Cuando el patriotismo se convierte en una trampa

Esta carta va dirigida, con todo afecto, a los que en estos tiempos oscuros sienten un noble y leal amor por la patria que, como enseñaba el doctor San Agustín, constituye el amor más limpio que se da tras el amor a Dios. En España, de forma concreta, la trilogía de «Dios, patria, justicia» es signo de identidad para todos aquellos que no se han dejado llevar por las mentiras del liberalismo y la globalización política.

Pero debemos advertir la trampa que tiende el astuto satanás cuando, en su línea de invertir valores en lugar de combatirlos de frente (su típica y sutil estrategia tentadora), engaña al patriota colocándole el valor nacional (y el de la justicia) por delante del de Dios, de esta forma el Dios, Patria y Justicia queda diabólicamente invertido en Patria, Justicia y Dios… en último lugar, y diría que dios en minúscula, un dios que no es Dios, sino uno creado a la acomodación de sus deseos y en la medida que le permite llevar «su» vida, a su modo, y le sirve de complemento folclórico a su patriotismo.

Y no solo eso: incluso pervierte la conciencia del patriota haciéndole creer (pues es maestro de la mentira) que redundando en el solo patriotismo se salvará eternamente. Y voy a «aterrizar» a ejemplos concretos que se dan en la vida cotidiana: 

  1. ¡¡Cuántos patriotas hay que se han deslizado por la vida inmoral ajena a la doctrina católica sobre la sexualidad, el divorcio, el matrimonio y la preparación al mismo!!!…..; caen en la trampa diabólica de creer que la Iglesia debe cambiar su doctrina (o sea traicionar a Cristo) para adaptarla a las costumbres de la mayoría (curiosamente en esto convergen plenamente con la ideología liberal). De ese modo vemos con tristeza a patriotas que sin problema alguno de conciencia conviven con sus parejas en el noviazgo (pecando así de fornicación) o lo hacen con sus nuevas parejas fuera del matrimonio canónico (pecando así de adulterio); y el diablo hace creer que al defender con fervor la patria y la justicia ésto les será suficiente para que Dios (que ha pasado al tercer lugar) pase por alto esos «pecados» sin importancia.

    Es preciso recordar que una persona separada o «divorciada», que se ha casado sacramentalmente por la Iglesia, sigue siendo el cónyuge de la persona con la que convivía hasta el fin de sus días, tal como ellos mismos aceptaron indisolublemente ante Dios, y que por lo tanto cometen pecado de adulterio si desean, mantienen o consuman una relación sentimental y/o carnal con otra persona. «Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón» (Mateo, 5,28) «Quien repudia a su mujer, excepto el caso de concubinato, la expone al adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio» (Mt. 5, 31). Nótese a este respecto en esta frase que «el caso de concubinato» es usualmente mal traducido en todo tipo de Biblias como «en caso de fornicación», cuando en realidad, según Monseñor Francesco Spadafora en su prestigioso Diccionario Bíblico «se traducen como ‘excepto el caso de concubinato’, o unión ilegítima, pues entonces no existe el vínculo conyugal» (pág.551), es decir hablamos de cuando ha habido una separación de personas que realmente no eran matrimonio.
  2. Cuantos patriotas hay que se han deslizado por una vida indiferente a los sacramentos!!!…..acudiendo solo a las Misas «extraordinarias» que tienen un tamiz recordatorio de los héroes o grandes figuras de la historia (pecando así contra el tercer mandato de la ley de Dios). Caen en la trampa diabólica de creer que con esas presencias puntuales es suficiente para cumplir con Nuestro Señor. 

Son ejemplos claros de hasta que punto el diablo puede engañar a conciencias nobles que siguen valores morales de primer orden pero que, al seguirlos, no perciben que hay un mandato de Dios, el primero, que nos debe hacer colocar a Nuestro Señor como primer afecto, primer valor, prioridad principal….y no como un apéndice ocasional aunque se revista de «oropel» en momentos especiales.Satanás es padre de la mentira, y, por tanto, ataca siempre por el lado más débil de aquel a quien quiere llevarse al infierno. A un patriota no lo atacará con tentaciones de liberalismo político, pero si le propondrá alterar la escala de valores en una jugada «maestra» para desplazar a Dios a un tercer lugar aunque mantenga en los primeros lugares los valores tan nobles como la nación y/o la justicia. Cuando el patriota acepta esa propuesta entonces es jaque mate: o sea CONDENACIÓN ETERNA.Por tanto: patriotas estad alerta. Que vuestro amor a la patria no se convierta en un ídolo que borre el amor a Dios sobre todas las cosas. Recordad que el mismo Jesucristo dijo que «quien ame a alguien antes que a Él no es digno de Él» (Mateo 10, 32).

Juan Gómez Sauceda

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