Jn 14: 23-29
La fiesta de San José Obrero nunca me resultó simpática. Siempre me extrañó que el papa Pio XII la instituyera. Me es muy difícil imaginarme a San José como un “obrero” según el concepto que la ideología marxista tiene de esta palabra. De hecho es una fiesta que prácticamente ha caído en el olvido en el Novus Ordo.
El evangelio de hoy, tomado del sermón de despedida de Jesús en el Última Cena, nos habla de que Él nos mandará su Espíritu, el cual nos conducirá hasta la verdad completa. Vivimos en tiempos de gran confusión, y como siempre, las palabras de Cristo vienen a traernos luz. Todo hombre busca la verdad, es más cree que está en posesión de la verdad; pero vemos la confusión es cada vez mayor. ¿Dónde tenemos que acudir para que nosotros no andemos en confusión ni en tinieblas? Al mismo Cristo. Él fue quien nos dijo que era la Verdad, y el que le seguía no andaba en tinieblas. Es por ello que imposible encontrar la verdad fuera de Cristo y de sus enseñanzas.
A pesar de estas palabras, las gentes creen más fácilmente en los visionarios y en los falsos maestros que en las enseñanzas de Cristo. ¿Estamos locos o qué? El mismo Señor nos dice que será el Espíritu Santo, su Espíritu, quien con conducirá hasta la verdad completa. Así pues, dejémonos guiar por el Espíritu de Cristo. Si buscamos por cualquier otra parte caeremos en el error.
Si sólo en Cristo está la verdad, ¿cómo podremos conocer la verdad de Cristo? ¿Cómo podremos conocer que esa verdad que seguimos es la de Cristo? El mismo Señor nos da la clave: “Si permanecéis en mis palabras, conoceréis la verdad, seréis mis discípulos y la verdad os hará libres”. Así pues, hemos de permanecer en las enseñanzas de Cristo; enseñanzas que fueron transmitidas por la Iglesia de siempre.
Si estamos confusos es porque no seguimos las enseñanzas de Cristo.
Existen hoy día en la Iglesia ciertos movimientos, como el movimiento neocatecumenal, que dicen poseer el Espíritu de Cristo, pero que luego no siguen las enseñanzas de Cristo. Esto es imposible. Dios no puede contradecirse a sí mismo. Estos movimientos son muy peligrosos, pues están conduciendo a muchos al error. Algunos me dirán que el movimiento neocatecumenal fue aprobado por Benedicto XVI y luego también reconocido por el papa Francisco. Eso es verdad. Y si alguien me pregunta por qué lo aprobó tendré que decir que no lo sé. Lo que sí se es que está conduciendo a muchos al error. Este movimiento es realmente un movimiento judeo-protestante…
¿Qué ocurre cuando la Jerarquía de la Iglesia aprueba un documento que tiene gravísimos errores? Si ese documento está conforme con las enseñanzas de Cristo, OK; pero si va en contra de sus enseñanzas, entonces sus enseñanzas son heréticas. Algunos dicen que ese documento mantiene la doctrina, que lo único que cambia es la praxis. Eso es imposible. Eso es una falacia y un engaño. La Iglesia siempre mantuvo la uniformidad entre la doctrina y la praxis: «lex orandi, lex credendi». No puede haber diferencia entre la fe y la oración, entre la doctrina y la praxis.
¿Cómo es que hoy día muchas personas han perdido la fe en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía? ¿Cómo es que se ha llegado a aceptar en la Iglesia el «divorcio»?…