La traición histórica de los «católicos»

La aprobación del pseudomatrimonio homosexual por parte del senado italiano el pasado 25 de febrero, con 173 votos a favor, 71 en contra y 76 abstenciones, es la última fase de un proceso de disolución de la sociedad italiana que comenzó por la introducción del divorcio (1970), pasó por la legalización del aborto (1978) y tendrá como próximo e inminente paso la legalización de la eutanasia.

Desde esta perspectiva, se entiende bien la euforia de la prensa laicista. «En la larga y tortuosa historia de la liberación sexual de Italia –escribió Francesco Merlo en La Repubblica el 26 de febrero– esta ley hace historia en la misma medida que lo hicieron la del divorcio y la que regula el aborto.» Ambos sucesos tienen en común la traición consumada por hombres de gobierno católicos. El divorcio lo aprobó un gobierno de centro-izquierda presidido por el cristianodemócrata Emilio Colombo. Y el aborto lo lanzó un gobierno igualmente democristiano presidido por Giulio Andreotti.

La Democracia Cristiana cayó, pero los principales responsables de la nueva ley, el Presidente del Consejo Matteo Renzi y el Ministro del Interior Angelino Alfano se consideran, al igual que Colombo y Andreotti, católicos practicantes. Si el ministro Alfano hubiera amenazado con dimitir, habría hecho imposible, o al menos habría retrasado, la aprobación del proyecto de ley. Pero el político siciliano ha preferido comportarse como Andreotti, que el 21 de enero de 1977 anotaba en su diario: «Sesión de la Cámara de los Diputados para votar sobre el aborto. Se aprueba con 310 votos a favor y 296 en contra. Se me plantea el problema de refrendar esta ley (también a Leone para firmarla), pero si me negase no sólo desencadenaríamos una crisis habiendo apenas (¿después de haber?) empezado a cerrar las fisuras, sino que además de soportar la ley del aborto la DC perdería la presidencia, y eso sí que sería más grave» (Diari 1976-1979. Glia anni della solidarietà, Rizzoli, Milano 1981, pp. 73). Perder la presidencia del gobierno se consideraba más grave que el homicidio legal de millones de inocentes.

¿Qué contempla el proyecto de ley que toma su nombre de la senadora Monica Cirinnà? La ley sobre uniones civiles, como explicó el jurista Alberto Gambino en Libero el 26 de enero, es una institución paramatrimonial que contempla los mismos derechos y deberes que el matrimonio: asistencia moral y material, cohabitación, derechos patrimoniales, prerrogativas en materia de trabajo, seguridad social, impuestos y vivienda, y hasta un mismo apellido y comunión de bienes.

El único derecho matrimonial que no se reconoce es el de la adopción, pero la señora Cirinnà ha anunciado que «está casi listo un proyecto de ley sobre la adopción por parte de parejas homosexuales. Pasará a la Cámara, donde tenemos garantizada la mayoría, de modo que llegará blindado al Senado» (Il Fatto quotidiano, 26 de febrero). Si no fuera suficiente, nos queda Europa. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha determinado que, una vez incorporada al ordenamiento judicial una institución sustancialmente igual al matrimonio, aunque se llame unión civil, exige con carácter obligatorio la introducción de la adopciones a fin de evitar discriminaciones.

La ley Cirinnà, convertida en la ley Renzi-Alfano, a pesar de haberse rechazado las adopciones por parte de homosexuales, es en sí inicua e inaceptable. Y no sólo porque introduce un pseudomatrimonio gay, sino porque atribuye derechos a los homosexuales en cuanto tales. Según la doctrina católica, pero también según la ley natural, la homosexualidad o sodomía es un vicio humano que socava los principios del orden moral. A pesar de ello, Angelino Alfano ha declarado en el programa televisivo Agorà del canal Rai3: «Nunca he amenazado al Gobierno con relación al asunto de la adopción por parte de familias homosexuales; haré todo lo posible para llegar a un acuerdo. (…) En cuanto al proyecto de ley Cirinnà votaré sí si se elimina la adopción por parte de los los homosexuales. Estoy a favor de los derechos para las parejas homosexuales. Estoy abierto absolutamente a todo» (La Repubblica, 5 de febrero).

No obstante, tiene razón Merlo cuando dice que «se la mire por donde se la mire, esta ley es una nueva Porta Pia*, porque desvaticaniza (es decir, descristianiza) Italia» (La Repubblica, 26 de febrero). Pero ¿cómo vamos a pasar por alto la responsabilidad de la jerarquía eclesiástica en esta decristianización de Italia? El vaticanista Giuseppe Rusconi observa che «la amargura y la rabia», más que contra los políticos católicos, «van dirigidas contra otro objetivo: el secretario general de la Conferencia Episcopal Italiana, monseñor Nunzio Galantino» (Rossoporpora, 26 de febrreo), exponente puntero de la Iglesia en salida misionera que «ante una confrontación abierta e incluso dura prefiere –en particular en temas relativos a la familia y la vida– un diálogo impreciso y a ultranza con el poder que tiene lugar en pasillos y en reuniones de convivencia».

Hay que añadir que aquel que ejerce el cargo de Obispo de Roma y Primado de Italia no ha dicho una palabra. Desde esta perspectiva, la ley que acaba de aprobar el Senado supone una grave derrota para todos los católicos, incluidos los que han considerado una victoria del Family Day que se eliminara la adopción de niños por parejas homosexuales. Es precisamente esta victoria la que ha hecho posible el acuerdo Renzi-Alfano, que ha tenido como resultado una terrible derrota para el mundo católico. Una manifestación multitudinaria siempre constituye un claro mensaje, y la importancia del Family Day está precisamente en que se ha celebrado.

El mundo católico italiano siempre ha sido reacio a las manifestaciones multitudinarias, porque siempre ha querido evitar los choques abiertos con el adversario, creyendo vencer por medio de concesiones. Pero renunciar a la lucha es condición ineludible para la derrota. Por lo tanto, hay que alegrarse por la manifestación del pasado 30 de enero, porque expresó el espíritu combativo de un pueblo congregado con esfuerzo y sacrificio y llegado de todos los rincones de Italia para hacerse oír. Pero no hay que confundir la base del Family Day con los representantes del mundo católico. No debemos confundir las intenciones y proyectos de los organizadores de la manifestación con el claro mensaje que está hizo resonar.

El pueblo del Family Day ha perdido una batalla, pero está resuelto a proseguir la guerra. Y lo hace también movilizándose, desde ya, a favor de un referéndum para abrogar de forma integral la ley que introduce las uniones homosexuales en Italia. La próxima cita tendrá lugar en Roma el 8 de mayo en la Marcha por la Vida.

Roberto de Mattei

[Traducido por J.E.F]

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* La Porta Pía, en las antiguas murallas romanas de Aurelio, tiene una gran importancia simbólica en Italia por la batalla que tuvo lugar junto a dicha puerta en septiembre de 1970 y que resultó en el triunfo definitivo de las masónicas y liberales fuerzas del Risorgimento y el fin de los Estados Pontificios. N. del T.

Roberto de Mattei
Roberto de Matteihttp://www.robertodemattei.it/
Roberto de Mattei enseña Historia Moderna e Historia del Cristianismo en la Universidad Europea de Roma, en la que dirige el área de Ciencias Históricas. Es Presidente de la “Fondazione Lepanto” (http://www.fondazionelepanto.org/); miembro de los Consejos Directivos del “Instituto Histórico Italiano para la Edad Moderna y Contemporánea” y de la “Sociedad Geográfica Italiana”. De 2003 a 2011 ha ocupado el cargo de vice-Presidente del “Consejo Nacional de Investigaciones” italiano, con delega para las áreas de Ciencias Humanas. Entre 2002 y 2006 fue Consejero para los asuntos internacionales del Gobierno de Italia. Y, entre 2005 y 2011, fue también miembro del “Board of Guarantees della Italian Academy” de la Columbia University de Nueva York. Dirige las revistas “Radici Cristiane” (http://www.radicicristiane.it/) y “Nova Historia”, y la Agencia de Información “Corrispondenza Romana” (http://www.corrispondenzaromana.it/). Es autor de muchas obras traducidas a varios idiomas, entre las que recordamos las últimas:La dittatura del relativismo traducido al portugués, polaco y francés), La Turchia in Europa. Beneficio o catastrofe? (traducido al inglés, alemán y polaco), Il Concilio Vaticano II. Una storia mai scritta (traducido al alemán, portugués y próximamente también al español) y Apologia della tradizione.

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