Habitualmente y cada vez más asiduamente, sale el sacerdote, empieza la Misa y a partir del acto penitencial y hasta la Consagración, comienza a incorporarse gente, como si se tratara del metro y fuéramos haciendo distintas paradas, para que fueran subiendo los más rezagados, que a veces vienen de uno en uno y en otras ocasiones, la familia al completo.
Las maneras de entrar, son variopintas, está el que lo hace por el medio del pasillo, cabalgando como el caballo de Atila y ningún sitio le sirve, los que quieren ser silenciosos y no lo consiguen y por último, los que intentan ser ruidosos y triunfan desde el primer momento…De todo, hay en la viña del Señor
¿Qué pensaríamos si invitásemos a un amigo a cenar a nuestra casa y llegase tarde? La palabra informal, sería lo primero que se dibujaría en nuestra mente y si esa persona, llegase con media hora de retraso, entenderíamos una falta de interés total y absoluta ante nuestra convocatoria
Me llama la atención, como cada uno, va señalando su excusa y justificando algo, que es totalmente injustificable, la falta de amor a Dios.
Apuramos para llegar al banco antes de que cierre. Corremos para recoger a nuestros hijos en la parada del autobús, llegamos a la frutería antes de que echen el candado y con el Señor, ¿Qué nos pasa? ¿Qué excusas nos estamos inventado? ¿Ante quien nos queremos justificar, ante el hombre o ante Dios? No seamos pueriles en nuestros argumentarios, nuestra relación con Dios, tiene que estar asentada en la madurez del alma. Todo esto, no implica más que una falta de amor al Señor y un incumplimiento del Primer Mandamiento.
San Francisco de Sales, en su tratado de la vida devota, recomienda empezar a prepararnos para recibir los frutos de la Misa, el día anterior. ¿Qué pensaría hoy en día, ante lo que vemos a diario, cada uno llegando cuando buenamente dice que puede? No me imagino a su Filotea, apareciendo desmelenada y sudorosa en el Sanctus. Pensaría El de Sales, que su dirigida enloqueció y que vivimos en un mundo en el que las formas y la delicadeza, están a la baja y se plantearía, seguramente, si seguir escribiendo su tratado.
Llegamos tarde y aún encima, nos hacemos notar. ¡Que desvergüenza!
Algunos opinan que lo importante de todo esto, es Comulgar y siempre que se llegue antes, se llega a tiempo. Según eso, entonces, cabe preguntarse, que sentido tiene la Eucaristía para los que no pueden recibir Sacramentalmente al Señor. ¿Es el único sentido?
Queremos todo a la carta, en menú y en horario de misas y aún así, cuanta más diversidad tenemos, más torpes somos. Tendríamos que cuestionarnos seriamente, que está fallando en nuestro encuentro con Jesús y en nuestra dejadez en cuanto a nuestra relación con Él.
A una cita, que apenas dura media hora y nos aporta frutos para la eternidad, llegamos tarde. ¿Amor o desamor?
Deberíamos meditar profundamente y plantearnos el cambio, proponernos llegar a la hora o cinco minutos antes, para decirle que ahí estamos, preparados y deseando llenarnos de Él. Acudir como a esa primera cita de los enamorados, cuidando todos los detalles, antes, durante y después, para que la relación sea perfecta.
«Vivir la Misa, como si fuera la primera y la última vez que acudimos», estupenda recomendación para todos, Sacerdotes, religiosos y laicos.
La Misa es mucho más que un mero cumplimento, es vivir la muerte y resurrección de Cristo y es hacerlo, también, en Comunidad, con el resto de la asamblea, respetando a los que están con nosotros. Acudimos a ese encuentro, al que nos convoca el mismo Dios. Y, curiosamente, nos invita a la misma hora, no hace un llamamiento individual cada cinco minutos, es una llamada a vivir la Eucaristía de principio a fin, con los que están a nuestro lado, los conozcamos o no y estamos llamados a crear unión, no desunión con nuestras actitudes.
«Escuchar Misa entera», necesitamos una profunda reflexión sobre este aspecto y quizás, los Sacerdotes, también deberían invitarnos a meditarlo. No se trata de increpar públicamente a nadie, pero sí que es importante que nos recuerden estas cosas y así lo señala también, el Concilio Vaticano II, «Por esto el Sagrado Sínodo exhorta vehemente a los pastores de almas para que instruyan cuidadosamente a los fieles acerca de la participación en TODA la misa»
“Filotea, mira al cielo, y no lo dejes por el infierno; mira al infierno y no te precipites en él por gozar de unos momentos; contempla a Jesucristo, y no reniegues de Él por el mundo”
SONIA VÁZQUEZ
ESPAÑA