Sermón de Fontgombault- Corpus Christi: Ninguna otra religión se ha atrevido a esto
Sermón del Reverendísimo Dom Jean Pateau
Abad de Nuestra Señora de Fontgombault
(Fontgombault, Junio 04 de 2015)
Tantum ergo sacramentum veneremur cernui
Honremos, pues, echados por tierra, tan divino Sacramento
(Himno de la festividad de Corpus Christi)
Queridos hermanos y hermanas,
Muy amados hijos,
En la solemnidad del día de hoy, somos traídos cara a cara a un misterio esencial de nuestra fe, aquel de la real y substancial presencia del Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo las especies sacramentales del pan y el vino.
Aparte del cristianismo, ninguna otra religión se ha atrevido a afirmar tan cercana proximidad entre Dios y el hombre. De hecho, incluso entre cristianos, no todos creen en la realidad de su presencia.
Contrariamente, el creciente número de tabernáculos cuyas puertas se fuerzan para ser abiertas y de Hostias que son robadas, mientras que los ladrones desisten de llevarse ciborios de oro o plata, muestran que este Sacramento vale mucho más que el oro y la plata.
La fiesta de hoy es propicia para una búsqueda a conciencia. ¿La presencia habitual de nuestro Señor en el Tabernáculo se habrá convertido en un lugar común entre nosotros? ¿No tendrían nuestros gestos que ser siempre re-sacralizados, a saber, para escapar del campo del automatismo, para así adquirir un peso de sentido y significado y volver a ser de nuevo una palabra que digamos a Jesús?
Los gestos valen lo que son y lo que está en el corazón de la persona que los realiza. Un gesto que mejor exprese la relación entre quien lo hace y aquel ante quien o para quien se hace, es más relevante. Sin embargo, este gesto estaría privado de significado y sólo sería un espectáculo, sino fuera entendido como la expresión exterior de lo que se vive en verdad en el fondo de nuestros corazones.
Hay, por tanto, una educación que llevar a cabo.
Bajo las sagradas especies, Jesús acepta correr el riesgo de profanación; Él da su vida por sus amigos. “Nadie tiene mayor amor que aquel que da la vida por sus amigos.” (Jn 15, 13) A cambio, ¿le hemos dado realmente nuestras vidas?
Alrededor de la Eucaristía, nuestra comida, a través de la adoración a Jesús-Hostia, están siendo formadas, en todo el mundo, las nuevas generaciones espirituales de la civilización del verdadero amor. El Papa San Juan Pablo II ha escrito:
Cada día, mi fe ha podido reconocer en el pan y en el vino consagrados al divino Caminante que un día se puso al lado de los dos discípulos de Emaús para abrirles los ojos a la luz y el corazón a la esperanza (cf. Lc 24, 3.35). Déjenme, mis queridos hermanos y hermanas que, con íntima emoción, en su compañía y para confortar su fe, les dé testimonio de fe en la Santísima Eucaristía. […] Aquí está el tesoro de la Iglesia, el corazón del mundo, la prenda del fin al que todo hombre, aunque sea inconscientemente, aspira. Misterio grande, que ciertamente nos supera y pone a dura prueba la capacidad de nuestra mente de ir más allá de las apariencias. Aquí fallan nuestros sentidos : […]pero nos basta sólo la fe, enraizada en las palabras de Cristo y que los Apóstoles nos han transmitido. (San Juan Pablo II, Carta Encíclica Ecclesia de Eucharistia, n. 59)
Amen, Aleluya.
[Traducido por Ramses Gaona. Artículo original.]