
Así manipula Bergoglio, incluso, a Don Camilo
(pero éste es un sacerdote católico, no como Don Francesco-Chichi)
Antonio Socci
Libero
12 de noviembre 2015
No es sorprendente que Bergoglio, durante su estancia en Florencia, haya manipulado e instrumentalizado, también, al Don Camilo de Guareschi puesto que, incluso, lo hace con el Evangelio haciéndole decir lo opuesto de aquello que está escrito (por ejemplo sobre Jesucristo, los fariseos y los temas morales).
No obstante, es gracioso que Bergoglio, mientras instruye a la Iglesia italiana a mantenerse fuera de la política (lo cual significa someterse a los poderosos y no impedir sus maniobras) señala como ejemplo a Don Camilo, que era exactamente lo contrario.
De hecho, Don Camilo es el símbolo de aquellos millares de valerosos sacerdotes italianos que, antes y después de 1.948, incluso arriesgando su vida y junto a Pío XII, en una épica batalla contra el comunismo de la post-guerra, salvaron literalmente a Italia y condujeron a su gente hasta las urnas electorales para entregar al país a la libertad y a Occidente, salvando así a la Cristiandad y evitando que el Partido Comunista de Togliatti y Stalin llegara al poder.
MANIPULACIÓN
Por otra parte, la manera en la que Bergoglio cita a Don Camilo está del todo equivocada: lo convierte casi en un ‘catocomunista’ (comunista católico).
Estas son sus palabras textuales: “Pensemos también en la sencillez de personajes inventados como Don Camilo que hace pareja con Peppone. Me sorprende cómo en las historias de Guareschi la oración de un buen párroco se une a la evidente cercanía con la gente.”
Estas palabras sugieren que, Don Camilo, era un tímido guía espiritual de la célula del Partido Comunista liderado por Peppone y pareciera que, prácticamente, acompañó con la oración el adoctrinamiento comunista del pueblo. Es una distorsión grotesca de los personajes de Guareschi.
Don Camilo, como la Iglesia de Pío XII, tenía claro que el Imperio Comunista, que después de 1945 había devorado la mitad de Europa extendiéndose hasta Trieste y que amenazaba directamente a Italia, era la más poderosa y sanguinaria encarnación anticristiana que la Iglesia haya conocido en dos mil años.
Por eso, es ridículo decir que Don Camilo “hace pareja” con Peppone: eran, más bien, como dos boxeadores que se daban sonadas palizas teniendo en cuenta que, Don Camilo, lejos de limitarse sólo a la oración, luchó con uñas y dientes contra la destructiva propaganda comunista, hasta intentar arrancar del Partido, y traer de vuelta a la Iglesia, al mismo Peppone y sus familiares.
En efecto, continuamos necesitando sacerdotes que con la energía de Don Camilo, defiendan al pueblo de las nuevas (e inhumanas) ideologías de hoy, herederas de aquellas de ayer.
AUTOGOL BERGOGLIANO
Volvamos a Bergoglio. Después de aquella frase ambigua y, a modo de ejemplo, citó lo que Don Camilo dice de sí mismo: “Soy un pobre sacerdote de campo que conoce a sus parroquianos uno por uno, que los ama, que conoce sus dolores y sus alegrías y que sabe reír con ellos.”
Una cita excelente si consideramos que es exactamente lo contrario de aquello que hace Bergoglio, quién menosprecia a los cristianos, especialmente a los más heroicos, llegando incluso a negarse a recibir en audiencia privada a los familiares, pobres en extremo, de Asia Bibi (la madre cristiana condenada a muerte en Pakistán por causa de su fe: para ella Bergoglio no ha querido nunca emplear ni siquiera una palabra).
Mientras, el mismo Bergoglio, en la señorial residencia en la que vive, continúa recibiendo amablemente al rico y poderoso “devorador de sacerdotes”, Scalfari, a quien le confía ideas fuera de la tradición católica. Y aquél, feliz, le corresponde haciéndole alabanzas sobre La Repubblica (el diario).
Aunque el Bergoglio que, todo satisfecho, se llevó al Vaticano el espantoso regalo de Evo Morales, con Jesucristo sobre la hoz y el martillo, habría horrorizado a Don Camilo.
Tengan claro que, Don Camilo conocía bien la miseria que inducía a tantas personas pobres a creer en el paraíso ilusorio prometido por el comunismo, y comprendía su ansia por el rescate social (de hecho, al joven sacerdote progresista que ensalza la pobreza, le contesta: “La pobreza es una desgracia, no un mérito”); sin embargo combatía el comunismo porqué sabía que era la más terrible estafa en perjuicio de los pobres. Y predicaba el Reino Social de Cristo como el único ideal sobre el cual construir un mundo más justo.
COMUNISMO
La Introducción de El Camarada Don Camilo (donde se narra cómo el sacerdote de las Tierras Bajas viaja de incógnito a la URSS y genera un caos), fue escrita en 1.963 entre el ‘fasto’ milagro económico y la ‘nefasta’ literatura “socio-sexual de izquierda”, como la llama Guareschi, quién, en dicha introducción, alerta sobre quienes en Italia confabulan con los comunistas: “Se trata de combinar un horrendo enredo entre demonio y agua bendita, mientras una nutrida formación de jóvenes sacerdotes izquierdistas (que ciertamente no se parecen a don Camilo) se disponen a bendecir, en nombre de Cristo, las banderas rojas del Anticristo.”
Guareschi dedica este libro: «A los soldados americanos muertos en Corea (en la guerra contra los comunistas[1]), a los últimos y heroicos defensores del Occidente asediado. (…) Y lo dedica a los soldados italianos muertos combatiendo en Rusia y a los sesenta y tres mil que, caídos prisioneros en manos de los rusos, desaparecieron en los horrendos Lager soviéticos (campos de trabajos forzados) y cuya suerte se ignora aún. A ellos está dedicado, en particular, el capítulo décimo titulado: “Tres tallos de trigo”.
»Esta narración mía– agrega Guareschi – está dedicada también a los trescientos sacerdotes emilianos asesinados por los comunistas durante las sangrientas jornadas de la liberación y al difunto Papa Pío XII que lanzó la excomunión contra el comunismo y sus cómplices. Está dedicado, asimismo, al Primado de Hungría, el indómito cardenal Mindszenty y a la heroica Iglesia Mártir. A ellos está dedicado, particularmente, el capítulo octavo titulado: ‘Agente secreto de Cristo”».
Estamos, así, a las antípodas del bergoglianismo. Incluso, desde un punto de vista humano, Don Camilo es exactamente lo opuesto a Bergoglio.
Por un lado, tenemos a un sacerdote italiano formado por el catecismo de San Pio X quien, en el nombre de Cristo, con audacia y generosa humanidad, desde el púlpito y en la plaza, se opone al gran engaño del comunismo que arrebató a Dios del corazón del pueblo, sustituyéndolo por una ideología deshumanizada.
Por el otro lado, tenemos a un jesuita astuto que vive tranquilo bajo los coroneles (golpistas) de Sudamérica y que luego, con el paso del tiempo, filtreó con la Teología de la Liberación (en su versión argentina) y en Roma con el mundillo de Scalfari, diluyendo el Evangelio y poniendo en liquidación los “principios no negociables”, para complacer a los enemigos de la Iglesia.
DON CHICHI (DON QUIQUI)
Guareschi estaba furioso con la devastación pos-conciliar y en su último libro, Don Camilo y los jóvenes de hoy, describe el choque entre Don Camilo y los sacerdotes progresistas como Don Chichi, cuyo nombre, aunque parezca extraño, era Francisco.
Ésta es la descripción de Guareschi: «El joven sacerdote progresista enviado por la Curia para hacer volver al camino a Don Camilo se llamaba Don Francisco pero, por su personalidad cortante y nerviosa, por su ajustado traje de clergyman y por su continua agitación y meneo, fue rebautizado por la gente como Don Chichi. Un apodo que no significa nada en particular, pero que transmitía perfectamente la idea. Don Chichi desmitificaba exteriormente la Iglesia, había desatado su ofensiva en profundidad, con una serie de sermones que formaban una continua y apasionada denuncia de la maldad y de las culpas de los ricos. Muchas personas abandonaron la Misa.»
Guareschi veía más allá. De hecho, los desastres pos-conciliares, también alejaron a muchas personas de la Iglesia incluso en Italia, pero sobre todo de Sudamérica, donde los sacerdotes a la “Don Chichi” y a la Bergoglio tomaron la ventaja. Allí, hablando más como (malos) líderes sindicales que como sacerdotes de Cristo, durante décadas han perdido al pueblo, con una drástica hemorragia de fieles hacia sectas u otras confesiones.
Sobre la base de este fracaso pastoral, Bergoglio cree estar hoy dando lecciones a una Iglesia, como la italiana que ha sido y es todavía, la Iglesia del Pueblo, gracias a Juan Pablo II y a Ratzinger. Hay un famoso dicho: “El que sabe, hace; y el que no sabe, enseña”. Bergoglio, habiendo fracasado en Argentina, quiere imponer a toda la Iglesia su receta: para hacerla naufragar.
Antonio Socci.
Post Scriptum: DÍGANME SI ESTE DON CHICHI NO ES EL MISMO BERGOGLIO. EL SIGUIENTE ES UN PASAJE CLARISIMO DE GUARESCHI:
«El joven sacerdote progresista, Don Chichi, sentencia dirigiéndose al rudo párroco de las Tierras Bajas: “Don Camilo, la Iglesia es una gran nave que, por siglos, permaneció anclada. ¡Es hora de levar anclas y hacerse a la mar! Debemos renovar la tripulación, liberarse sin piedad de los malos marineros y apuntar la proa hacia la otra orilla. Es allí donde la nave encontrará nuevas fuerzas para rejuvenecer la tripulación. ¡Esta es la hora del diálogo, reverendo!”
»Pero Don Camilo responde: “Litigar es el único diálogo posible con los comunistas. Después de veinte años de litigios, aquí estamos aún todos con vida: no veo mejor coexistencia que esta. Los comunistas me traen a sus hijos para ser bautizados, y se casan ante el altar mientras les concedo, como a todos los demás, el único derecho de obedecer las leyes de Dios. Mi iglesia no es la gran nave que dice usted, sino una pobre y pequeña barca: pero que siempre ha navegado de una orilla a la otra (…) Usted aleja a muchos hombres de la vieja tripulación para embarcar a nuevos sobre la otra orilla: cuide que no le suceda perder a los viejos sin haber encontrado a los nuevos. ¿Recuerda la historia de aquellos frailecillos que orinaron sobre las manzanas pequeñas y feas porque estaban seguros de que llegarían otras grandes y bellas, y que después estas no llegaron y los pobres debieron comerse las pequeñas y feas?”»
[Traducción por Marilina Manteiga. Artículo original.]
[1] Nota del redactor.