Inicio este artículo formulando una pregunta abierta al lector: ¿Cuando fue la última vez que escuchó una homilía sobre la virtud de la castidad?; intuyo posibles respuestas:
1: Hace tantos años que ya ni me acuerdo
2: Hace algún tiempo, y en el ambiente se notaba una mezcla de sorpresa y casi abierto rechazo (y hablamos de feligreses que van a Misa al menos los domingos)
3: Nunca, y de hecho no tengo nociones clara sobre la “castidad”
Estudiemos el asunto: tiremos de hemeroteca por archivos disponibles en redes sociales; busquemos cartas pastorales de obispos, cardenales, del Papa…..¿encontramos algo sobre esta materia moral?; algunos responderán afirmativamente porque se conforman con textos muy tibios donde apenas se toca el aspecto del pecado, de lo que significa vicio contra la naturaleza, de la responsabilidad moral que supone ser impuro para el conjunto de la sociedad y de la misma Iglesia. La cruda realidad es que apenas hay nada en el presente. Aporto en mi experiencia sacerdotal que cuando me he decidido a predicar sobre la pureza he notado claramente el asombro mental de muchos, como si les hablara en otro idioma o jerga ininteligible. Conozco laicos que son practicantes y que NO saben cual es el sexto mandamiento de la ley de Dios, lo cual es un signo claro de la ignorancia palpable que se vive hoy en el seno de la Iglesia.
Y sigamos con la contundencia de los datos que de por si son indiscutibles y su exposición no obedece a ningún interés ideológico (ideología modernista es ocultarlos o deformarlos):
* La gran mayoría de las parejas de novios (católicos) conviven juntos antes de casarse por la Iglesia
* La gran mayoría de los matrimonios casados por la Iglesia usan métodos anticonceptivos y/o abiertamente abortivos
* En general la gran mayoría de bautizados carece de sentido alguno de pecado en lo respectivo a la ofensa a Dios del sexto mandamiento (sexo en solitario, fornicación, adulterio…)
Y mientras esto sucede, ¿que se hace?; se pretende atacar los efectos sin entrar en las causas. Pongo dos ejemplos:
a) Grave preocupación por los abusos sexuales del clero pero a la vez temor a plantear un debido filtro en los seminarios para evitar la ordenación de aquellos candidatos sin formación sobre la pureza como virtud (y no una mera explicación del celibato como “norma canónica”)
b) Defensa de la vida desde la concepción (aunque algunos tampoco tienen claro esto) pero a la vez temor a expresar claramente que la mayoría de los abortos son dados en parejas que viven en situación de pecado mortal (como los novios que conviven antes de casarse)
Por otra parte, y desde la teología modernista (hoy muy fuerte dentro de la Iglesia) nos infectan con hipótesis moralmente tóxicas aunque en apariencia aceptables por el consenso social. Falacias como estas:
– La castidad es un don del Espíritu Santo: por tanto quien lo la vive es porque no ha recibido ese don.
Respuesta desde la Fe Católica: Es un DON que nos llega por el ejercicio previo de la VIRTUD.
– Practicar sexo no es pecado si se hace por amor y no solo por placer.
Respuesta desde la Fe Católica: La unión sexual es querida por Dios solo dentro del matrimonio
– Predicar hoy la castidad es expulsar a los jóvenes de la Iglesia.
Respuesta desde la Fe Católica: Nunca ha habido menos jóvenes en la Iglesia desde que se dejó de predicar la castidad
Bien: ante la situación desoladora y desértica que sufrimos al respecto, se adjunta un precioso, breve y entrañable vídeo de una entrevista a una LAICA que explica la belleza y moralidad de la virtud de la Pureza. No dejen de ver este vídeo que, a Dios gracias, suple en este momento la tibieza, complejo y cobardía moral de aquellos que callan y omiten el grave deber de velar por la salvación de las almas. Vean el vídeo y difúndanlo. Merece la pena: