Queridos amigos:
Mientras escribo estas pocas líneas, dos miembros de mi familia están acostados en mesas de operaciones en el hospital de la Universidad de Minnesota. Una es mi hermana mayor, Gretchen (Matt) Mills, y la otra es Lindsey (Heesch) Bourbeau, la joven esposa del segundo hijo de otra hermana, Stephen. Gretchen es una persona muy enferma, y lo ha estado durante muchos años. Ella ha estado en cirugía ahora por 10 horas. Lindsey es la madre sana de un hijo adoptivo, Jacob (de un año de edad).

En un mundo lleno de feo egoísmo y orgullo petulante, estoy en conflicto, por un lado, la belleza de lo que está pasando aquí, y por el otro, una sensación de profunda preocupación por la vida y la salud de estas dos fuertes mujeres católicas. Verán, mi hermana contrajo una enfermedad del hígado que amenazaba su vida cuando tenía sólo 16 años. Desde entonces (ahora tiene 58 años), su enfermedad ha ido de mal en peor, con las ocasionales mejorías de la remisión que proporcionan el alivio limitado y esporádico a lo largo del camino.
Hasta hace poco, Gretchen (esposa y madre), aunque literalmente se estaba desvaneciendo, era considerada por sus médicos como no lo suficientemente enferma (ahora sufre de cirrosis avanzada) para ser candidata a un trasplante de hígado, a menos que pudiera encontrar un donante vivo. Sin embargo, recientemente su situación se volvió muy crítica y fue entonces cuando Lindsey intervino.
La familia Matt es una familia grande y extensa, y como tal está la natural separación de una rama a la otra que viene con el paso de los años. Menciono esto sólo para dejar claro que Gretchen y Lindsey no son precisamente muy cercanas. Simplemente había una necesidad urgente y Lindsey se ofreció y se realizó los exámenes, aunque, prácticamente hablando, no tenía nada que ganar.
Era perfectamente compatible.
Después de semanas de pruebas y más pruebas, Lindsey pasó el día bajo anestesia general mientras se sometía al extenuante procedimiento de 8 horas requerido para extraer la sección de su hígado que deseaba donar a la tía de su marido, mi hermana Gretchen.
Por el momento, los médicos están satisfechos con el progreso que están haciendo las dos mujeres, incluso cuando los dos maridos y niños pasan por los pasillos del hospital. Esta es una cirugía de alto riesgo para ambas mujeres.
Como Lindsey no fue criada por nadie que sea pariente de mi sangre, tal vez me perdonen por alabar su altruismo sin parecer que presumo de mi propia familia. Esta joven mujer es un crédito a su fe y a los padres que la criaron. De hecho, estamos todos abrumados por la caridad verdaderamente heroica de Lindsey, ya que acepta voluntariamente la cruz de esta horrible prueba -por una mujer que apenas conoce. Qué testimonio de lo que realmente significa ser cristiano, seguir el ejemplo de Cristo, estar dispuesto a dar la vida por el bien de otro. Ningún hombre tuvo un mayor amor que este.
Y esta es una joven que no puede tener hijos propios, por cierto. Ella ya ha adoptado un niño y, junto con su fiel esposo, Steve, está ahorrando cada centavo y poniéndolo a la cuenta para adoptar otro niño. Y en medio de todo eso, puso su propia vida en espera, se quedará en un hospital durante semanas y recuperándose en casa durante quizás meses. ¿Por qué? Porque, como ella indicó a un miembro de la familia, ella no ha podido dar vida – en cuanto a tener un hijo biológico propio – y esta era una oportunidad para dar vida de una manera diferente.
Y dicen que no hay fe, ni esperanza, ni amor entre los milenials. No es así en el caso de Lindsey.
Si la historia de Lindsey calienta su corazón y restaura su fe, como lo ha hecho con la mía, tal vez les gustaría compartir su historia y rezar por su recuperación total. Hablen a sus hijos acerca de Lindsey, y lo que está haciendo este fin de semana -tratando de recuperarse de una cirugía mayor que ella no tendría que tener. Es una mujer católica a la que nuestros hijos pueden admirar, para que puedan ver qué gran generosidad proviene de la práctica fiel de la vida cristiana.
Por favor oren por Lindsey y la mujer cuya vida ella está tratando de salvar – mi hermana, Gretchen – ahora y en el curso de los próximos siete días muy críticos.
PD Lindsey no tiene ni idea de que hemos escrito y publicado este pequeño homenaje a su valentía. Estoy seguro de que se sentiría muy mortificada por ello cuando se despierte de su cirugía, y seguro tendré problemas. Pero estoy envejeciendo, e historias como estas son muy pocas en nuestro mundo frío y egoísta. Me sentí obligado a compartir su historia. (Lo siento Lindsey, y gracias por darle a mi hermana una segunda oportunidad de vida). Que Dios te bendiga siempre.
Michael Matt
[Traducido por Rocío Salas. Artículo original.]