Fiesta de San Esteban
(Mt 23: 34-39)
La última homilía que les di iba dirigida a “no católicos”; y dentro de ese grupo estaban comprendidos tanto los que eran ateos y los que habían abandonado la fe, como aquellos que, considerándose católicos, realmente no lo eran, pues habían abandonado las enseñanzas de la Iglesia y del Magisterio de siempre.
La presente homilía va dirigida al pequeño grupo que se mantiene fiel a las enseñanzas de Cristo. Este grupo pequeño habrá de tener en cuenta una serie de recomendaciones y avisos:
• Que será realmente una minoría, tal como lo manifiesta la Sagrada Escritura en varios lugares y lo dice el mismo Jesucristo: “Cuando venga de nuevo el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?
• Que estarán rodeados de una iglesia que estará dirigida por el Falso Profeta.
• Que serán perseguidos por la iglesia considerada “oficial”.
• Que ese pequeño grupo fiel hará realidad la frase: “Las puertas del infierno no prevalecerán…”.
• Que el poder de la iglesia apóstata será inmenso y extenso, e intentará acabar con la Iglesia fiel.
• Que los verdaderamente católicos estarán viviendo entre las ruinas y se verán rodeados por los escombros de lo que fue una Iglesia floreciente. Tierra de escombros que estará también plagada de peligrosas minas explosivas y de animales feroces.
• Que al Falso Profeta le será concedido hacer la guerra a los santos y vencerlos.
• Que será suprimido el Sacrificio cotidiano.
• Que el Falso Profeta tendrá la capacidad de difundir con eficiencia el espíritu de mentira y error.
• Que los tiempos finales serán acortados en favor de los elegidos.
Tal como nos dice las Segunda Carta del Apóstol San Pablo a Timoteo: “Ten en cuenta que llegará un tiempo en el que las gentes no soportarán la sana doctrina; además, se buscarán y rodearán de maestros que halaguen sus pasiones. Por tanto, cerrarán sus oídos a la verdad y los abrirán a las fábulas y cuentos de viejas”. Todo esto llegará.
Habrá algunos católicos que, pretendiendo ser fieles a Cristo se separarán de la autoridad oficial que, aunque corrupta, es legítima autoridad. Recordemos que nadie puede fundar una nueva Iglesia (como ya hizo Lutero en tiempos pasados). Este grupo se declarará sedevacantista; pero ¿qué autoridad tiene un cristiano o un grupo de cristianos para declarar que el Papa es hereje? Sólo la Iglesia puede declarar que un Papa es hereje, pero no nosotros. Hemos de ser fieles a esa autoridad mientras que la Iglesia oficial no la declare hereje. Si esa autoridad pretendiera imponer enseñanzas contrarias a la fe de siempre, no habría que obedecerle; pero sigue siendo autoridad.
A esos que se declaran sedevacantistas hay que recordarles que la Iglesia no puede estar sin cabeza; sea corrupta o no, es cabeza mientras que la misma Iglesia no la declare como hereje.
El consejo de Cristo para ese pequeño grupo de católicos fieles es que recuerden que su situación será corta; pues el mismo Jesucristo nos dice: “Cuando llegue esa situación, levantad vuestras cabezas pues se acerca vuestra liberación”.
Y acabaría esta homilía con unas palabras consoladoras de Nuestro Señor pronunciadas en el discurso de la Última Cena: “Ya veo que ahora estáis tristes, pero yo os digo que os veré de nuevo… y se alegrará vuestro corazón, y os daré una alegría que nadie os podrá quitar”.