Irrupción carismática

Pentecostés 2017 ha sido para la Renovación Carismática Católica (RCC) un acontecimiento sin parangones en el arco de las celebraciones del cincuentenario de esta corriente al interior de la Iglesia Católica. Y han acudido nada menos que invitados por el Obispo de Roma, Francisco:

«Los espero a todos los carismáticos del mundo para celebrar junto al Papa el gran jubileo de Ustedes en Pentecostés 2017 en la plaza de San Pedro».

Lo que nos proporciona la idea de la importancia que Jorge Mario Bergoglio otorga a la RCC en el aquí y en el hoy del catolicismo.

Junto a cien mil carismáticos del mundo entero llegados a Roma, Francisco se ha reunido en la Vigilia de Pentecostés recientemente pasada en el antiguo Circo Máximo.

«En el palco, junto al Santo Padre, se encontraban los líderes de Renovación Carismática, representantes de las iglesias evangélicas, pentecostales y de otras confesiones religiosas, un pastor de la Iglesia evangélica de la reconciliación saludó al «amado y querido papa Francisco».

Durante el encuentro, apelando a la frase de un hermano luterano, Francisco ha afirmado: deseamos ser una diversidad reconciliada.

El Obispo de Roma preguntó si la RCC ¿es una esta institución? ¿una organización?, y respondió: no, es una obra que nació ecuménica, una corriente de gracia, sin estatutos ni fundadores, que comprende muchas obras humanas inspirada por el Espíritu Santo.[1]

I. Raíces protestantes

Recuerdo que un alto prelado, luego cardenal, tenía una especie de alergia hacia algunos de los movimientos y asociaciones eclesiales, por no decir a todos, especialmente opositor era, de la Legión de María. Veía en los movimientos un «pietismo» y una «evasión del compromiso cristiano social» que no creía encontrarlos en una de sus «opciones» episcopales: las politizadas y marxistoides «Comunidades de Base Cristiana», luego «Comunidades Eclesiales de Base (CEBs)».

El mencionado cardenal insistía en la raíz escapista, evasionista que conduce a una dicotomía entre la fe y la vida, de la RCC.

No obstante, tanto la RCC como las CEBs son frutos elocuentes del Vaticano II, y como los extremos llegan a unirse, la «Renovación» y las «Comunidades Eclesiales de Base» vinieron a coexistir pastoralmente -entre otros aspectos- principalmente por la instrumentalización que ambas hacen de la liturgia.

Los orígenes del movimiento carismático o pentecostal se remontan al año 1892, establecido en Carolina del Norte (Estados Unidos) por los pastores bautista y metodista, respectivamente R. G. Spurling y W. F. Bryant, quienes aseguraban poseer la misma plenitud del Espíritu Santo que habían recibido los Apóstoles en Pentecostés, al igual que sus carismas, en particular los dones de profecía, curación y lenguas.

Entronca el pentecostalismo con la herejía montanista. Herejía de índole ascética nacida hacia el año 170 de la era cristiana. Montano, cristiano convertido en el Asia Menor, comenzó a tener éxtasis e inspiraciones, muy pronto surgió todo un movimiento. Montano decía ser inspirado y movido del Espíritu Santo, que había descendido sobre él. La herejía montanista llegó a Roma y allí conquistó entre otros a Tertuliano que murió fuera de la Iglesia Católica.[2]

II. Dones carismáticos

A veces Dios concede innegablemente, gracias actuales sensibles, incluso fenómenos extraordinarios a determinadas personas. Los carismas verdaderos, presentes en la Iglesia Primitiva, son ejemplos de estos fenómenos extraordinarios.

Quien mejor ha retratado la vitalidad carismática de la Iglesia Primitiva ha sido San Pablo en la Carta a los Corintios, a quienes instruye de la siguiente manera:

Hay diversidad de dones, más el Espíritu es uno mismo, y hay diversidad de ministerios, más el Señor es uno mismo; y hay diversidad de operaciones, más el mismo Dios es el que las obra todas ellas en todos. A cada uno, empero, se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien (común). Porque a uno, por medio del Espíritu, se le otorga palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia, según el mismo Espíritu; a otro, en el mismo Espíritu, fe; a otro, dones de curaciones, en el único Espíritu; a otro, operaciones de milagros; a otro, profecía; a otro, discreción de espíritus; a otro, variedad de lenguas; a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las obra el mismo y único Espíritu, repartiendo a cada cual según quiere. [3]

El texto de Pablo es revelador, ya que señala los elementos de los carismas:

Primero: son dones extraordinarios de Dios.

Segundo: Dios da los carismas, según su beneplácito.

Tercero: los carismas se dan a los individuos para toda la Iglesia (vv. 12 ss.), lo cual comporta gravísima responsabilidad en quien recibe los dones, como se ve en la parábola de los talentos.[4] Ello explica que haya habido profetas infieles a su misión, y nos muestra que la posesión de esos dones no es por sí misma un indicio suficiente de santidad.

Y cuarto: hay mucha variedad de carismas, porque también son varias las funciones que ha de realizar la Iglesia de Cristo según las necesidades y de las utilidades de los hombres.

Debemos subrayar que el fenómeno no se extendió a toda la Iglesia, ni se hizo difusión de ellos entre las comunidades nacientes, sino que estaba circunscripto concretamente a Corinto, dándose además también muchos abusos.

Los comentadores de la Escritura revelan que a medida en que crece la Iglesia, se organiza internamente, y, prepara sus cuadros de acción, el carisma es menos necesario y menos concedido. Santo Tomás de Aquino nunca se refiere a los carismas como fenómenos contemporáneos. Habla de ellos sólo en lo que respecta a los tiempos apostólicos.

San Pablo clarifica que Dios ha establecido dichos variados e importantes carismas en la Iglesia, todos ellos útiles y admirables, pero ninguno se desanime si no ha recibido especiales carismas, ya que puede acceder al más importante de los carismas que es la caridad, por eso Pablo afirma: Aunque yo hable la lengua de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe.[5]

El más excelente de los carismas es la caridad, y todos podemos realizarla en miles de hermanos nuestros necesitados de todo.

Respecto del don de lenguas los corintios bautizados que recibieron ese carisma, hablaban idiomas extraños, no lenguas inintelegibles.

La Iglesia señala tres condiciones para aceptar como auténticas las curaciones milagrosas: 1) Excluir cualquier causa natural que pueda obrar una curación súbita 2) Que la curación sea sometida al estudio de científicos, doctores en medicina y teólogos 3) Que la autoridad competente haga un dictamen final. Este proceso se da, por ejemplo, en Lourdes.[6]

III. «Renovación Carismática Católica»

Habiendo nacido en el siglo XIX entre las sectas protestantes este neo pentecostalismo era desconocido al interior del catolicismo hasta 1966 cuando hace su incursión. Los laicos católicos Ralph Keifer y Patrick Bourgeois, lo Introdujeron en la Iglesia Católica, «después de recibir», según ellos, el llamado «bautismo del Espíritu» de manos pentecostales.

El irlandés Frank Duff, fundador de la Legión de María, uno de los seglares más luminosos del siglo XX, en 1972 publicaba el artículo «Tocando el arpa durante el incendio de Roma», y en él, ponía de aviso sobre la «irrupción» que comenzaba a darse con la llegada de los «pentecostales católicos», «que aparecen en un tiempo en que la Iglesia está defendiéndose, en que sus doctrinas son atacadas, y en que tienen lugar serias defecciones. Por eso, alguien podría proponer con urgencia la conveniencia de aceptar con los brazos abiertos un movimiento católico que tiene todas las apariencias de estar lleno de entusiasmo y de empuje. Pero conviene ser cautos al respecto… Cualquier cosa religiosa fuera del control de la autoridad eclesiástica es de dudosa procedencia; y esto sería particularmente aplicable a un movimiento que de continuo está hablando del Espíritu Santo sin referirse para nada a otras doctrinas católicas».

El cardenal belga Leon Joseph Suenens, arzobispo emérito de Malinas-Bruselas, se vino a convertir en el más preclaro defensor y promotor de la RCC entre la jerarquía eclesiástica, hechos que con lujo de detalles narra en su libro Los imprevistos de Dios.

Antes de la verificación del Vaticano II, Monseñor Suenens había escrito el famoso libro Teología del apostolado, en el que hacía una exquisita, profunda y ortodoxa explicación de la acción del Espíritu Santo en la Iglesia. Más tarde durante el Vaticano II se convirtió en una de las voces más liberales del mismo.

Lo que vino después es historia conocida: «El gran momento decisivo para la acogida de la Renovación en la Iglesia fue la peregrinación de los diez mil “carismáticos” a San Pedro… la aceptación de la Renovación “pentecostal” por la Iglesia jerárquica, ilustra, a su manera, el doble aspecto de la Iglesia: realidad visible, apertura y acogida a los mociones del Espíritu Santo».[7]

El Espíritu Santo, es el alma de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo, y está presente en ella para iluminar las mentes e inspirar los corazones de los fieles para ser humildes discípulos de Jesús, por tanto está plenamente justificado el juicio del Arzobispo Robert Dwyer, cuando dijo: «Juzguemos el Movimiento Carismático como una de las orientaciones más peligrosas de la Iglesia en nuestro tiempo, estrechamente ligado en espíritu con otros movimientos destructivos y separadores que amenaza con grave daño a su unidad y a innumerables almas».[8]

IV. LITURGIA PROTESTANTIZADA

Son conscientes los carismáticos de la transformación verificada en la liturgia católica, desde que Paulo VI, con la acogida que hizo de la irrupción pentecostal en la Iglesia se fue dando de una manera casi imparable, y que vino a sumarse a la destrucción de la Misa católica  desatada desde los primeros años post Vaticano II.

Y no hablemos de las danzas, los mimos, las músicas percusivas, y en suma de toda la emancipación de las normas, raras veces reprobada o reprimida por los obispos.

Debe por tanto reconocerse que la reforma ha transformado una Misa católica inaceptable para los protestantes en una Misa católica aceptable para ellos. Y el juicio de aceptabilidad implica que ha acaecido una variación profunda: de ello son jueces precisamente los únicos que tienen competencia.[9]

Todo esto con la irrupción de la RCC, ahora entusiastamente re-lanzada por Francisco.

Es una desgracia confundir la verdadera religiosidad con expresiones corporales, gestuales y rítmicas: «la fe no es un sentimiento religioso ciego que surge de las profundidades del subconsciente, bajo el impulso del corazón y el movimiento de la voluntad moralmente informada, sino que un verdadero asentimiento de la inteligencia a la verdad adquirida extrínsecamente, asentimiento por el cual creemos verdadero, a causa de la autoridad de Dios cuya veracidad es absoluta, todo lo que ha sido dicho, atestiguado y revelado por el Dios personal, nuestro creador y nuestro Señor.»[10]

Germán Mazuelo-Leytón

[1] https://es.zenit.org/articles/el-papa-en-la-vigilia-de-pentecostes-estamos-como-en-un-cenaculo-a-cielo-abierto/

[2] Cf.: PARENTE, PIETRO, Diccionario de teología dogmática.

[3] 1 CORINTIOS 12, 1-11.

[4] Cf.: Mt. 25, 14 ss.

[5] 1 CORINTIOS 13, 1.

[6] MÉNDEZ CASANUEVA, OSCAR, ¿Existen peligros en el carismatismo?

[7] SUENENS, Cardenal LEO JOSEPH, Los imprevistos de Dios.

[8] Christian Order, mayo 1995.

[9] AMERIO, ROMANO, Iota Unum.

[10] SAN PIO X, Juramento antimodernista, http://www.statveritas.com.ar/Magisterio%20de%20la%20Iglesia/Modernismo/Juramento%20anti%20Modernista.htm

(N.de la R.: Sobre el movimiento carismático puede consultarte también el siguiente artículo de sí sí no no: «La renovación carismática al descubierto«)

Germán Mazuelo-Leytón
Germán Mazuelo-Leytón
Es conocido por su defensa enérgica de los valores católicos e incansable actividad de servicio. Ha sido desde los 9 años miembro de la Legión de María, movimiento que en 1981 lo nombró «Extensionista» en Bolivia, y posteriormente «Enviado» a Chile. Ha sido también catequista de Comunión y Confirmación y profesor de Religión y Moral. Desde 1994 es Pionero de Abstinencia Total, Director Nacional en Bolivia de esa asociación eclesial, actualmente delegado de Central y Sud América ante el Consejo Central Pionero. Difunde la consagración a Jesús por las manos de María de Montfort, y otros apostolados afines

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