De la pasión de Cristo nuestro Señor conforme a la doctrina del Evangelio

Punto primero. Considera que, como dice San Hilario, Cristo es el grano y la semilla, molido en su sagrada pasión con tantos y tan dolorosos tormentos por nuestro amor. Da una vista con el entendimiento a todo lo que padeció, y muévete a compasión y agradecimiento de este divino Señor, considerando lo que debes hacer tú en recompensa de tan grande amor y tan crecidos beneficios, como te hizo padeciendo por ti.

Punto II. Considera que, como dice San Gregorio, fue sembrado y como plantado en su sepulcro y de allí brotó con tan copiosos frutos de su sagrada pasión. Plántale en tu corazón y dale lugar en él, meditando lo que padeció en su pasión. Mira aquella espiga de la tierra de promisión del cielo que se levanta de la tierra en la arista de su cruz, coronada de espinas, blanca y rubia con el tinte de su sangre sazonada para la mies. Mira como llega la muerte, y la siega con su hoz, y la sepulta en la tierra de donde brota, hermosa y lozana, más que las que vio faraón para el sustento de todo el género humano, y toma aliento en tus trabajos y tribulaciones; si te vieres sepultado y hollado, sufre con paciencia a ejemplo de nuestro salvador que si fueres su compañero en la cruz, también lo serás en la corona.

Punto III. Considera que así como aquella semilla en unas tierras se logró y en otras no, lo mismo sucedió y sucede hoy a esta semilla celestial de la pasión del Señor, que como dice San Pablo, unos se escandalizan de ella y otros ignoran su virtud, porque no la meditan, ni penetran su valor; y en otros como en tierra buena da frutos colmadísimos de santidad, paciencia, mortificación, penitencia, y otras muchas virtudes, como se ve en los mártires, monjes, religiosos, y en las personas espirituales que meditan en Cristo crucificado y se alientan con su ejemplo a imitación. Ponte delante la imagen del santo crucifijo, mírate en su espejo y anímate con su ejemplo a mirarle en tanto número de virtudes como ostentó en su sagrada pasión. Siembra este grano celestial en tu corazón y abrígale con la meditación.  Limpia la tierra de tu alma de todas las malezas y espinas de vicios, para que de en ti colmados frutos de merecimientos de gloria.

Punto IV. Considera lo que dice el Salvador que la semilla que cayó en buena tierra y dio a ciento por uno, son los que reciben su palabra y dan fruto en paciencia, porque sin ella no le podrán dar: luego la paciencia te queda como medio necesario, para que de en ti fruto la palabra de Dios. Toma tu cruz y camina en pos de Jesús; sufre con paciencia imitando su pasión si quieres llevar frutos de merecimientos al cielo. Contémplale clavado en la  cruz, y alcanzarás valor para sufrir y merecer.

Padre Alonso de Andrade, S.J

Meditación
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Meditaciones diarias de los misterios de nuestra Santa Fe y de la vida de Cristo Nuestro Señor y de los Santos.

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