Por Don Pietro Leone
A spiritu fornicationis
libera nos, Domine
(invocación de la Letanía de los Santos)
V
CONCLUSION
La intención al escribir este ensayo era investigar cómo la concupiscencia de la carne o, de manera más especial, el espíritu de fornicación o impureza, ha podido penetrar en la mente de la Iglesia contemporánea. Nos hemos esforzado por rastrearlo, a través de varios cánones del Nuevo Derecho de la Iglesia y de varias doctrinas del Magisterio reciente, hasta el Concilio Vaticano II, en el que el espíritu de la Naturaleza Caída hizo su entrada oficial en la Iglesia Católica.
El espíritu de impureza corresponde a la visión de la sexualidad del Mundo. Citando nuestro anterior análisis de esta visión y aludiendo brevemente al periodo que se extiende desde el pasado Concilio Vaticano hasta el presente pontificado, procederemos a examinar cómo y en qué extensión este espíritu informa la exhortación Amoris Laetitia.
A. ‘La sexualidad no tiene un fin particular. Su uso es placentero y un medio para expresar amor entre dos personas, no necesariamente casadas entre sí’
Hemos observado cómo Gaudium et Spes suprimió el término ‘fin’, una supresión aún más evidente en el Nuevo Derecho Canónico, cuando se compara los cánones nuevos con los antiguos. Subsiguientemente, hasta Amoris Laetitia, ella incluida, la procreación y educación de los hijos nunca recuperó su tradicional estatus anterior.
La supresión de este término, tanto aislado como en unión con la designación ‘primario’, marca ciertamente la brecha en el bastión de la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el matrimonio, por parte del Demonio Asmodeo[i].
Esta supresión ha permitido que un ‘amor’ indefinido pase al primer plano de la ética matrimonial, no viendo los hombres de Iglesia contemporáneos la sexualidad sino sólo como algo placentero (conforme a la más superficial de la mentalidad mundana).
En el periodo inaugurado por Gaudium et Spes, el Magisterio de la Iglesia insinuó cada vez más que este ‘amor’ era, en efecto, el fin primario del matrimonio y erótico en su contenido, hasta que la encíclica Amoris Laetitia declaró finalmente ambas doctrinas explícitamente (véase más arriba).
Hasta este punto la encíclica representa sólo un desarrollo de la reciente heterodoxia sobre el matrimonio; en su promoción del adulterio, por el contrario, representa un novum de especial gravedad moral, más cercano todavía al espíritu del Mundo en toda su obstinada y descarada audacia[ii].
B. ‘La sexualidad es un bien incondicionalmente, y debe ser usado y hablarse de él con toda licencia’
La bondad incondicional de la sexualidad había sido insinuada desde el Concilio por la supresión de la doctrina de la Iglesia sobre la concupiscencia de la Naturaleza Caída. Esta supresión fue especialmente evidente en el Derecho Canónico y en la ‘Teología del Cuerpo’, en la que el Papa Juan Pablo II no dudó incluso en predicar una vuelta a la ‘Pureza Original’[iii].
Su supuesta bondad fue elevada a nivel divino por el Papa Juan Pablo II, si bien en el contexto del amor matrimonial en general[iv]. Conforme a esta visión, el matrimonio no era ya visto como inferior a la virginidad o el celibato. El Papa Francisco siguió a su predecesor, al menos en este último punto.
Ambos Papas, mientras que sostienen la enseñanza de la Iglesia sobre los pecados contra la pureza[v], hablan sobre semejantes temas con completa licencia[vi], recomendando, en efecto, el Papa Francisco esta licencia incluso públicamente, dado que apoya los programas de ‘educación sexual’ en las escuelas.
C. ‘La moral sexual está determinada por los cánones del hedonismo’
Si la Iglesia mantiene oficialmente Su posición sobre la gravedad de los pecados contra la pureza, hemos observado cómo las recientes modificaciones en el Derecho Canónico y el Magisterio han abierto la puerta a la Sagrada Comunión en estado de pecado mortal bajo ciertas condiciones. Las disposiciones del Papa Francisco para la comunión de los adúlteros (también bajo ciertas condiciones) debe ser vista en línea con esta relajación de la disciplina Eucarística.
Como fue señalado más arriba, la gran novedad de Amoris Laetitia es la promoción del adulterio. A la luz de esta laxitud, no se puede sino estar alarmado por el análisis del Papa sobre la sexualidad de los jóvenes contemporáneos en términos exclusivamente sociológicos y psicológicos, sin una sola alusión a la moral. La impureza, solo o con otro, no es condenada en ninguna parte. De hecho, como observamos más arriba, parece ser promovida activamente, como en la frase: ‘Es importante, más bien, enseñarles un camino en torno a las diversas expresiones del amor…’ como preparación para ‘la unión sexual en el matrimonio… como signo de un compromiso totalizante, enriquecido por todo el camino previo’. ¿Cuál es la naturaleza del amor que se supone que enriquece la unión sexual, sino el amor sexual? Pero, si el autor del texto no pretende decir esto, por ser contrario a la enseñanza de la Iglesia, ¿por qué no lo dice?
En resumen, aunque la exhortaciónno promueve el hedonismo sexual explícitamente, promueve una impureza de tipo especialmente grave; analiza la sexualidad en los términos de la psicología, que está típicamente aliada con una cosmovisión hedonista; inculca un espíritu permisivo en los fieles; y pasa por encima de la perenne condena de la Iglesia de la impureza en completo silencio.
*
En una palabra, lo que estamos oyendo cada vez más claramente, desde el Concilio Vaticano II a la encíclica Amoris Laetitia, es la voz del Mundo. Esta voz proclama el siguiente mensaje: ‘La sexualidad es para el amor; es un bien incondicional, debe usarse para la consecución de la felicidad’. El Cardenal Browne OP dijo lo correcto al declarar que las innovaciones propuestas en el Concilio iban a ‘pervertir el completo significado del matrimonio’.
Alguno puede objetar: ‘La Iglesia ha cambiado Su mirada sobre estos temas, ya era hora’. A lo cual podemos responder: La Iglesia en Sus declaraciones no es como un gobierno o una empresa que cambia sus políticas de acuerdo a las circunstancias cambiantes. Más bien, Ella es la Guardiana y Maestra, Guardiana y maestra de la Fe y la moral. La Fe y la moral constituyen la Verdad Sobrenatural, la Revelación, el Depositum Fidei. La Verdad no cambia en sí misma, sino sólo en el alcance y la profundidad de su expresión; la Revelación es una revelación de x y no de y; el Depositum Fidei es depositado como es y no como otra cosa.
Ante la Verdad, que es, en última instancia, Dios Mismo, las virtudes requeridas al hombre son la humildad, la docilidad, la obediencia, la sujeción y la sumisión. El hombre está en esta tierra para servir, es un ‘siervo inútil’, en palabras de Nuestro Bendito Señor, un mero instrumento, ya sea Papa, Rey o laico. Cuando un miembro de un Concilio o un Papa se asume la postestad de tocar, alterar o reformar lo que es intocable, inalterable e irreformable, entonces las consecuencias serán, de hecho, graves.
Epílogo
El status quo
Entre las diferentes ignominias que han seguido a Amoris Laetitia, nos gustaría mencionar solamente: ‘El lugar del encuentro, proyecto de educación afectivo-sexual para los jóvenes’, emanado por el Pontificio Consejo para la Familia y ampliamente distribuido a los jóvenes en la ‘Jornada Mundial de la Juventud’ en Polonia el año pasado. Aquí, el personalismo del Papa Juan Pablo II se encuentra con la inmoralidad sexual del Papa Francisco en una glorificación del amor, en la que ni el pecado mortal ni la responsabilidad paterna son mencionadas ni una sola vez. El documento está cargado de erotismo, no exento incluso de pornografía, un hecho que es totalmente reprensible.
La glorificación del erotismo ha puesto un velo de oscuridad sobre el matrimonio y la (perfecta) castidad: sobre el matrimonio, oscureciendo su finalidad, que es la procreación de los hijos; sobre la (perfecta) castidad, oscureciendo su misma posibilidad. El resultado es que las parejas casadas llegan al matrimonio sin saber lo que es y, por consiguiente, terminan por fracasar en la empresa; mientras que cada vez menos jóvenes abrazan el estado religioso[vii]. Porque el religioso hace voto de perfecta castidad, pero si la Iglesia no dice lo que es este voto o lo que significa, ¿cómo lo va a hacer un joven? Y si el matrimonio está al mismo nivel que el estado religioso (que son la virginidad y el celibato en su forma eclesial), entonces ¿por qué tomarse la molestia de abrazar uno de estos últimos?
La Jerarquía y el Clero no están cumpliendo su deber de transmitir la Fe en estos temas. Muchos de sus miembros parecen saturados por el mismo espíritu de erotismo que predican. Piden la liberación del celibato y sus escándalos[viii] continúan un día tras otro, tan monótonos como repugnantes. Aquí vemos a Asmodeo de nuevo a la obra, en esta su más gratificante y última misión: la de contaminar a los hombres y la doctrina de la Iglesia.
Dios ha sido pasado por encima e ignorado, junto con Su propósito inscrito en la naturaleza humana, que es la procreación de hijos para poblar el Cielo; junto con Su Presencia Real en la Sagrada Eucaristía recibida sacrílegamente; junto con el amor a El debido, el amor sobrenatural de Caridad en su ordenación perfecta a El, el amor con corazón indiviso, el amor que es más bendito y elevado, y un signo más perfecto de la unión de Cristo con Su Iglesia que el mismo matrimonio[ix], el amor del que Nuestro Bendito Señor Mismo dijo: ‘Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios’.
Mater Divinae Gratiae, ora pro nobis
Mater Purissima, ora pro nobis
Mater Castissima, ora pro nobis
Sancte Joannes Evangelista, ora pro nobis
Sancte Aolisi Gonzaga, ora pro nobis
Sancte Dominice Savio, ora pro nobis
Sancte Joannes Baptista, ora pro nobis
Sancte Joannes Fisher, ora pro nobis
Sancte Thoma More, ora pro nobis
[i] Hemos escogido, por ello, como portada de este ensayo un detalle del Retablo de Isenheim, obra de Matthaeus Gruenewald, que representa a un demonio andrógino asaltando una iglesia.
[ii] Unido a esto, observamos la deshonestidad intelectual de la argumentación sobre el adulterio (analizada más arriba). Además, ¿cómo podría ser de otro modo la argumentación contra la Ley Natural y la Fe? Dicha deshonestidad fue una característica del Concilio (véase el libro sobre el Concilio Vaticano II del Profesor de Mattei), pero este es seguramente su primer ejemplo en un documento Papal.
[iii] Cfr. ‘The Family under Attack’.
[iv] Aunque véase más arriba sobre el problema teológico que implica.
[v] Aunque véase la próxima sección sobre una duda en el caso del Papa Francisco.
[vi] No dudando incluso el Papa Francisco en hablar públicamente de las perversiones en este campo con completa despreocupación.
[vii] Parece que los recientes documentos Vaticanos sobre la vida religiosa tienden a su mayor disminución.
[viii] Hagámosles meditar en las penas que están acumulando para sí mismos, bien en el Purgatorio, donde una reparación rigurosa será cumplida incluso por una señal de la Cruz hecha sin reverencia, bien en los más profundos abismos del Infierno, reservados para el clero condenado. O si no tienen piedad por sus propias almas, hagámosles tener al menos piedad de las almas víctimas que han ofrecido sus vidas en expiación por los pecados del clero.
[ix] Cfr. Pío XII, Sacra Virginitas.
(Traducido por Marianus el eremita. Artículo original)