Es un fenómeno universal que, por desgracia, se hace ya crónico: al terminar la Santa Misa con las palabras del Sacerdote «Podéis ir en Paz», y tras responder los fieles «Demos Gracias a Dios»……si acaso esperando a que el sacerdote celebrante salga del presbiterio para ir a la sacristía, se ROMPE completamente el silencio en la Iglesia, con los siguientes efectos inmediatos:
– El clima de devoción propio del Templo desaparece, y la Iglesia se asemeja a cualquier establecimiento público
– Los fieles que desean seguir rezando, para dar Gracias a Dios por la Misa y la Comunión, no pueden hacerlo o si lo hacen es con la molestia añadida del ruido ambiental
– Se pierde la noción de que la Iglesia es la «Casa de Dios», pues la presencia Real de Cristo permanece en el Sagrario
– Da la triste sensación de que la Santa Misa ha sido como un «teatro», y, acabada la función, ya no es necesario seguir atentos
¿Porqué se ha llegado a esta situación? ¿Donde están las causas?…..yo anotaría estas cuatro:
1: En las catequesis para sacramentos (comunión, confirmación, boda, bautizo…) escasea la formación en el respeto y fervor, y a la vez abunda la pedagogía horizontal, solo humanista, que proyecta la idea de Iglesia como «casi una Ong» y de sacramento como «símbolo»
2. La influencia protestante y liberal en la liturgia católica ha provocado tantos abusos contra el sacramento que ya la ruptura del silencio tras la Misa ha quedado reducido a un «mal menor» frente o otros males mucho peores (como el sacrilegio extendido)
3: La falta de autoridad como moneda de doble cara. Una cara es el complejo de quien manda para ordenar silencio, y la otra cara es la resistencia soberbia a obedecer por parte de los fieles….pues….¿quien es el cura para mandarnos callar en la Iglesia?….
4: La eclesiología de «Pueblo de Dios» eclipsando del todo al «Cuerpo de Cristo». Esta sería la causa general de la que nacen las concretas.
Hoy día son pocas, muy pocas…………casi ninguna……….las Iglesias donde tras la Misa se guarda silencio. Y ante la pregunta de ¿Qué podemos hacer?………se puede plantear:
* Enseñar el valor del silencio a los niños que se preparan a la primera comunión. Si de hecho ya hay niños que, en ese día, animan a sus padres a que vuelvan a Misa dominical, quizás también les den buen ejemplo a los papás de cómo hay que comportarse en el Templo al acabar la Misa.
* La colocación de carteles pidiendo silencio tiene un resultado escaso, lo sabemos, pues toda medida de autoridad, aún la más básica, no «encaja» con la conciencia de hoy tan deformada por el «dogma» de la democracia liberal. No obstante los carteles, al menos, hacen la tarea de mostrar al público que en la Iglesia se predica en pro del silencio.
* Aprovechar toda oportunidad (homilía del sacerdote, avisos antes o al final de Misa, catequesis o formaciones varias…) para inculcar, por el bien de todos, la virtud del respeto donde se incluye el silencio tras la Misa.
* De una manera más profunda, y aconsejándolo a los fieles más piadosos: recordar que Dios sólo nos habla desde el silencio, ya sea interior pero también exterior.
No está nada mal, al contrario (está muy bien) que los mismos fieles sean los que inviten a otros a mantener silencio y de esa manera respetar el ambiente necesario para seguir rezando tras la Misa.
Y por último, ya aludí a ello en otro artículo, si el Sagrario vuelve al centro de la Iglesia es más sencillo conseguir el silencio. Desde que se ha «desterrado» el Sagrario a capillas laterales, ya en el Templo se ha dividido en DOS las zonas a considerar, y la zona donde no está el Sagrario (la mayor parte del Templo) es la que se ha convertido lamentablemente en el nuevo «atrio de mercaderes».