesor tercero de San Pedro en el pontificado romano.

Fue el Corazón del mundo, con su Creación de la nada; es el Corazón del mundo por su conservación con su sabiduría y su amor siempre fresco, siempre benéfico.

Germán Mazuelo-Leytón

[mks_separator style=»solid» height=»5″ ]

1 CLEMENTE ROMANO. En José Vives: Los Padres de la Iglesia, 3.

Germán Mazuelo-Leytón
Germán Mazuelo-Leytón
Es conocido por su defensa enérgica de los valores católicos e incansable actividad de servicio. Ha sido desde los 9 años miembro de la Legión de María, movimiento que en 1981 lo nombró «Extensionista» en Bolivia, y posteriormente «Enviado» a Chile. Ha sido también catequista de Comunión y Confirmación y profesor de Religión y Moral. Desde 1994 es Pionero de Abstinencia Total, Director Nacional en Bolivia de esa asociación eclesial, actualmente delegado de Central y Sud América ante el Consejo Central Pionero. Difunde la consagración a Jesús por las manos de María de Montfort, y otros apostolados afines

Del mismo autor

Los anti- santos: ¿«santas» feministas?

Un libro reciente de Julia Pierpont, publicado por Penguin Random House», The...

Últimos Artículos

Voces en la tempestad

La reacción que tiene la mujer que es defendida...