La primavera conciliar que marchitó la virginidad y la pureza

Jerusalén ha pecado gravemente, por eso es ahora objeto de asco; cuantos la honraban la deshonran, pues han visto su desnudez; y ella misma vuelve su rostro gimiendo. (Lamentaciones 1,8)

El otro día cuando iba caminando de regreso a casa, detrás de mí venían dos adolescentes hablando sin ningún tipo de pudor sobre sus relaciones sexuales. Ralenticé mi paso, ya que me encontraba perpleja con todo lo que iban comentando y esperé a que me pasaran para tomar un poco de aire. Se puede decir que yo, casi he perdido la capacidad de escandalizarme por nada, ya que la zafiedad gobierna nuestra sociedad. Varias cosas, además de la ordinariez y vulgaridad de la conversación, me llamaron la atención, eran dos adolescentes, tendrían unos 16 años, llevaban uniforme de un colegio religioso y el largo de su falda, lo marcaba el muslo. Resumiendo, aquella película de «Lolita» que causó tanto escándalo, casi parecía un capítulo de Heidi al lado de esta escena. Mientras en muchos países del mundo, las niñas son torturadas y obligadas a entregar sus cuerpos, en nuestros países, pudiendo resguardarlos, los ofrecen como si fuera el menú del día.

¿Qué ha sucedido en nuestra sociedad? la pureza está completamente denostada, a juzgar por lo que se escucha y se ve, la Virginidad ya no es un don a preservar. Los Sacerdotes no hablan de esto en sus predicaciones, en los colegios, sean religiosos o no, exponen los métodos anticonceptivos para explicar como tener relaciones sin “peligro”, en casa, papá y mamá reafirman toda esta enseñanza e incluso les abren las puertas del hogar, para que su primera relación la tengan al calor de la cama familiar.

Por si fuera poco en las catequesis parroquiales y en los cursos prematrimoniales, nos reafirman en la «pureza» del sexo puramente animal, y bajo el nombre de “planificación familiar natural”, nos dicen que Dios, bendice el lecho conyugal. ¿Por qué no hablan en estos cursos tan instructivos de matrimonios Santos como fueron San Nicolás de Flue y su amada esposa Dorotea Wysling, que después de tener 10 hijos, cuando llegaron a la edad madura, optaron por la castidad matrimonial? ¿Saben por qué? Porque nos ofrecen tanto dentro como fuera de la Iglesia, un mundo que no vive de cara a Dios, somos esclavos del maligno, atrapados por la carne

Se puede decir sin miedo a equivocarnos que la llegada de la primavera conciliar trajo el marchitamiento de gran parte de la flor católica, se abrió la puerta a la profanación de la Santa Misa y con ello, todo lo demás vino rodado, los Mandamientos dejaron de tener valor para los feligreses,  muchos Sacerdotes y Obispos, nos confirmaron en las bondades de una vida de pecado y la virginidad entendida como tal, pasó a ser un concepto de otra época, en vez de lágrimas, su pérdida, ahora, genera risas

Gózate, pues ¡Oh Virgen!, interiormente y séte a ti misma dulce y suave y no te hastiarás de ti misma, como sucede a menudo a los pecadores, pues tu sencillez te agradará más que el ir vestida con esos ropajes mentirosos del cuerpo.

(San Ambrosio, Tratado de la Virginidad)

En el momento en el que las mujeres prescindimos del velo para acudir al Templo, abrimos una puerta que estaba cerrada, la profanación de la casa de Dios con nuestra ropa o con la ausencia de la misma. Una sola prenda que cubría la cabeza de la mujer, era capaz de preservar el alma de la entrada del maligno y al tiempo, guardaba la vista del hombre. Quitado el velo, la desnudez queda a la vista. ¿Puede un catequista hablar de la virginidad cuando el público al que se dirige , muestra sus carnes sin ningún tipo de pudor? ¿Cómo hablarle a alguien de las bondades de la castidad, cuando su cuerpo se muestra como si fuera un trozo de carne barata?

No lo duden, la virginidad y la pureza pasaron a la historia con la apertura de las ventanas de Juan XXIII, la corriente fue tan potente que todo salió volando, las sotanas, los hábitos, los velos, el magisterio y sin ninguna duda, la cordura, nunca el pueblo de Dios estuvo tan absolutamente tarado, como en los tiempos actuales.

Oficiar la Misa frente a una mesa, en lugar de cara a Dios, vació de contenido lo que era un Sacrificio y lo convirtió en una cena, en un banquete, en una reunión de amigos, por lo tanto, cobra sentido que se vaya vestido como si fuéramos a un baile, que llenemos el Altar de plantas, cual si fuera el Edén y por supuesto, para reafirmar todo este sacrilegio, el ejemplo de como van vestidos la mayoría de los Presbíteros en la Santa Misa o fuera de ella. Los aplausos en la Iglesia sirvieron de confirmación de que el espectáculo empezaba y rememorando a Queen en su “show must go on”, se pegó un machetazo a los órganos de tubos, se censuró el canto gregoriano y se dio paso a los ritmos más cañeros y cutres, que guitarra en mano, nos confirman que nada de lo que allí sucede, tiene que ver con el Calvario. Lo repito, ¿Cómo hablar de castidad y pureza en medio de este ambiente? ¿Cómo explicar que en la Santa Misa, nuestro Señor derrama su preciosísima Sangre por nosotros y que antes de ser Crucificado, lo desnudaron, lo golpearon y lo torturaron? Al Señor le arrancaron sus ropas y nosotros regalamos lo que debería ser nuestro mayor tesoro, nuestra castidad.

¿Cómo hablar de conceptos como la virginidad, cuando personas que viven en pareja, en adulterio, salen a leer las lecturas? ¿Cómo hablar de pureza cuando la Santa Comunión es profanada por almas que viven en pecado mortal?

Vuelvan al principio del artículo y enlácenlo con lo que les acabo de decir. Vivimos en un mundo sin Fe, se desconocen los mandamientos de la Ley de Dios, ya no hay temor al pecado, al contrario, nos regocijamos en él, nos bañamos en el lodo. Las jóvenes pierden su virginidad sin ser conscientes de que es algo que no se puede recuperar y sin conciencia de haber cometido pecado, esto es muy grave, les estamos ocultando el camino de la salvación y los estamos llevando a la condenación. No obstante, si se puede volver a una vida de pureza, con un arrepentimiento de corazón y acudiendo al Sacramento de la Confesión, pero ¿Cuántos lo hacen? Y ¿Cuántos Sacerdotes les dicen que es pecado mortal unirse a otra persona sin estar casados? Pero no sólo eso, dentro de los matrimonios, ¿Se respeta nuestro cuerpo como Templo del Espíritu Santo o más bien se trata como un mero instrumento de placer? ¿Por qué no se predica hoy en día la castidad?

Nos hemos puesto al nivel de los animales, el sexo ya no es una respuesta ordenada al plan de Dios y que tiene su sentido en el Sacramento del matrimonio, hoy en día, es un mero placer y así sucede que muchos matrimonios cuando dejan, literalmente, de «disfrutar», consideran esta relación finalizada y buscan ese gozo con otra persona. No hay más que observar, casi siempre, tras una separación, hay una relación oculta, o inmediatamente surge otra. Así de vacíos estamos los seres humanos. ¿Nuestro matrimonio se sustenta en las relaciones sexuales o en Dios? La unión de los cuerpos tiene una finalidad: la procreación.

Nuestros Pastores se han mundanizado, tienen miedo a hablar en sus homilías del sexto y del noveno mandamientos, pero es comprensible, ¿Cómo pueden predicar la pureza, si a muchos los vemos en las redes sociales en bañador, luciendo sus cuerpos semi desnudos, sin ningún tipo de pudor? Y alguno dirá, ¿Esto es pecado? Por supuesto, si alguien tiene dudas al respecto sobre este punto, es que en su Parroquia no lo han formado, lo han deformado, cosa muy habitual en nuestros tiempos. ¿Cómo un Sacerdote que va con pantalón corto puede decirle a los jóvenes que nuestra ropa indecente ofende a Dios y a su Santísima Madre? Díganme Vds. cómo…daría la risa, ¿no?

Escuchaba en una homilía como nos decían que Jesucristo era un hombre normal, como nosotros, que se divertía, que salía por ahí…Miren, déjense de verborrea progresista barata y absurda, Nuestro Señor es la pureza personificada, todo en el es Inmaculado, Jesús estaba todo el día a lo que tenía que estar, a predicar, a enseñar, a anunciar el Reino de Dios y cómo llegar a él y si volviera como hombre en este siglo XXI, no se engañen, no se presentaría con un pantalón de moda, con rastas, con media barbita y no estaría tomando “copas” o de bares o en las redes sociales… ¿Qué cuento es este, a quién quieren engañar? ¿Vds. creen que María Magdalena una vez que se convirtió y que siguió al Señor que iba vestida como una mujerzuela de vida licenciosa? Se revistió de pureza, dejó sus antiguos vestidos e inició una nueva andadura que la llevó a los pies de la Cruz. Cubiertas, así iban las mujeres que estaban con Jesús.

Esta semana circulaba por Internet una falsa noticia que decía que el Vaticano exigiría un “certificado de virginidad” para aquellas personas que quisieran contraer matrimonio. Me llamó la atención que hubo gente muy preocupada por esto, la noticia colapsó algunas páginas e incluso algunas personas solicitaron respuesta en la página de la Santa Sede. Obviamente si esto fuera cierto, creo que habría más solteros que casados a día de hoy y no es ninguna temeridad lo que digo, es la realidad palpable de una sociedad que vive emponzoñada en la carne. Como les comentaba anteriormente, la virginidad perdida es irrecuperable, no obstante, el estado matrimonial, aunque puede conllevar la pérdida de la misma para ajustarse al plan de Dios, no implica que no se viva con pureza de obra y de intención. Es importante que ofrezcamos al Señor una vida ordenada, alejada de la esclavitud carnal. El fin del Matrimonio es la procreación, no la satisfacción del deseo puramente sexual, las relaciones tienen que estar ordenadas al plan de Dios, no somos animales irracionales. Causó cierto escándalo el día que les dije que los papás de Teresita de Liseaux, no contaban días en un calendario. Queridos, no seamos hipócritas, no busquemos un cura que satisfaga nuestros oídos con lo que queremos escuchar, ajustémonos al Magisterio, ¿Cómo podemos fomentar en nuestros hijos estos valores, si ni siquiera nosotros mismos, los tenemos claros?

Recuerdo una conversación que tuve con un Sacerdote, cuando le mostré mi asombro por los libros que había comprado para sus catequistas,  me dijo que «hay que ir con los tiempos, estas cosas ya no se pueden ocultar«. Desde que el mundo es mundo, existe el sexo, la impureza y en contraposición, la pureza. Aquí lo único que se oculta son las bondades de la castidad. ¿Cuántos hombres y mujeres, llegan al matrimonio sin haber tenido antes relaciones sexuales?

Les decía al principio que todo esto, está interrelacionado con la Misa y así es. Cuando uno acude a la Santa Misa Tradicional, sólo sale pensando en lo que acaba de vivir, la Crucifixión de Jesús… ¿Cómo pensar en satisfacer un deseo carnal, cuando acabamos de estar entregados al Amado al pie de la Cruz? Cuántas vocaciones al Sacerdocio y a la vida Consagrada perdidas hoy en día por la adulteración de nuestras Misas. ¡Increíble pero cierto! ¡Cuántos jóvenes distrayéndose con el alcohol y con sus cuerpos porque nadie les ha enseñado nuestro gran tesoro: La Santa Misa Tradicional.

La vuelta a la pureza del hombre pasa por el restablecimiento de la Liturgia, por la restauración de la Santa Misa Tradicional, que debería dejar de llamarse Rito Extraordinario para llamarse Ordinario. La formación de nuestros Sacerdotes implicaría el respeto por la Tradición y conllevaría el cumplimiento del Magisterio de la Iglesia, lo que implicaría la vuelta del pudor, la decencia, el cuidado del vocabulario, el uso del Latín, que tanto desagrada al maligno, no desearíamos más que ser Santos, los jóvenes lucharían por conservar su virginidad como un tesoro, los matrimonios serían Santos en sus intenciones y se recuperaría el orden mundial, nuestro único deseo sería la Santidad y para alcanzar la Santidad sólo se puede hacer de una manera, viviendo el cielo en la tierra, ¿Cómo? Con la Santa Misa Tradicional, no lo duden, aquí está la clave de todo.

“Ite Missa est”. Todo lo que se ha dicho y hecho y actuado durante la Santa Misa ha sido para que nos lo llevemos, vivamos, practiquemos y apropiemos a todas las circunstancias y condiciones de nuestro vivir diario. Su Sacrificio se ha hecho nuestro sacrificio al juntar nuestra oblación a la suya; su Vida, dada por nosotros, se convierte en nuestra vida dada por Él. Así volveremos de la Misa como quienes han tomado su determinación, vuelta la espalda al mundo, y convertidos para la sociedad en que vivimos en otros Cristo vivientes, testimonios poderosos dados al Amor, que murió para que nosotros pudiésemos vivir el Amor. (El calvario y la Misa-Arzobispo Mons. Fulton J. Sheen)

Sonia Vázquez

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