El fin de la vergüenza: grupo pro-vida celebra la ilegitimidad

El 20 de mayo de 2017, la escritora del New York Times, Sheryl Gay Stolberg, publicó un artículo titulado, “Embarazada a los 18. Aclamada por los enemigos del aborto. Castigada por Escuela Cristiana.” ¿Cuál fue el crimen de la escuela cristiana? No permitirle a una estudiante de dieciocho años, visiblemente embarazada y soltera, Maddi Runkles, atravesar el escenario en la ceremonia de graduación escolar.

La señorita Runkles admite haber violado la norma escolar sabiendo que sería “castigada”. Sin embargo, parece que para muchas personas la decisión tomada por el comité educativo de la escuela de no permitir a la Srta. Runkles subirse al escenario durante la graduación fue algo cruel e inusual.

La Srta. Runkles estaba bastante enfadada. Tal como declaró ante la reportera del New York Times:

“Algunas personas pro-vida están en contra del asesinato de bebés no nacidos, pero no hablan en favor de la chica que elige conservar a su bebé,” dijo. “Honestamente, me hace sentir que quizás habría sido mejor el aborto. De ser así, simplemente me habrían perdonado, en lugar de tener que enfrentar esta consecuencia visible.”

Sin embargo, la señorita Runkles no es la única enfadada. En aquel tiempo, su padre, Scott Runkles, era el líder del consejo de escuelas cristianas:

El Sr. Runkles, vicepresidente de un banco, se autoexcluyó de las decisiones sobre su hija, pero finalmente renunció al comité enojado por cómo ella había sido tratada.

“Normalmente, cuando alguien rompe una norma, es castigada al momento de romperla. De esta manera, el castigo queda atrás y puede seguir adelante con la hoja en blanco,” dijo. “Con Maddi, su castigo apareció cuatro meses después. Arruinó su último año.”

Además, la señorita Runkles encontró una voz compasiva en Sara Moslener, quien enseña filosofía y religión en la universidad de Central Michigan y escribió mucho acerca de los evangélicos y la sexualidad. La Srta. Moslener dijo que la situación de la señorita Runkles sonaba “para mí como ‘La Letra Escarlata’.”

Pero la voz más compasiva fue de una organización pro-vida denominada Estudiantes por la Vida. De hecho, Estudiantes por la Vida fue la responsable de comunicar a los medios este asunto que de otra manera se habría mantenido en privado, y comenzó una campaña de publicidad en favor de la señorita Runkles y contra la escuela. El Times reportó:

La decisión de los responsables escolares de prohibirle a la Srta. Runkles participar en la graduación — y de expulsarla de su posición en el consejo estudiantil — hubiera permanecido en privado de no ser por la decisión de su familia de buscar ayuda en Estudiantes por la Vida. El grupo anti-abortista, que la llevó recientemente a una manifestación en Washington, argumenta que ella debiera ser aplaudida, no castigada, por su decisión de conservar el bebé.

“Tomó la valiente decisión de elegir la vida y, definitivamente, no debiera sentirse avergonzada,” dijo Kristan Hawkins, presidente de Estudiantes por la Vida, quien intentó sin éxito persuadir al administrador de la Academia Heritage para que revierta la decisión. “Debe haber una manera de tratar con gracia y amor a una joven que se embaraza.”

De hecho, Estudiantes por la Vida publicó recientemente su propio artículo sobre el asunto, bajo el título, “Una alumna de escuela secundaria quedó embarazada y no podrán creer lo que la escuela cristiana hizo.”

Estudiantes por la Vida de Norteamérica (SFLA) pide a los colaboradores que hagan tres cosas:

  • Enviar un mail a Dave Hobbs, director de la Academia Heritage, para pedirle que por favor reconsidere la decisión de la escuela de no permitir a Maddi participar junto a sus compañeros durante la graduación.
  • Enviar un mensaje de apoyo a Maddi. Ella habló en nuestra manifestación #Sockit2PP del mes pasado y provocó el llanto de todos con su historia. Haga click AQUÍ para enviar un mensaje de apoyo a Maddi.
  • SFLA organizará para Maddi una fiesta de graduación. Si usted quiere donar, le presentaremos a Maddi una beca y regalos para el bebé.

¿Alguien más ve un problema con esta historia?

En primer lugar, ya casi no se considera que concebir a un niño fuera del matrimonio es una tragedia terrible, como en este caso, en la que la madre y el padre no tienen intenciones de casarse. Aquí, ambas partes eligieron cometer el pecado de fornicación que creó la situación en la que probablemente el niño se verá privado de un padre y no nacerá en una unidad familiar estable. La situación se complica por el hecho de que la madre recién se está graduando de la escuela y ahora deberá buscar una manera de mantenerse, colocando sin dudas una carga sobre su propia familia por el cuidado de su hijo. Y estas son solo las consecuencias para la familia cercana de la señorita Runkles y el niño. Escondido en todo esto se halla el mal ejemplo que da a sus hermanos, si es que los tiene, sus compañeros de escuela, y la comunidad cristiana en general, sin mencionar la sociedad.

Por estas razones, concebir un niño fuera del matrimonio solía estar acompañado de sentimientos naturales de dolor, culpa y también vergüenza para ambos padres y familias involucradas. Estas son las emociones que se supone las situaciones trágicas debieran crear. Usualmente, en el pasado, los padres de la joven mantendrían la situación con discreción y en privado, retirando a la joven de la escuela e incluso a veces enviándola fuera de la ciudad a vivir con parientes o hermanas religiosas en conventos que cuidaban de ellas durante el embarazo, tras el cual las jóvenes podían dar el bebé en adopción.

Con frecuencia, los modernistas se burlan es esto y acusan a los padres de abandonar o castigar a sus hijas En realidad, los padres intentaban salvar a sus hijas de la humillación pública, la desaprobación, y los problemas que sobrevendrían si continuaban en la escuela o la comunidad embarazadas y solteras. La otra opción, por supuesto, era el casamiento entre la madre y el padre tan pronto se descubría el embarazo, si esto era posible.

Por supuesto que nunca hubo o habrá una solución perfecta para esta situación, dado que la situación es en sí misma una consecuencia trágica del pecado. Pero este es un hecho que aparentemente se le escapó a muchos en el movimiento pro-vida, por más bienintencionados que sean. Por ejemplo, Kristan Hawkins, presidente de Estudiantes por la Vida, dijo que “ella [la Srta. Runkles] tomó la valiente decisión de elegir la vida, y definitivamente no debiera avergonzarse.”

¿Pero es verdad que la escuela elige “avergonzar” a la Srta. Runkles, prohibiéndole participar en la ceremonia de graduación, por haber elegido no asesinar a su bebé no nacido? La idea es absurda.

El artículo continúa diciendo, “El grupo anti-abortista, que la llevó a una manifestación reciente en Washington, argumenta que ella debiera ser aplaudida, no castigada, por su decisión de conservar al bebé.”

Sin embargo, el grupo pro-vida confunde el asunto. La decisión de no permitirle a la Srta. Runkles participar no tiene nada que ver con su decisión o no de realizar el aborto. Pareciera que algunos grupos pro-vida están tan obsesionados con el buen objetivo de prevenir abortos que todo lo necesario por conseguirlo, incluso si esto significa aplaudir y considerar como héroe a una pobre adolescente que está en una situación trágica debido a sus propias decisiones. ¿No muestra hasta qué nivel nos hemos hundido como sociedad, cuando alguien es estimado como un famoso por concebir en pecado a un niño y abstenerse de asesinarlo?

¿Es este el estándar que queremos dejar asentado?

Pero por sobre todo, encontré algo de lo más interesante, algo que no vi discutirse en ninguno de los reportes allí afuera, ni siquiera en la lista de comentarios. Observen que la narrativa es que una maligna escuela cristiana “avergonzó” a la Srta. Runkles por embarazarse fuera del matrimonio.

En cambio, ¿por qué no le preguntamos a la misma Srta. Runkles, o a su familia, por qué aparentemente no sienten ninguna vergüenza de que su hija se encuentre en su situación actual? ¿Por qué insistirían padres cristianos en que su hija visiblemente embarazada camine orgullosamente por el escenario de una escuela cristiana, llamando la atención al hecho de estar embarazada fuera del matrimonio? ¿Por qué querría hacer esto la Srta. Runkles? ¿Por qué padres cristianos acudirían a medios de comunicación de izquierda a presionarlos para que publiquen el hecho de que su hija concibió ilegítimamente frente a todo el mundo, y “avergonzar” a su escuela secundaria?

En tiempos más cuerdos, no hubiésemos podido pagar a los padres de una adolescente visiblemente embarazada y soltera para que camine por el escenario frente a sus compañeros, mucho menos publicar el asunto en los medios. Es que las jóvenes en esa situación, y sus padres, solían tener un sentido completamente natural y sano de la vergüenza. No necesitaban que la escuela se lo imponga. Ya lo sentían profundamente.

Los padres también solían tener un sano sentido de la discreción sobre un tema tan sensible, y habrían tratado de minimizar todo escándalo que pudiera acaecer sobre el asunto. Por eso ni siquiera habrían solicitado a la escuela que su hija se expusiera, participando en la graduación, debido a que la noción hubiera resultado absurda y dañina no solo para la criatura y la familia, sino para toda la comunidad. Irónicamente, si las escuelas de aquellos días hubieran forzado a las adolescentes visiblemente embarazadas y solteras a exponerse en ceremonias de graduación escolares, habrían sido acusadas correctamente por avergonzar a esas pobres chicas y habrían ocasionado un escándalo.

Pero en nuestros tiempos, no hay sentido de la vergüenza. Lejos de eso. Al contrario, no se aconseja a una pobre chica que concibió un hijo fuera del matrimonio a que mantenga un perfil bajo, sino que es alentada por un grupo pro-vida, y sus padres exigen orgullosamente a su escuela que celebre esta tragedia. ¿Por qué? Porque podría haber asesinado a ese bebé legalmente, y eligió no hacerlo. Esta es la verdadera definición de desvergüenza.

Como cristianos evangélicos, sin duda los Runkles están familiarizados con la Biblia, especialmente los Evangelios. En el Evangelio de Mateo vemos cómo San José manejó una situación que él creyó similar a esta situación trágica, antes de ser iluminado por un ángel.

Desposada su madre María con José, se halló antes de vivir juntos ellos, que había concebido del Espíritu Santo. José, su esposo, como era justo y no quería delatarla, se proponía despedirla en secreto.

Observen cómo San José, lejos de publicar el acontecimiento y desafiando a quien los “avergüence” a María o a él, eligió sabiamente no hacer público el asunto y mantenerlo lo más privadamente posible, por amor a María. Este es el camino de la virtud y la caridad del que nos hemos desviado. Como confirma el comentario de Haydock:

José, su esposo, conociendo su estricta virtud, se sorprendió con su embarazo, pero “siendo un hombre justo” y no queriendo exponerla denunciándola o divorciándose de ella, pensó en despedirla en privado, entregando la causa a Dios. Aprendamos de José y seamos amables con la reputación de nuestros hermanos, no albergando jamás pensamientos injuriosos, o sospechas en perjuicio suyo.

Sin embargo, en el mundo de hoy, estamos tan orgullosos que hasta la respuesta de San José de despedirla en privado se consideraría “avergonzarla”. La única respuesta de los enemigos de la fe es lucir el pecado y exigir que la sociedad lo acepte y celebre. Lamentablemente, al menos una organización, así como la mayoría de los medios de noticias conservadores, se han tragado esta premisa venenosa para influenciar a las madres para que no maten a sus hijos.

No obstante, promover la causa pro-vida normalizando la ilegitimidad es como cortarse la nariz para dañarse la cara. Normalizar la ilegitimidad promueve más ilegitimidad y de esta manera una mayor probabilidad de que la elección “final” sea el aborto y no la vida.

Como declara la Enciclopedia Católica:

Cuando los padres de hijos ilegítimos caen apenas en la estima social, el reconocimiento público de la castidad es tristemente laxo… La presencia de la ilegitimidad en una comunidad tiende a debilitar la apreciación popular de la castidad y la desaprobación popular de su transgresión.

Cris Jackson

[Traducido por Marilina Manteiga. Artículo original.]

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