Sobre recuperar el Canon Romano. O malas razones para preferir otras anáforas

Missal

La semana pasada apareció un artículo muy interesante del padre David Friel, «Comparando canones» en el blog «Views from the choir loft» [n.del. traductor: se ha reemplazado el enlace original en inglés por la traducción al español publicada en esta misma web de infovaticana].

Los lectores de New Liturgical Movement son muy conscientes del problema de la introducción de nuevas anáforas en el rito romano de la Misa, como parte de las reformas del Consilium a finales de 1960. La misa romana podría, en cierto modo, definirse por la fijeza de su muy noble Canon, que es muy antiguo, después de haber recibido su forma definitiva en la época de San Gregorio Magno (de ahí el término «rito gregoriano» utilizado por algunos ). En la práctica, la introducción de nuevas anáforas tras el Concilio ha desplazado prácticamente el Canon romano de la celebración de las misas en su forma ordinaria – quizás el más atroz de todos los ejemplos de la hermenéutica de la ruptura y la discontinuidad, en agudo contraste con el axioma de la Sacrosanctum Concilium  de que «no se introduzcan innovaciones si no lo exige una utilidad verdadera y cierta de la Iglesia, y sólo después de haber tenido la precaución de que las nuevas formas se desarrollen, por decirlo así, orgánicamente a partir de las ya existentes.»( SC 23).

Como ha demostrado Dom Alcuin Reid en una serie de obras, un examen detallado de lo que decían los Padres del Concilio, y de lo que no dijeron, así como de lo que los eruditos litúrgicos estaban diciendo en el momento de la presente Constitución, demuestra más allá de toda duda posible que esta disposición debe entenderse en todo su valor nominal : cualquier innovación en la reforma debía de venir directamente de la tradición litúrgica romana existente (no de cualquier idea panegírica de los que juegan con las teorías de la antigüedad y el arqueologismo), y debía estar en evidente continuidad con lo que ya se estaba haciendo de manera que no constituyera un cambio violento o ruptura, y – lo más revelador de todos – que tenía que ser una reforma que no sólo era defendible, sino cuya necesidad era cierta.

Como todos sabemos, muy pocas cosas en la vida son ciertas, y es sin duda la razón por la que Sacrosanctum Concilium en general tiene un tono predominantemente conservador y moderado, muy en contraste con la experimentación litúrgica  sin fin imaginada por Andrea Grillo. En la mente de Grillo, el Concilio ha abierto las puertas a una revisión general de los ritos, pero nunca será capaz de demostrarlo apoyándose en Sacrosanctum Concilium, las deliberaciones conciliares, o los comentarios contemporáneos de esta Constitución. Sólo puede apoyarse posteriormente en la atmósfera cada vez más radicalizada del Consilium, que incluso se pensó para violar los principios explícitos de esta Constitución, por no hablar de violentar toda la tradición litúrgica romana.

Pero volviendo al artículo del padre Friel: independientemente de donde nos situemos a lo largo del espectro de puntos de vista, desde el muy crítico con la introducción de nuevas anáforas a muy agradecidos por su disponibilidad, yo apostaría a que la gran mayoría de los que promueven un nuevo movimiento litúrgico creen que el re- establecimiento de la centralidad del venerable Canon romano es absolutamente necesario para el vigor y la autenticidad de nuestra oración pública y para el objetivo a largo plazo de la reconstrucción de la continuidad fracturada de la tradición litúrgica romana. Con esto en mente, yo fuertemente recomiendo leer el artículo del padre Friel. Da considerables motivos para la reflexión, particularmente con respecto a las llamadas «razones pastorales» para elegir el uso de anáforas que no sea el Canon Romano.

Peter Kwasniewski
www.newliturgicalmovement.org
Traducido por Adelante la Fe

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