ROMA, 30 de enero de 2018 (LifeSiteNews) – En una exclusiva entrevista concedida dos semanas después de una publicación de la Profesión de las verdades inmutables a respecto del matrimonio sacramental, monseñor Athanasius Schneider invita a sus hermanos obispos de los cinco continentes a participar con su firma para alzar una voz unánime en defensa de la santidad e indisolubilidad del matrimonio, en medio de una sociedad neopagana en la que el aborto se ha convertido en una plaga.
En una conversación sostenida con LifeSiteNews el pasado 15 de enero 2018, el obispo auxiliar de Astaná (Kazajistán), declaró: «Dios decide cuándo es el momento, y llegará el momento en que el Papa y el episcopado vuelvan a proclamar, con toda claridad y esplendor y sin ambigüedades, la santidad del matrimonio, de la Familia y de la Eucaristía.»
Schneider ha hecho estos comentarios apenas dos semanas después de que junto con sus dos compañeros en el episcopado kazajo proclamara una Profesión de las verdades Inmutables a respecto del matrimonio sacramental. En dicho documento, los tres prelados profesan solemnemente las enseñanzas y la disciplina recibidas de la Iglesia y en relación con el matrimonio sacramental y las condiciones limitadas (ver Familiaris Consortio, nº 84) para que los católicos divorciados vueltos a casar puedan tener acceso a la absolución sacramental y la Sagrada Comunión.
Presentaron su profesión «ante Dios que nos ha de juzgar», en respuesta a las normas pastorales promulgadas por algunas conferencias episcopales para poner en vigor el capítulo 8 de la exhortación apostólica sobre la familia Amoris Laetitia del papa Francisco. Algunas de dichas normas, declaró Schneider a LifeSiteNews, «aprueban tácitamente el divorcio» y las actividades sexuales ajenas a un matrimonio válido.
»Eso es contrario a la Revelación divina», afirmó, añadiendo que «cuando se traducen al lenguaje del sentido común, las explicaciones» que se presentan al clero y a los fieles como «discernimiento» y «acompañamiento pastoral», o como un «cambio de paradigma» y un «descubrimiento de la parte subjetiva de la verdad», equivalen a una autorización a pecar.
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«El sacramento del matrimonio –dijo–, su carácter indisoluble y la santidad de la Eucaristía se ven afectados» por las normas pastorales de ciertos prelados que «en la práctica, mediante un lenguaje astuto y disimulado, admiten a la Sagrada Comunión a personas que de forma intencionada y habitual realizan actos y uniones sexuales sin estar válidamente casadas».
Dicho lenguaje tiene por objeto «dar permiso para pecar, al igual que lo dio Moisés por la dureza de corazón del pueblo, y Jesucristo condenó esa autorización. ¿Cómo van los apóstoles y sus sucesores a introducir hoy normas pastorales que equivalgan en sustancia a lo mismo que permitía Moisés?», añadió.
La profesión de los tres obispos kazajos es fruto, pues, de «un vivo deseo» de presentar la verdad con claridad” en una evidente situación de confusión doctrinal, explicó.
Schneider añadió que cree que los obispos deberían levantar respetuosamente la voz «en momentos delicados de la Iglesia», sin que ello se interprete como un «enfrentamiento al Papa.”
»No dijimos nada contra el Sumo Pontífice (…) y estoy convencido de que un día el propio papa Francisco, al menos cuando comparezca ante el juicio de Dios (…) agradecerá esta voz que estamos alzando”, afirmó.
Por otra parte, insistió en que al publicar la mencionada profesión, los obispos no criticaban Amoris Laetitia sino sólo «una norma concreta que mediante el acceso a la Sagrada Comunión» aprueba tácitamente el divorcio y las actividades sexuales ajenas a un matrimonio válido de los católicos divorciados y vueltos a casar.
“Como ello evidentemente es contrario a la totalidad de la Tradición de la Iglesia, da igual quién lo publique –declaró Schneider a LifeSiteNews–. Tenemos que decirlo, porque el Papa no es sino un siervo. No es Dios. No es Cristo; es simplemente el Vicario de Cristo, y tiene que ser fiel a su principal misión, que es transmitir con fidelidad y sin ambigüedades toda la verdad de la Iglesia.»
“Se ayuda mucho a la parte subjetiva de la doctrina” si los obispos y los sacerdotes proclaman «la plenitud de la verdad de Cristo» con amor y paciencia, explicando a las personas la realidad de su situación sin condenarlas, sostiene Schneider.
«Un médico no puede ocultar la verdadera situación de una enfermedad –dijo–. Y si le dice al paciente: «Esto es lo que tiene, aquí tiene el diagnóstico», éste no se va a ofender. Pero eso no quiere decir que el médico lo condene ni sea su enemigo. Le va a ayudar. y muchas veces no se puede curar una enfermedad de golpe y porrazo. lleva su tiempo.»
»Eso es acompañamiento pastoral y discernimiento –explicó, añadiendo que un buen médico nunca receta un medicamento que mantenga la enfermedad–. Sería cruel.»
Según monseñor Schneider, administrar la Sagrada Comunión a quienes de forma intencionada realizan actividades sexuales sin estar válidamente casados es un tratamiento cruel. «Es un falso remedio», dijo, añadiendo que “hace que sigan enfermos viviendo contra la voluntad de Dios, contra la Revelación. Y eso jamás les hará ver la parte subjetiva de la verdad. Es distorsionar la verdad. No es amor pastoral.»
Lógicamente, es «más exigente» para los obispos y sacerdotes «hacer acompañamiento durante años a los hermanos divorciados», reconoció Schneider, añadiendo que sin embargo el clero tiene que fijar una meta clara y ayudar con paciencia a alcanzarla. «El objetivo es vivir en continencia, dejar de ofender a Dios –aclaró–. Entretanto, dijo, la Sagrada Comunión no es el remedio adecuado, sino todo lo contrario.»
Monseñor Schneider dijo asimismo a LifeSiteNews que cree que algunos partidarios de que se administre la Comunión a los divorciados vueltos a casar «no creen tanto en la importancia de la Comunión, sino que se valen de ella como un instrumento para introducir tácitamente el divorcio en la Iglesia», así como para autorizar que se tengan relaciones sexuales fuera de un matrimonio válido, «a fin de introducir el espíritu del mundo actual».
A la pregunta de cómo ha influido su experiencia de criarse en la Iglesia perseguida de la Unión Soviética –en la que con frecuencia no tenía acceso a los sacramentos– en esta manera de ver el asunto, Schneider repuso: «Estuvimos varios años sin acceso alguno a la Sagrada Comunión, pero llevábamos una vida cristiana, rezábamos y crecíamos en la fe. Ésa fue mi experiencia. Por eso, si hay matrimonios que durante varios años no podrán recibir la Sagrada Comunión, los ayudaremos y para que dejen de ofender a Dios con sus actividades sexuales.»
Desde la publicación de la Profesión el pasado 2 de enero, un cardenal y cuatro obispos más, entre ellos el ex nuncio apostólico en los EE.UU., arzobispo Carlo Maria Viganò, han firmado el documento. Su Excelencia René Henry Garcida, obispo emérito de Corpus Christi (Tejas), es el último que ha firmado.
A la pregunta de si está decepcionado con la reacción al documento, monseñor Schneider respondió que «desde un punto de vista humano es un fenómeno lamentable” que tantos prelados guarden silencio» o incluso condenen a los firmantes.
«Sin embargo, muchas veces en el Reino de Dios, las cantidades no tienen importancia –añadió–. Con frecuencia en la historia de la salvación, en la historia de la Iglesia, Dios se ha valido de un número pequeño para promover su Reino en momentos muy difíciles.»
Schneider añadió que, como sucesores de los apóstoles, no podían hacer otra cosa.
«Nuestra conciencia de obispos nos llama a hacerlo –explicó–. Es una obligación de conciencia, como sucesores de los apóstoles y hermanos del Papa.»
Dada la importancia que concede el papa Francisco a la conciencia, monseñor Schneider dice que cree que al Santo Padre «no le puede disgustar un acto fraterno como su profesión de fe.»
Invita por tanto a los obispos de todo el mundo a sumar su nombre a la Profesión de las verdades inmutables a respecto del matrimonio sacramental, porque «contribuirían a alzar una voz más resonante en la profesión de las verdades que siempre ha enseñado la Iglesia, y sería una potente voz unánime en defensa de la santidad e indisolubilidad del matrimonio en medio de una sociedad verdaderamente neopagana en la que el divorcio ha llegado a ser una plaga, y en la que la depravidad sexual va en aumento.»
»Es una misión profética y una llamada para que la Iglesia, los obispos, alzan una voz unánime –dijo–. No hemos hecho otra cosa que repetir la enseñanza incesante de la Iglesia. Es una profesión, y una profesión de verdad no va contra nadie. Sólo está a favor de la Verdad.»
Monseñor Schneider concluyó con estas palabras: «Como dijo San Pablo, «Nada podemos [hacer] contra la verdad» (2ª Cor. 13,8). La conciencia no nos lo permite. Por eso, espero que la voz de los obispos se haga oír más. No sé cuándo será. Es Dios quien decide el momento, y llegará el momento en que el Papa y el episcopado vuelvan a proclamar con toda claridad y esplendor y sin ambigüedades la santidad del matrimonio, de la familia y de la Eucaristía.»
Schneider elogió además una evaluación de la iniciativa de los prelados kazajos escrita por el P. Timothy V. Vaverek, el cual señaló que aunque la situación era inquietante, estos obispos han demostrado que es más grave todavía al publicar «una denuncia apostólica de las enseñanzas y prácticas defendas o aprobadas por otros prelados.»
Al hacerlo, señaló Vaverek, los mencionados obispos han trascendido «los límites canónicos de su jurisdicción» y se dirigen «a la Iglesia universal como sucesores de los apóstoles.»
Dijo que la Profesión sólo deja tres opciones a los obispos: callar, hacer una profesión semejante o adherirse a ésta; o si no, rechazarla públicamente.
ACTUALIZACIÓN: LifeSiteNews ha comprobado que todos los obispos del mundo cuya dirección de correo electrónico figura en el Anuario Pontificio recibieron el texto de la Profesión. «Corresponde a cada obispo declarar públicamente su apoyo o hacer una profesión por el estilo –dijo Schneider–. Un primer ejemplo de ello sería la reacción del cardenal Eijk de Utrecht.»
(Traducido por J.E.F para Adelante la Fe. Fuente: Life Site News)