Acto de culto anglicano en Letrán: un episodio lamentable

Me gustaría comentar un episodio que me ha parecido grave y significativo. Nos hemos enterado por un comunicado oficial del Venerable Capítulo de San Juan de Letrán publicado el pasado 20 de abril.

El comunicado reza así: «El capítulo lateranense, representado por S.E. monseñor Guerino di Tora, vicario capitular, expresa su profundo dolor por lo sucedido el pasado martes 18 de abril al interior de la basílica romana de San Juan. Un grupo integrado por unos cincuenta sacerdotes acompañados por su obispo, todos ellos pertenecientes a la comunión anglicana, celebraron en el altar mayor de la catedral de Roma, contraviniendo con ello las normas canónicas. Monseñor Di Tora ha explicado también que tan lamentable suceso obedeció a un fallo de comunicación».

Monseñor Di Tora es vicario del arcipreste de la Basílica Lateranense, que es el cardenal Angelo de Donatis, a su vez Vicario General del papa Francisco para la diócesis de Roma. Di Tora atribuye lo sucedido a un «fallo de comunicación». Según   ha reconstruido los hechos el diario Messaggiero, el grupo de anglicanos se hallaba de paso en Roma y uno de ellos habría pedido a un religioso romano que hiciera llegar al Vaticano una solicitud para celebrar la misa. El mensaje se habría hecho llegar sin especificar que se trataba de un grupo de protestantes.

Llama la atención que un grupo de cincuenta sacerdotes haya obtenido autorización para concelebrar en el altar mayor de la Basílica de Letrán sin presentar el celebret, es decir el documento concedido por las autoridades eclesiásticas a los sacerdotes para que puedan lícitamente celebrar la Misa y administrar los sacramentos. Si en efecto se trató de un malentendido, habría que decir que la superficialidad de las autoridades lateranenses ha sido mayúscula, hasta el punto de cubrir de ridículo a los responsables. Admitiendo que en efecto fuera un malentendido, no se puede admitir que haya habido buena fe por parte de los anglicanos, pues era imposible que desconocieran que el acto de culto que llevaron a cabo contravenía abiertamente el derecho canónico de la Iglesia de Roma. Su gesto tiene más bien un tufillo a provocación, haya habido complicidad o no por parte de las autoridades lateranenses. Más allá de las responsabilidades atribuibles, queda en pie el gravísimo alcance del suceso.

La catedral de Roma no es San Pedro, como muchos creen, sino la Basílica de San Juan de Letrán, que tiene el título de archibasílica porque es la más importante de las cuatro basílicas mayores pontificias. La inscripción latina esculpida en el mármol de la fachada de la archibasílica lateranense reza: Omnium Urbis et Orbis Ecclesiarum Mater et Caput: Madre y cabeza de la Iglesia Universal.

Letrán es la sede de la catedral pontificia, símbolo de la autoridad y del magisterio del Obispo de Roma. Y ha sido precisamente en el altar del Obispo de Roma, el altar del Papa, donde al parecer ha tenido lugar la ceremonia anglicana. En el asiento reservado al Sumo Pontífice se habrá sentado el obispo que presidió la función, Jonathan Baker, que posee una larga trayectoria masónica, y está divorciado y casado en segundas nupcias como permite la Iglesia Anglicana, pero para la Iglesia Católica ni siquiera es obispo.

El cisma anglicano se remonta al rey de Inglaterra Enrique VIII (1534-1547), durante cuyo reinado todas las ordenaciones sacerdotales se hicieron conforme al rito romano y fueron consideradas válidas. Pero en 1550 entró en vigor el Book of Common Prayer de Eduardo VI, en el cual el pontifical romano fue sustituido por un nuevo ritual, que según la teología católica contenía defectos de forma y de intención. Dicho ritual, no sólo negaba el sacramento del Orden, sino también de la celebración de la Cena, que reemplazaba a la Misa, así como toda idea de sacrificio y de consagración del pan y del vino para que se transformen en el Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor.

La reina Isabel (1558-1603) nombró arzobispo de Cantorbery a Matthew Parker, que se había ordenado sacerdote según el rito eduardiano, siendo por tanto inválido. A su vez, Parker consagró más tarde a otros prelados anglicanos, todos según el ritual de Eduardo VI, y por consiguiente inválidos a su vez. A partir de ellos, mediante sucesivas consagraciones, fue formándose el episcopado anglicano, cuya validez nunca ha sido reconocida por la Iglesia.

En la carta Apostolicae curae del 13 de septiembre de 1896, León XIII confirmó y renovó los decretos de sus predecesores y proclamó solemnemente que, por defecto de forma y de intención, «las ordenaciones realizadas según el rito anglicanoeran inválidas, actos nulos y sin efecto. […] Estas letras –añadía León XIII– son y serán siempre válidas y en vigor y serán inviolablemente observadas tanto juridicamente como de otras maneras, por todos aquellos de cualquier rango y preeminencia».Benedicto XVI confirmó este decreto en la constitución apostólica Anglicanorum coetibus del 4 de noviembre de 2009.

Esto quiere decir que los prelados anglicanos no son obispos, sus sacerdotes no son sacerdotes y las misas que celebran tampoco son misas. En el altar pontificio de la Archibasílica de San Juan de Letrán se ha puesto en escena una pantomima, ofensiva tanto para las autoridades católicas como para la Fe católica. Dejando de lado las buenas intenciones, un comunicado como el del Capítulo de la Archibasílica es del todo inapropiado, porque lo sucedido ha sido un ultraje que merece una reparación solemne. Y en caso de que no haya habido intención dolosa por parte de nadie, la cosa parece más grave aún, pues eso quiere decir que la Divina Providencia lo ha permitido para hacer ver el abismo de confusión en el que actualmente está precipitada la Iglesia.

(Traducido por Bruno de la Inmaculada)

Roberto de Mattei
Roberto de Matteihttp://www.robertodemattei.it/
Roberto de Mattei enseña Historia Moderna e Historia del Cristianismo en la Universidad Europea de Roma, en la que dirige el área de Ciencias Históricas. Es Presidente de la “Fondazione Lepanto” (http://www.fondazionelepanto.org/); miembro de los Consejos Directivos del “Instituto Histórico Italiano para la Edad Moderna y Contemporánea” y de la “Sociedad Geográfica Italiana”. De 2003 a 2011 ha ocupado el cargo de vice-Presidente del “Consejo Nacional de Investigaciones” italiano, con delega para las áreas de Ciencias Humanas. Entre 2002 y 2006 fue Consejero para los asuntos internacionales del Gobierno de Italia. Y, entre 2005 y 2011, fue también miembro del “Board of Guarantees della Italian Academy” de la Columbia University de Nueva York. Dirige las revistas “Radici Cristiane” (http://www.radicicristiane.it/) y “Nova Historia”, y la Agencia de Información “Corrispondenza Romana” (http://www.corrispondenzaromana.it/). Es autor de muchas obras traducidas a varios idiomas, entre las que recordamos las últimas:La dittatura del relativismo traducido al portugués, polaco y francés), La Turchia in Europa. Beneficio o catastrofe? (traducido al inglés, alemán y polaco), Il Concilio Vaticano II. Una storia mai scritta (traducido al alemán, portugués y próximamente también al español) y Apologia della tradizione.

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