¿Llama la atención la pregunta?………quizás, y lo que puede llamar aún más la atención es lo que sigue a la respuesta. La respuesta es que SI: de las cuatro plegarias eucarísticas todos sabemos que la primera es la que tiene mayor número de palabras y, por tanto, si se reza en la Misa ésta tendrá mayor duración total que si se reza la IV, la III y por supuesto la II que es la más breve. Pero lo que hay que recordar es que la diferencia de tiempo es, segundo más o segundo menos, de solamente DOS MINUTOS Y MEDIO (en relación a la II) y de apenas DOS MINUTOS (en relación con la III).
Es decir: no es correcto usar el argumento de «ahorro de tiempo» para que la plegaria primera (o canon romano) se relegue en su uso apenas a algunas solemnidades u ocasiones especiales. Por supuesto que habría que ver (yo no lo veo) que el ahorro de tiempo es un argumento de peso como para NO optar por la plegaria más antigua y la que se mantiene en nuestra Iglesia Católica desde mediados del siglo IV.
El canon romano es la plegaria que se usaba SIEMPRE en Misa desde el Concilio de Trento hasta la reforma litúrgica del siglo XX, que dio opción a otras plegarias. Pero como se ha dicho, esta plegaria primera ya estaba en vigor en la Santa Misa desde más de mil años antes de Trento. Su profundidad espiritual es impresionante, y es aconsejable su lectura como meditación para sacerdotes. La alusión expresa a santos, mártires, hechos fundamentales de la historia de la salvación (Abel, Abraham, Melquisedec…) la convierte en la joya litúrgica por excelencia. Como sacerdote comparto que celebrar la Santa Misa con esta plegaria supone una elevación especial del corazón hacia Dios. Por supuesto respetando las demás, aunque yo suelo usar esta casi siempre, el canon romano tiene como un plus de misterio y fervor que la hacen extraordinaria.
Es conveniente desterrar ciertas teorías que, de manera imprudente, han contribuido a dejar de lado el canon. Una de esas teorías, sin base rigurosa alguna, es que la plegaria II es la más antigua y cercana a los apóstoles. Y quien sostiene esa teoría cree que es la «plegaria de San Hipólito». Los estudios más serios concluyen que de la que pudiera ser plegaria escrita por ese santo a la segunda hay una gran diferencia. La plegaria II está más bien recopilada de escritos en los años 40 del siglo pasado, con algunas referencias a San Hipólito. Esa teoría enlaza con otra, ya condenada por Pío XII, del llamado «arqueologismo litúrgico» que coloca como prioritaria cualquier liturgia dada en los primeros siglos de la cristiandad sin mayor motivo que la antigüedad como supuesta fidelidad al origen. Y esta idea olvida, u obvia, que en la historia de la Iglesia hay una evolución teológica que, sin contradecir nunca lo anterior (para no caer el la discontinuidad) va aportando cada vez más datos ciertos al Misterio de Dios. Por ejemplo la presencia real de Cristo en la Eucaristía se va clarificando con el paso del tiempo.
Con este breve articulo lanzo dos intenciones claras:
1ª: Que «recuperar» el canon romano en nuestras Misas aporta muchos tesoros espirituales al recitar la plegaria que SIEMPRE puede usarse (no como las otras que en algunas ocasiones no se permiten).
2ª: Que, si se trata de «ahorrar tiempo», el tiempo ahorrado no llega ni a 3 minutos….¿y que son 3 minutos que luego se pierden en tertulias ya sea antes o después de la celebración?
3ª: Que honradamente pienso que el argumento de «ahorro de tiempo» esconde detrás una tendencia desacralizadora y filoprotestante, modernista del todo, que lleva a quitar tiempo de lo FUNDAMENTAL para no reducirlo para nada de lo que si se podría eliminar o bajar, a saber:
– Homilía de verbalismo bíblico y contenido «merengue» (refrito sin exhortación)
– Moniciones desde el principio al final (la mejor monición, en mi opinión, es la que NO EXISTE)
– Avisos (al empezar o acabar) que se convierten, a veces, en «segundas homilías»
– Añadidos anti-litúrgicos que proliferan desde pastorales progres sentimentaloides….etc
¿Queremos ahorrar tiempo? Pues eliminemos o reduzcamos al máximo esos puntos señalados, pero no «ganemos» tiempo a costa de cercenar lo más esencial de la Santa Misa.
POR SÓLO DOS MINUTOS Y MEDIO……………..qué bueno sería INVERTIR la costumbre: o sea, usar la Primera como habitual y las otras como excepción.