Nota del Editor: El Centro Nacional Católico de Bioética es el organismo de ética católica más respetado en los Estados Unidos. Su junta directiva incluye a tres cardenales y a cinco arzobispos.
Dada la propagación del virus del Zika y la microcefalia en el hemisferio occidental, algunos han recomendado el uso del aborto y de los anticonceptivos como herramientas apropiadas en la lucha contra esta enfermedad. En la siguiente declaración, los éticos del CNCB responden a numerosas preguntas de los medios y le dan guía a los fieles católicos sobre este tema.
Una posible conexión entre el virus del Zika y la microcefalia, o cabezas anormalmente pequeñas en niños que estaban en el útero cuando sus madres contrajeron el virus, ha activado las alarmas de salud pública en Sudamérica, los Estados Unidos y en otras partes alrededor del planeta. Hay poca duda de que los riesgos asociados con el virus deberían seguir siendo cuidadosamente examinados por médicos expertos. Las recomendaciones apropiadas para salvaguardar la salud de todas las personas, y particularmente de aquellos más susceptibles a cualquier efecto grave de la enfermedad, están garantizadas. El Zika es el caso más reciente y notorio de un sinnúmero de enfermedades que pueden tener efectos nocivos en los niños no nacidos cuyas madres las contraen mientras están embarazadas. De ningún modo, sin embargo, podría esto justificar un cambio en las constantes enseñanzas de la Iglesia Católica acerca de la sacralidad e inviolabilidad de la vida humana, y la dignidad y belleza de los medios para transmitir la vida por medio de las relaciones maritales. El aborto directo y los actos anticonceptivos son intrínsecamente inmorales y contrarios a estos grandes bienes, y ninguna circunstancia puede justificar cualquiera de ellos.
Basado en información disponible, no parece que el Zika suponga una amenaza en particular a la vida de la mujer embarazada que lo contrae. Aunque la asociación aún no ha sido confirmada, los efectos dañinos del virus al parecer se dan sobre el desarrollo de la criatura en su vientre. Proponer el aborto como una “solución médica” a la patología del niño es sugerir la destrucción directa de una vida humana inocente como un medio para la curación. Esto es una evidente auto-contradicción. El Papa Pío XI habló sobre el tema del “aborto terapéutico” en su encíclica Casti connubii:
¿Qué podría ser una razón suficiente para excusar en manera alguna el asesinato directo del inocente? Esto es precisamente con lo que estamos tratando aquí. Ya sea causado sobre la madre o sobre el niño, está en contra del precepto de Dios y de la ley de la naturaleza: “No matarás”. La vida de cada uno es igualmente sagrada y nadie tiene el poder, ni siquiera la autoridad pública, para destruirla. (CC, n. 64)
Más recientemente, en su encíclica Evangelium vitae, el Papa San Juan Pablo II reafirmó la enseñanza constante de la Iglesia:
La decisión deliberada de privar a un ser humano inocente de su vida es siempre moralmente malvada, y nunca puede ser lícita, ya sea como un fin en sí mismo o como un medio para un fin bueno. (EV, n. 57)
Más allá de la cuestión del aborto, los gobiernos y los expertos en salud pública pueden estar justificados en recomendar que las parejas casadas se demoren temporalmente en concebir, en vista del gran número de aparentes riesgos asociados con contraer el virus del Zika durante el embarazo. Las parejas casadas deberían evaluar, por medio de la oración, cualquiera de tales recomendaciones. La encíclica Humanae vitae del Papa Pablo VI trata claramente este asunto, enseñando que “con respecto a las condiciones físicas, económicas, psicológicas y sociales, ejercen una paternidad responsable aquellos que prudente y generosamente deciden tener más niños, así como aquellos que, por razones serias y con el debido respeto a los preceptos morales, deciden no tener más hijos, bien sea por un período de tiempo definido o indefinido”. (HV, n. 10). Por lo tanto, la pareja debe escoger si aceptarán, y hasta qué punto, tal recomendación, examinando todos sus deberes maritales pertinentes, así como datos médicos fiables: “El ejercicio de la paternidad responsable requiere que el marido y la mujer, manteniendo un orden correcto de prioridades, reconozcan sus propios deberes hacia Dios, hacia ellos mismos, hacia sus familias y hacia la sociedad humana”. (HV, n. 10). Demorar el embarazo puede lograrse mediante una abstinencia completa o periódica, durante el período fértil de la esposa, el cual generalmente puede ser determinado a través de signos corporales (planificación natural de la familia).
Humanae vitae también explica lo que “debido respeto a los preceptos morales” incluye. Pablo VI enseña que tal respeto excluye “cualquier acción que, bien sea antes, en el momento de o después de la relación sexual, esté específicamente planeada para prevenir la procreación –ya sea como un fin o como un medio» (HV, n. 14). En respuesta a la noción de que la contracepción puede ser un mal menor aceptable al compararse con un aborto directo, sigue aclarando:
Tampoco es válido argumentar, como una justificación para las relaciones sexuales que son deliberadamente anticonceptivas, que un mal menor debe ser preferido a uno más grande… Aunque es cierto que a veces es legítimo el tolerar un mal moral menor para evitar un mal más grande o para promover un bien más grande, nunca es legítimo, ni siquiera por las razones más graves, hacer el mal para que el bien pueda salir de ello, en otras palabras, pretender directamente algo que en su propia naturaleza contradice el orden moral, y que por lo tanto debe ser juzgado como indigno para el hombre, incluso aunque la intención sea la de proteger o promover el bienestar de un individuo, de una familia o de la sociedad en general. (HV, n. 14).
Esto provee la base para contestar una pregunta que se hace cada vez más frecuentemente—si es que es ético usar métodos anticonceptivos, tales como los condones, para reducir la posibilidad de la transmisión del virus del Zika. Aparte de las preguntas científicas acerca de la efectividad real de los condones en la prevención de la enfermedad, el usar los condones para reducir la probabilidad de transmisión del Zika equivale a planear directamente actos anticonceptivos en las relaciones como un medio para un fin bueno. Ello “deliberadamente frustra… el poder natural y el propósito” de las relaciones maritales (ver CC, n. 54). En el caso de una mujer que ya esté embarazada, el uso del condón no podría tener el efecto de evitar un embarazo, pero podría evitar que un verdadero acto matrimonial tuviera lugar, el cual siempre incluye un completo dar y recibir por parte del marido y de la mujer.
Algunos también podrían preguntarse sobre el uso de las pastillas anticonceptivas o sobre los dispositivos intrauterinos como una forma de protección personal en contra de la enfermedad. Esta línea de razonamiento es inválida: los anticonceptivos hormonales, los DIUs, y las pastillas del día siguiente no hacen nada para prevenir la transmisión sexual de la enfermedad, sino más bien previenen la concepción de una nueva vida humana o la implantación de un ser humano embrionario existente. Su uso equivaldría a planear directamente la contracepción o un aborto temprano como un medio para evitar potenciales defectos de nacimiento. En otras palabras, ello violaría deliberadamente los medios de unión y de procreación del darse a sí mismo en la intimidad marital o resueltamente destruiría vida humana inocente, los cuales son medios que ningún buen fin pueden justificar.
El Centro Nacional Católico de Bioética
El Virus del Zika No Justifica el Aborto o la Contracepción
22 de febrero de 2016
© 2016 por el Centro Nacional Católico de Bioética
[Traducción de Tina Scislow. Artículo original]