Homilía: Sólo Dios fabrica milagros

Domingo IV de Cuaresma
Jn 6: 1-15

En el evangelio de hoy se nos habla del milagro de la multiplicación de los panes y los peces; un milagro que hoy día, como muchos otros, se pretende desmitologizar y dejar reducido a la solución de un problema de distribución de comida que se arregló gracias a la intervención de Jesús.

Si tratamos de desmitologizar los milagros de Cristo llegará un momento en el que no podremos explicar muchos de ellos: las bodas de Caná, la resurrección de Lázaro o del hijo de la viuda de Naím, o las curaciones a distancia, o cuando Jesús camina por encima de las aguas.

En realidad no es otra cosa que un intento de diluir, reducir todo lo sobrenatural a lo puramente natural. El hombre no quiere reconocer la necesidad que tiene de Dios y de lo sobrenatural y entonces lo elimina. Es un intento realmente desgraciado.

Vemos también cómo a veces el Santo Padre se permite bromear con cosas que son realmente sublimes, como por ejemplo, la Misa Tradicional. O cuando se ríe y ridiculiza una institución casi sagrada como son los monaguillos. Durante muchos siglos, los monaguillos fueron para la Iglesia una fuente de vocaciones; y de ellos surgieron muchos sacerdotes, obispos e incluso santos. Fue realmente una puñalada cuando se acabó con esta institución de los monaguillos. Fue Juan Pablo II quien autorizó a las niñas para que pudieran hacer de “monaguillas”. Es tradición que para el servicio del altar siempre fueran hombres. Recordemos lo que decía San Pablo: “Las mujeres en la Iglesia que guarden silencio”. Hoy día estas palabras se niegan; y yo me pregunto ¿es tan humillante guardar silencio? ¿Acaso es humillante para la mujer atender a su esposo y a su familia? ¿Acaso es humillante para la mujer dedicarse a la educación de sus hijos? En realidad, es un papel heroico. Por otro lado, ser el último y pasar desapercibido es maravilloso: “Yo te alabo, Padre Santo, porque ocultaste … y se lo revelaste a los humildes”. La institución de las monaguillas hizo que los chicos se retiraran de esa función y con ello, desaparecieran muchas vocaciones. Uno pierde su dignidad y grandeza cuando se coloca en un lugar que no le corresponde.

No se puede ridiculizar lo divino y lo excelso. Me causó dolor cuando el Santo Padre llamó la atención a un niño porque estaba rezando con las manos juntas.

Decid que es lo mismo hablar de Jesús, Mahoma y Buda; ya el hecho de compararlos es lastimoso.

Cuando se rebaja lo divino a lo puramente humano ocurren grandes sorpresas y cosas imprevisibles. Ejemplo cuando se reduce la maravillosa figura de San Francisco de Asís a un puro ecologista. O cuando lo que era ilegítimo ahora pasa a ser legítimo (ejemplo, cuando ahora se pretende legitimar el adulterio). Y todavía más, cuando se exalta lo que es aberrante (ejemplo, cuando se pretende legitimar la homosexualidad, el lesbianismo….), son vicios aberrantes; en realidad, pecados gravísimos condenados por Dios.

Lo que más nos seduce de los milagros del Señor no es tanto su poder divino, también presente, sino el amor, la misericordia y la compasión con que los hace…

Cuando lo sobrenatural se reduce a lo natural se incurre en contradicciones. Hoy día por ejemplo, vemos cómo se niegan los milagros por parte de muchos; en cambio se aceptan como milagros cosas que no son tales, y se eleva a la categoría de santos a personas…

Padre Alfonso Gálvez
Padre Alfonso Gálvezhttp://www.alfonsogalvez.com
Nació en Totana-Murcia (España). Se ordenó de sacerdote en Murcia en 1956, simultaneando sus estudios con los de Derecho en la Universidad de Murcia, consiguiendo la Licenciatura ese mismo año. Entre otros destinos estuvo en Cuenca (Ecuador), Barquisimeto (Venezuela) y Murcia. Fundador de la Sociedad de Jesucristo Sacerdote, aprobada en 1980, que cuenta con miembros trabajando en España, Ecuador y Estados Unidos. En 1992 fundó el colegio Shoreless Lake School para la formación de los miembros de la propia Sociedad. Desde 1982 residió en El Pedregal (Mazarrón-Murcia). Falleció en Murcia el 6 de Julio de 2022. A lo largo de su vida alternó las labores pastorales con un importante trabajo redaccional. La Fiesta del Hombre y la Fiesta de Dios (1983), Comentarios al Cantar de los Cantares (dos volúmenes: 1994 y 2000), El Amigo Inoportuno (1995), La Oración (2002), Meditaciones de Atardecer (2005), Esperando a Don Quijote (2007), Homilías (2008), Siete Cartas a Siete Obispos (2009), El Invierno Eclesial (2011), El Misterio de la Oración (2014), Sermones para un Mundo en Ocaso (2016), Cantos del Final del Camino (2016), Mística y Poesía (2018). Todos ellos se pueden adquirir en www.alfonsogalvez.com, en donde también se puede encontrar un buen número de charlas espirituales.

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